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«Alcarrás»: de sobremesas y rituales

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Se pueden perder muchas cosas: las llaves, la virginidad o el sentido común. Puede que  todo a la vez… pero alguien está realmente perdido cuando pierde la liturgia, cuando pierde su sitio en la mesa. Sentarte enfrente de tu favorito, al lado del receptor de tus codazos o rodearte de quién mejor encaja tus chistes. Quizá sea tu abuelo y su asombrosa habilidad: mirarte y sonreír mientras está pensando en el resultado de la Real y el Osasuna.

«Hay que rebañar el plato, vivir cortito y ser muy de verdad». Amén, Jesús Terrés.  Piensa en un porche, pleno verano chicharrero. Levanta la vista del suelo rústico, mantel blanco (abandonado el cliché vichy), esos vasos de bordes gruesos irrompibles y los cubiertos colocados religiosamente, aunque siempre falta alguna cucharilla. Ahora sí, «venga niños que está la mesa puesta».

Alcarrás (Carla Simón; 2022) tiene mucho de raíz, de la felicidad de lo cotidiano, como en una canción de Facto Defale y las Flores Azules, del sonido de las copas, las risas de los niños saliendo de la piscina cuando comienza a llover y se cobijan en las faldas de la mesa, también de las carcajadas de los mayores que pierden edad a medida que mengua la botella vino. Estos momentos son de aquellos que se esperan a recoger los platos para mantener una conversación a solas, de los que reparten las fichas para la siguiente partida de trivial (barra) café y de los que promueven la amanesquera.

Carla Simón y la construcción de personajes

Presentar a los personajes en torno a una mesa. Resulta gratificante ver cómo cala la forma de entender el cine de Carla Simón. En sus películas habla de grandes temas partiendo de la anécdota o de lo pequeño. Consigue trasladar la atmósfera de las escenas cotidianas utilizando esa textura, esa fotografía que se asemeja a un carrete Agfa recién revelado. Muestra la verdad que conlleva ese halo analógico. Simón no se excede, para retratar la verdad del campo no necesita la estampa japonesa de los melocotoneros en flor y sus flores sonrojadas. Siempre destaca por esa sutileza. Juega con la contención de sus personajes que dejan a un lado el efectismo americano y sus acciones redundantes. Los protagonistas rompen de diferente modo y cuando han de romper.

La directora da la misma importancia al juego simbólico de los niños, a los problemas de los adultos y a las coreografías de los adolescentes. Y una se traslada a los 80 ensayando el siguiente paso de baile del ¡Chas! Y aparezo a tu lado de Alex y Cristina. Por cierto, menudo susto nos llevaríamos si un ex hiciera chas y apareciera de la nada. Y si está muerto ni te cuento. La siguiente canción que viene a nuestra mente parece que es de Juan Luis Guerra

El día a día del campo

Todo aquel que pudo disfrutar de Alcarrás en el Festival de Cine de Málaga se acercó a un modo de entender la vida y, por ende, de sentir la tierra. Duele la tierra. 

También en el festival malagueño Los Planetas presentaban su último disco: Las canciones del agua. En él incluyen el tema El manantial basado en un poema de Lorca que trata lo divino, lo humano y los misterios de la naturaleza. La canción crece poco a poco, a medida que toma protagonismo el piano. Al escucharla es fácil visualizar esos pequeños destellos lorquianos, esas minúsculas gotas de agua que, bajo la tierra, buscan las raíces de un chopo centenario de La Vega granaína

En Alcarrás se visualizan esas capas húmedas, ese engranaje… esa necesaria cadena de producción, el sacrificio del campo y todo aquello que se pierde y no debe perderse, como los acuerdos que se firman de palabra.

Nos despedimos. A veces me siento en otras mesas, buscando la mirada cómplice, que alguien me pase el queso o rellene mi copa. Busco la emotividad de This is us, las carcajadas napolitanas de Sorrentino e intento frenar a Bárbara Lennie para que no vuelva a la cocina y ocupe su sitio. 

Registro esa efervescencia de la bulería y ese necesario toque de psicodelia que, en el día a día, aporta una sobremesa. Y como no hay que perder esos rituales ni las buenas costumbres, toca citar a Laura Ferrero. Al terminar este artículo leía una publicación de Eva Rojas con un texto suyo que decía lo siguiente: «si alguna vez os sentís solos, congelados o en medio de la oscuridad, solo es cuestión de mirar alrededor».

Así que haz el ademán de acercar la silla a la mesa y realiza ese paneo de izquierda a derecha… 

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