Espadas y nigromantes, de Fritz Leiber
Cada lector tiene sus debilidades, sobre todo si es aficionado a la literatura de género. Hay quienes se vuelven locos por las novelas de fantasía medieval con miles de páginas, que crean mundos complejos. Los hay que no pueden resistirse ante una buena fantasía contemporánea con magos, vampiros y lo que se le ocurra al autor. Otros se ven atraídos de manera inevitable por relatos futuristas que tratan de anticipar los desarrollos de la ciencia. Mi debilidad, que ha ido exacerbándose con los años, son los relatos de espada y brujería.
Se trata de un subgénero que ha ido perdiendo fuerza con el paso de los años, sepultado bajo esa fantasía que cuyas entregas no bajan de las quinientas páginas y exige esperas casi eternas al parte del lector. Si el gran padre de la fantasía medieval moderna fue Tolkien, profesor de literatura inglesa con mucho tiempo libre; la semilla de la espada y brujería la sembró, seguramente, Robert E. Howard, un escritor de pulps que tenía que producir todo lo que pudiese para poder cobrar algo que se acercase a un sueldo decente.
Ahí nace gran parte del encanto para sus seguidores, en el tejido de historias que funcionan por ráfagas, buscando imágenes impactantes y escenas memorables. La construcción del mundo se solventa a menudo con una sucesión de pinceladas, porque, a la hora de la verdad, todo gira en torno al héroe y sus acciones. Conan se pasea desde la juventud a la vejez de un relato a otro, en una narración desordenada que construía el mundo sobre los cimientos ya planteados por una creación anterior de Howard, el rey Kull. Lo mismo hizo en realidad Fritz Leiber cuando creó a sus dos héroes más famosos, Fafhrd y el Ratonero Gris, que fueron apareciendo y desapareciendo de su obra desde 1939 a 1988. Casi medio siglo de historias que no siguieron una idea cronológica hasta el final de la obra.
En la cronología final de la vida de los dos aventureros más famosos del planeta Nehwon, la primera entrega sería Espadas y nigromantes, curiosa traducción al español de la original Swords and Deviltry, en la que se vincula el término nigromante a la magia negra, en lugar del arte de levantar a los muertos, como casi todos los lectores supondrían. En realidad, los relatos que forman parte del volumen no se publicaron hasta 1962 y 1970, cuando los personajes ya pasaban de las dos décadas de edad; no obstante, en ellos se narra su origen y se presenta su primera aventura juntos.
Para la cultura imperante, Fritz Leiber puede haber sido el autor más aceptable dentro de los grandes clásicos de la espada y brujería. Howard es demasiado visceral, un autor que vuelca todo lo más rápido que puede y que mezcla grandes pasajes con páginas de relleno para poder publicar un relato y empezar con el siguiente. Moorcock es demasiado hijo de su tiempo, un autor en el fondo experimental que construye mundos complejísimos en un fin de semana y es impresionista en sus descripciones que tienen la capacidad despachar en apenas un par de párrafos aquello para lo que otros necesitarían capítulos enteros. Leiber es más convencional: escribe bien y lo hace de manera comedida, siguiendo los cánones, pero sin dejar por ello de comprender, o incluso establecer, las características del subgénero.
Además tiene la suerte de contar con dos de los mejores personajes de toda la fantasía en las figuras de Fafhrd y el Ratonero Gris. Uno es un bárbaro algo bobalicón, con debilidad por el sexo opuesto y un notable gusto por la canción. El otro es un antiguo aprendiz de hechicero convertido en espadachín, más astuto y taimado que su compañero, pero igual de fiel. Uno es un gigante pelirrojo, el otro bajito y de pelo oscuro. Los dos son héroes, pero también personas que buscan por encima de todo los placeres de la vida y tratan de salvar el pellejo; no son héroes casi inhumanos como Conan o Elric, sino que con ellos Leiber trata de llevar a la espada y brujería un gusto por la picaresca que rebusca en algunos de los relatos de Howard para regalarnos los dos protagonistas más reales de la espada y brujería.
Espadas y nigromantes ha sido reeditada recientemente en castellano, junto con Espadas contra la muerte, la segunda entrega de la saga, por Gigamesh. Hace poco, la misma editorial nos ofreció la posibilidad de disfrutar de los dos tomos recopilatorios de las historias de Fafhrd y el Ratonero Gris de la mano del Primer libro de Lankhmar y el Segundo libro de Lankhmar. No nos debería sorprender, porque todos los seguidores españoles de los personajes les conocimos en su momento gracias a la colección Fantasy de Martínez Roca, que por entonces ya dirigía Alejo Cuervo. Si eres de los que no disfrutó de aquellos pequeños tomos de color amarillo, aprovecha esta nueva oportunidad para sumergirte en las calles de Lankhmar, visitar sus tabernas y conocer sus secretos. No te arrepentirás.
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