Menús infames para niños pobres de país rico – 20 de enero
Dos patatas, dos zanahorias, dos plátanos, tres manzanas, un tomate. Algo de queso y una lata de alubias. Pan de molde y unos macarrones. Y chucherías. Es un pack de alimentación para niños pobres en el Reino Unido. Tienen que estirarlo durante diez días. Precio que la empresa suministradora factura al gobierno: treinta libras. Precio real: poco más de cinco. Lo denuncia un futbolista del Manchester United, Marcus Rashford, y las redes se llenan de fotos de otros menús infames. El primer ministro se dice espantado. Es un insulto, asegura Boris Johnson, que promete investigar por qué son tan caros estos placeres de la pobreza.
Más de cuatro millones de niños británicos son pobres. El futbolista Rashford fue uno de ellos: su madre, sus cuatro hermanos y él cenaban en Navidad comida del banco de alimentos. Hoy gana doscientas mil libras a la semana y golea para la selección inglesa. Es un orgullo para los chavales de su barrio, que le han hecho un mural. El homenaje es por su fútbol y porque denuncia la miseria. La misma razón por la que los medios de derechas británicos ahora lo critican: falla muchos pases porque se pasa el tiempo haciendo política, según el Telegraph. El no tabloide más vendido de Inglaterra se escribe para los salones del poder, no los suburbios de Manchester.
La sociedad de la opulencia se ha acostumbrado a convivir con cifras millonarias de pobreza y hambre infantil. Veintisiete millones de niños pobres en Europa. Doce millones en Estados Unidos. No haría falta sumarlos para fundar un país, aunque seguramente para ellos no estén hechas las banderas de los patriotas que les desprecian. El capitalismo logra que cobijemos a sus peores monstruos como si fuesen fenómenos naturales. Miramos altivos para otro lado como el amo ante el dolor del esclavo: la portada del domingo del Telegraph no hablaba de hambre sino de recetas bajas en carbohidratos. Frente a la miseria, noticias de la buena mesa.
El imperio británico se construyó sobre los raíles de la locomotora y la explotación humana a escala industrial. A Engels le impactó tanto la miseria obrera en Manchester que escribió el primer gran reportaje sobre la pobreza victoriana. Años después, Jack London llamó «pueblo del abismo» a los habitantes del Londres desheredado y hambriento. Ya con Thatcher, la pobreza se convirtió en un problema de personalidad. De pereza. Los músicos de Manchester, como Joy Division, cantaron a la desesperación y al amor que separaba. Happy Mondays rimaron: «no soporto a los necesitados, hoy tuve que crucificar a un hermano». Vendieron millones.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.
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