Sí, han leído bien. La roca. Un hito en la historia del cine. Ojo, de mi historia, del cine que yo he visto. Porque si bien sabemos que hay un cine con mayúsculas, todos deberíamos reconocer aquellas películas que, sin ser joyas del Olimpo cinematográfico, han marcado nuestra infancia y adolescencia. Y es que cuando uno se va al cine solo, con trece años, un triste día lluvioso de 1996, y se mete entre pecho y espalda esta obra maestra del entretenimiento, no solo te cambia el día; te cambia la puta existencia.
Michael Bay como director y Jerry Bruckheimer como productor, formaron un tándem sublime para crear un producto tan depurado como eficaz. Desde el primer minuto, más que los ojos, son los oídos los que permanecen pegados a la pantalla. El sonido (por el que fue nominada al Óscar) y la banda sonora de un grandísimo Hans Zimmer otorgan un ritmo frenético e interesante a una historia montada, igualmente, con un profundo conocimiento del arte del magnetismo, tanto en las escenas de acción intensa como en las de profunda y tensa calma.
Pero, si tras las cámaras los equipos trabajaron a la perfección, no muy a la zaga le fue un potentísimo elenco de actores encabezado por Sean Connery, Ed Harris y Nicolas Cage.
Sean Connery personifica a John Mason, un ex-agente secreto británico (que algunos identifican con James Bond), antiguo huésped de la cárcel de Alcatraz y profundo conocedor de sus entrañas. Ed Harris es el coronel Hummel, un antiguo líder de fuerzas especiales que, indignado con el gobierno por el nulo reconocimiento a los soldados fallecidos bajo su mando en misiones secretas, opta por llamar su atención secuestrando Alcatraz con ochenta y dos rehenes civiles y quince misiles cargados con gas nervioso VX apuntando hacia la bahía de San Francisco.
Nicolas Cage, por detrás tanto en interpretación como en carisma frente a estos dos tótems de la pantalla, es el agente Goodspeed, científico del FBI especializado en armas químicas y que se verá enfrentado, al igual que el jovenzuelo protagonista de nuestra anterior película, a un trabajo para el que no está cualificado, pero que le deparará más de una sorpresa.
Una de las claves del éxito de La roca radica en su capacidad para que el gran público empatice con las diferentes circunstancias de los tres protagonistas, tanto la del exagente británico condenado sin garantías por una jerarquía corrupta; la del villano que no es tal, por su reivindicación frente a un gobierno indiferente; y la del agente del FBI que se identifica más con un trabajador medio, bien cualificado, que es obligado por sus superiores a poner a prueba su heroicidad arriesgando su vida y la de los que le rodean. Todo ello aderezado con estratégicas actitudes de algunos secundarios, algunas frases lapidarias, y un punto de propaganda militarista bien diluida en la trama de acción, convierten a La roca en un plato de receta infalible para pasar dos horas en un suspiro.
Aquel triste y lluvioso día de 1996, salí de la sala 1 de los cines del Pryca de Gijón, de forma diferente a como había entrado. La magia del cine había obrado, era un poco más cinéfilo que el día anterior y mucho menos de lo que llegaría a serlo. Si la han visto puede que coincidan o no con mi criterio, pero si no la han disfrutado aún, véanla, nunca se sabe con que película te puede cambiar la puta existencia.
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y la pasta que se gastaron en la persecución de coches destrozando la ciudad…