«From»: de «Perdidos» al río seriéfilo
En vísperas del día de Halloween vamos a llevar a cabo un tétrico experimento seriéfilo: crear una serie realmente terrorífica a partir de retazos al más puro estilo doctor Frankenstein.
Para empezar, utilizaremos como base una de los títulos más influyentes e importantes de la historia televisiva: la amada y odiada, a partes iguales, Perdidos de J. J. Abrams (2004-2010). Eso sí, vamos a extirparle la parte de aventuras y la sustituiremos por el terror más lúgubre de un pueblo del que nadie puede salir al estilo Wayward Pines (Chad Hodge, 2015), pero mucho más tenue y destartalado; con el típico restaurante americano de los años sesenta, una iglesia, una piscina con un gran letrero de neón de un motel de carretera, una iglesia y un pequeño ambulatorio, una gran casa colonial a las afueras y otras cuantas pequeñas casas donde los habitantes tienen que refugiarse cuando cae la noche. Porque los malvados monstruos que aterrorizan al pueblo, que no se alimentan de sangre pero que, por lo demás, se parecen bastante a los vampiros de cualquier otra serie, solo salen cuando el día desaparece y no pueden entrar en las casas que tengan un talismán a no ser que se les deje entrar. Pero ojo, que para que este engendro seriéfilo recauchutado cobre vida todavía nos falta un último toque; la poción que Jack Bender, uno de los productores de Perdidos, prepara revolviendo pacientemente en el caldero mágico: unas gotas de incomprensible locura contenida, un buen puñado de cliffhangers que desembocan en callejones sin salida, un gran chorro de personajes con muertes horrendas y una ristra de situaciones imposibles. Y todo ello cocinado a ritmo lento, bajo el árbol hueco del que cuelgan las botellas vacías.
Puede parecer una locura, pero al rociar la masa deforme con el elixir prodigioso la criatura cobra vida. Hablamos de From (2022-actualidad), una serie de miedo que, ya solo fijándose en los títulos originales en inglés, denota una conexión evidente con la citada Perdidos. De hecho, va a aprovechar los puntos fuertes de esta para ofrecer una nueva experiencia más terrorífica pero igual de enigmática.
Uno de los secretos de From radica en su ambientación. La imagen del sheriff Boyd recorriendo el pueblo mientras se pone el sol, haciendo sonar una campana como señal para que todo el mundo se refugie en las casas ante la llegada de la hora de los monstruos, contiene la esencia de la serie: resiliencia ante la adversidad; tratar de vivir un día más superando las calamidades que, no se sabe quién ni cómo, interpone en el camino de los habitantes de Fromtown. Un peligro que, lo más seguro, termine con la muerte de cada uno de ellos.
Tras esta imagen, los interrogantes se acumulan uno tras otro impasiblemente, creando una base inestable sobre la que nos aposentamos los espectadores. Una base que, o bien nos hechiza para seguir vagando en la oscuridad de un laberinto del que no conocemos las reglas, o nos puede hacer caer en una ensoñación sin respuestas y que parece no llevar hacia ninguna parte. Y es que la serie no es agradecida, no hace concesiones y no es amable; cada temporada nos introduce más hondo en el pozo, lanzando a cada paso más preguntas pero sin ofrecer ninguna respuesta; juega con nuestra cabeza, nos desorienta en la niebla y nos hace sentir como los personajes que están atrapados en esa pesadilla sin sentido.
Quizás el mayor acierto de la From sea el desarrollo de personajes, muy a lo old school, dejando que la trama se cueza a fuego lento y permitiendo que los múltiples caracteres busquen su camino en base a sus convicciones; que reaccionen de forma individual a un entorno hostil y que, de acuerdo a esas vivencias extremas, vayan evolucionando con cada capítulo. Es precisamente esa evolución la que marcará el ritmo al que se desarrolla la historia, sin ninguna prisa en llegar al final del camino, virtud esta que también puede verse como su mayor defecto: el hecho de que cada personaje intente resolver el puzle a su manera provoca que, muchas veces, llegue a un callejón sin salida o a que el propio misterio en sí evite que se salga con la suya. Esto, después de muchos episodios, trae consigo un cambio en los habitantes pero no un avance en la historia, lo que puede provocar el cansancio ante el estancamiento en la trama central. De ahí la citada importancia de la ambientación y la coralidad de la serie; y de ahí, también, tener claro que estos dos elementos te deben compensar un periplo que ha sido tasado por sus creadores en cinco temporadas al final de las cuales, prometen, encontraremos la respuestas a todos los interrogantes.
Es innegable que la temática de terror de From, por ligero que sea, puede impactar algo al principio. Y aunque con el paso de los capítulos este terror se diluya haciéndose más cotidiano y dejando paso al misterio y a la difícil convivencia entre los personajes, es probable que relegue a la serie a una audiencia más pequeña que la cosechada con la vorágine de Perdidos. Sin embargo, la moraleja puede ser la misma: encantará a quienes valoren y disfruten más el viaje que el destino.