El periodista que tenía miedo en la mansión de la libertad – 24 de marzo
La mitad de los periodistas del New York Times tienen miedo a decir lo que piensan. No se sienten libres en una de las mansiones del progresismo y la libertad de expresión, dice una encuesta interna: podrían perder el trabajo o ser degradados. Concretamente tienen miedo a opinar sobre racismo, sexualidad, religión y que los suscriptores del diario pidan su cabeza. O que les critiquen en redes sociales. El estudio lo ha publicado el New York Post, vecino gamberro, sensacionalista y reaccionario del Times. El Post dice: socialismo o libertad, versión Manhattan.
El New York Times ha cesado recientemente a un columnista por utilizar una expresión considerada racista, y una jefa de sección ha dimitido porque decía que la parte woke de la redacción la acosaba. Woke: despierto, alerta ante las ofensas a minorías y sensibilidades, ejército de lo políticamente correcto en las llamadas batallas culturales. Las identidades del siglo XXI no son de clase, pero alientan pasiones y negocios. Los medios las cultivan. Lo llaman audiencia diversificada: noticias al gusto del suscriptor digital, nuevo rey del antiguo papel.
La vieja dama gris, llaman al Times, que en 2020 tuvo más ingresos por suscripción digital que en papel. La industria de las noticias ya no necesita a los grandes fabricantes de papel prensa. Norske Skog, el gigante del sector en el mundo, ya transforma sus enormes máquinas para producir cartón de embalaje para Amazon. El dueño de Amazon es el mismo que el de The Washington Post, otro gigante de la suscripción digital. Jeff Bezos dice que lo compró para convertirlo en un guardián de los líderes de Estados Unidos. Las guerras culturales esconden la gran batalla subterránea por el poder.
Los periodistas Halimi y Rimbert, en un gran estudio sobre los medios estadounidenses en los años de Trump, recuerdan que las guerras culturales son un negocio: bandera, estatuas, insultos: clicks para unos medios atrincherados por necesidades del mercado. Así obvian todo lo que no discuten progresistas y conservadores: el apoyo a la industria militar, la demonización de Rusia, la presión a China, la tutela de América Latina, o la persecución de Julian Assange, periodista sin miedo que paga su osadía de denunciar los crímenes imperiales no con el ostracismo de Twitter, sino con la cárcel perpetua.
Notas de extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla aquí.
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