Fanáticos de Dios y del dinero cantan aleluya ante la nueva embajada de EE.UU. en Jerusalén – 16 de mayo de 2018
El pastor Robert Jeffres, de la Primera Iglesia Baptista de Dallas, estuvo el lunes en Jerusalén. «Doy gracias a Dios por el fuerte liderazgo de Netanyahu, tan decidido a proteger Israel». El pastor que cree que la homosexualidad es contra natura también agradeció al Altísimo por Trump, el hombre que decidió trasladar la embajada de los Estados Unidos a la Ciudad Santa. Allí estuvo el reverendo John Hagee, que también usó el nombre de Dios para agradecerle por la existencia del Estado de Israel. Hagee dirige la iglesia de los Cristianos Unidos, niega el cambio climático y cree que la embajada de su país debe estar en Jerusalén porque lo dicen la Biblia y la Torá. Es millionario.
El hombre más rico de la ceremonia de inauguración de la embajada de Estados Unidos en Jerusalén era Sheldon Adelson. Tiene una fortuna de más de 40 mil millones de dólares. En su caso, no los ha ganado a base de donaciones de los fieles del libro sagrado sino por los esclavos del blackjack y la ruleta: Las Vegas Sands es uno de los mayores conglomerados de casinos del mundo y Adelson es su dueño. El mismo Adelson que quiso montar Eurovegas en la España de las oportunidades, aunque el business no terminó de concretarse. En 2016 tuvo que pagar una multa por corrupción y ese mismo año realizó la mayor donación de la historia de su país a un candidato a la presidencia. Sí, Donald Trump.
Adelson ha ofrecido pagar de su bolsillo el coste del traslado de la embajada a Jerusalén. En la ceremonia de inauguración estaba en primera fila, porque ese es lugar propio de quienes veneran por igual al Dios Verdadero y al de los billetes de dólar. Desde allí pudo escuchar al primer ministro israelí citar la Mikra. «Y dice el Señor: ‘Volveré a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Entonces Jerusalén será llamada la Ciudad de la Verdad». «¿Podemos gritar aleluya?», pidió uno de los pastores evangélicos. Y algunos gritaron, casi en éxtasis por la paz divina que allí se daba porque a una hora de distancia la espada de Yahvé, su dios compartido, dejaba a sesenta palestinos sin vida.
«El fanatismo rara vez da lugar a buena poesía», escribe Catherine Nixey en La edad de la penumbra, esos siglos en los que el cristianismo destruyó sistemáticamente lo que quedaba de la cultura clásica. Vencer era ganar, y arrasar. Por eso, más que versos, los hombres de fe usaban martillos. Con ellos destruían las esculturas paganas. Se esmeraban con los brazos y las manos de las imágenes. Y con sus rostros. Debían borrarlos. Los sentidos: tacto, gusto, oído. Sexo, comida, música. Lo que hace humanos a los seres es pecado a ojos de ese dios empeñado en vengarse de su creación. Y en la muerte de lo que somos por fin habrá paz en la ciudad eterna.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.
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