Fuck off Google: revolución analógica contra la máquina – 21 de enero
«Fuck off Google», dicen todavía algunos carteles en las ventanas de Kreuzberg. En el barrio de estudiantes, artistas, curritos, turcos y okupas del centro de Berlín, el Gran Hermano del siglo XXI ha tenido que renunciar a su campus. El movimiento anti-Google no quería un Kreuzberg convertido en un zoo tecnológico gentrificado de alquileres imposibles y cafés estandarizados en vaso de cartón. La oposición vecinal ha tenido protagonistas como Larry Blankpage (Larry página en blanco), que dice: «nuestros enemigos se alimentan de la identidad». Fuck off Google no ha tenido grandes nombres. Su éxito ha pasado por destruir el buen nombre de la marca.
Google ya no tendrá su campus en Kreuzberg y ahora estudia si se queda con el antiguo edificio que ocupó la Stasi. En Berlín la historia está en las calles, los museos y los adoquines: miles de pequeñas placas frente a portales recuerdan a los judíos berlineses luego exterminados o forzados al exilio. Estos meses, Berlín rememora su revolución, la que hace cien años protagonizaron Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Los espartaquistas querían una Alemania roja en la estela de la Rusia soviética. Fueron asesinados en enero de 1919. Un ministro socialdemócrata dio la orden. Usó a los freikorps, proto-rugidos de las camisas pardas de los nazis.
«Socialismo o barbarie», decía Rosa Luxemburgo, que hoy no se sabe cómo calificaría este capitalismo de algoritmo. Se sorprendería de ver que en Alexanderplatz le han hecho un homenaje: un antiguo vagón de tren con vistas a la tienda de Uniqlo y a la torre de telecomunicaciones del Berlín socialista. Tren, movimiento, revolución: sí se sabe que Rosa Luxemburgo creía que la práctica revolucionaria (la huelga) hacía más por concienciar a las masas oprimidas que millones de panfletos. Lo que hoy serían tuits, stories, otras cosas de Google y familia. Fuck off Google ha practicado una revuelta analógica pegada a aceras y ventanas para triunfar sobre la máquina.
«Soy tu esclavo, soy tu robot», recitaban Kraftwerk en Los Hombres Máquina. Las máquinas ya no son una imagen proyectada del ser humano, prometeos deficientes como el monstruo de Frankenstein. Nuestros nuevos dioses pueden ser más humanos que los humanos, supimos en Blade Runner: tanto o más explotadores y esclavos que los hombres. Google es el amo de las relaciones, la verdadera identidad humana y por tanto, su riqueza. Somos los demás, el conjunto de relaciones sociales, decían Marx y Engels, hoy dos estatuas jubiladas en un jardín no muy lejos del vagón de tren de Rosa Luxemburgo. En Berlín todavía no les han cortado la cabeza de bronce.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.
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