Jinetes apocalípticos – 14 de julio
El presidente de Sri Lanka es el primer líder caído este año por falta de comida y combustible. Rajapaksa huye acosado por un pueblo furioso que ha ocupado su palacio y su televisión. Estaban cansados de precios imposibles de alimentos y gasolina. Sri Lanka quiso cultivar sin fertilizantes y se ha quedado sin divisas para saciar el hambre de estómagos y motores. La gente también se ha hartado de los apagones: de neveras sin hielo y ventiladores estáticos. Hoy en Colombo están a 27º y una humedad del ochenta y seis por ciento. La revolución empieza cuando ni siquiera hay una tarde en que se puede respirar.
En Berlín llegarán a 38º en unos días mientras se preparan para el invierno. El caballo rojo de la guerra galopa en Alemania, donde el gobierno lleva semanas recomendando a su población que pase menos tiempo en la ducha y que baje la temperatura del agua. En Dresde, una cooperativa de viviendas va a racionar el agua caliente a sus inquilinos. Y la mayor inmobiliaria del país pondrá los radiadores al mínimo cuando llegue el frío. El racionamiento es una palabra de guerra, y Alemania se la está haciendo a Rusia: alguien ha decidido que el gas huele tanto a victoria como el napalm.
Nirvana Now, decía un pin hippie que al guionista Milius le hizo gracia para inspirar el título del apocalipsis bélico de Coppola. En Vietnam alguien pensó que la guerra en la selva solo podía ganarse reduciéndola a cenizas y un olor a gasolina. Los vietnamitas usaron la naturaleza como arma: con mosquitos y calores imposibles, con túneles infinitos donde vivían los monstruos que luego aterrorizaron a una generación. «Ratas», llamaron los estadounidenses a sus especialistas en túneles. La guerra, tan civilizada, pone a los hombres ante su espejo animal.
Escribe Emilio Bueso en Cenital que el fin llegará «cuando el apagón se vuelva permanente y las bicicletas se desplieguen por las autopistas de peaje». Umberto Eco, más preocupado por las palabras que por las cosas, buscó una tercera vía entre apocalípticos de los medios (nos idiotizan) y los integrados (todo es un espectáculo). Eco se dio la razón a sí mismo pasando a la historia como novelista con una trama de monjes asesinos obsesionados con el apocalipsis, según San Juan. Es inolvidable la imagen de la rosa, que seguirá siéndolo cuando el frío y el calor marchiten sus pétalos.
Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3. Puedes escucharla aquí.
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