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Torneos: el campo de la economía que explica las persecuciones de ‘Mad Max y los fichajes millonarios

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Todos los que hayáis visto cualquiera de las películas de la saga Mad Max, sabréis que se desarrollan en un futuro postapocalíptico donde la civilización tal y como la conocemos ha desaparecido y el mundo es un lugar desértico y salvaje. Ese contexto genera un escenario económico muy interesante, porque hay dos recursos esenciales muy escasos: el agua y  el combustible. Tanto, que han adquirido un valor que provoca que la nueva sociedad y los distintos grupos que la forman se organicen en torno a ellos. Se aprecia claramente en la refinería de Mad Max 2: El guerrero de la carretera (Mad Max 2: The Road Warrior, 1981) en la que estaba asentado un grupo de civiles constantemente asediados o en Mad Max: Furia en la carretera (Mad Max: Fury Road, 2015) donde Immortan Joe es venerado casi como un dios por poder proveer estos recursos. Además, el combustible suele actuar como el mcguffin de turno dentro de trama de las películas, siendo frecuentemente el fin por el que los personajes protagonistas persiguen o, más habitualmente, son perseguidos.

Mad Max Fury Road

Es por ello que, tras ver el increíble valor que tiene el combustible en ese mundo, quizás resulta raro ver verdaderas monstruosidades automovilísticas de grandísima potencia y muy poca eficiencia energética. Son vehículos típicos de lugares como Estados Unidos, precisamente por la mayor abundancia (y menor precio) de gasolina, entre otros motivos. Si en esta situación postapocalíptica que hemos descrito, esa abundancia se ha convertido en escasez, parece que tendría sentido preocuparse por ello y usar vehículos y transportes que gastasen poco combustible. Vale, quizás ver a Max en un Prius en vez de en su Ford Falcon XB modificado no sería tan efectista, pero es algo que tendría sentido si realmente anda tan corto de combustible como para poner un explosivo en el depósito para evitar que se lo quiten.

Por suerte, la película no nos martiriza con un aburrido híbrido. Y eso no es solo para que Max parezca más cool, sino que también tiene sentido estudiando la situación desde la perspectiva de teoría de juegos porque, si hay otro elemento que caracterice la saga, son las persecuciones. Persecuciones que se deben, en la mayoría de los casos, al vandalismo que desata la lucha por los escasos recursos y, especialmente, la gasolina. Para no acabar asesinado o violado en una cuneta mientras chupan gasolina de tu depósito, la mejor baza es un coche rápido. Por ello, en el mundo de Mad Max, si quieres ahorrar gasolina lo que necesitas es, paradójicamente, un coche que consuma mucha gasolina para que no te la roben. De paso, así podrás ser quien se la robe al resto.

Datos Deuda futbolEsta situación no solo se da en la ficción, sino que es una de las causas de algunos de los problemas financieros más escandalosos de la realidad. Según el Balance de la situación económico-financiera del futbol español, la deuda pública de los equipos en el ejercicio 12/13 ascendía a la friolera de más de tres mil doscientos cincuenta y tres millones de euros; setecientos veinte se los debían a la hacienda pública. Cifra que casi dobla los mil seiscientos ochenta y ocho millones que adeudaba hace solo una década. De hecho, esta situación mantiene a muchos equipos en riesgo. Espanyol, Getafe, Zaragoza, Racing de Santander, Deportivo de La Coruña o Sporting de Gijón son algunos de los clubes que están o han estado en próximo riesgo de quiebra y desaparición, precisamente por no ser capaces de pagar sus cuantiosas deudas con sus propios ingresos. A pesar de que en los últimos tiempos estas cifras se están controlando, debido a las medidas tomadas por el gobierno para atajar esta burbuja, está claro cuál es la tendencia financiera natural de los clubes de fútbol. ¿Podría esto tener una explicación? Y, sobre todo, ¿qué tiene que ver todo esto con Mad Max?

Imagina que arranca una liga de fútbol en un país recién de creado. Por ejemplo, Imaginalandia. Muchos equipos se apuntan y su objetivo es, evidentemente, ser campeones. Hay muchos factores que hacen que unos equipos sean mejores que otros y ganen títulos: la cantera, la afición, la compenetración entre jugadores, la suerte… Pero tengamos exclusivamente en cuenta uno que seguramente sea el más importante de todos: el dinero. Seguro que podemos establecer una clara correlación positiva entre los recursos que un equipo posee para hacer fichajes, mejorar instalaciones, etc., con la cantidad de títulos que gana. Bien. Supongamos que el premio por ganar la liga de Imaginalandia es de diez millones y que los veinte equipos empiezan con un presupuesto equilibrado. Todos disponen del mismo dinero. Si la liga empieza de ese modo, podríamos decir que el azar y la suerte se combinarán con las características de cada equipo para decidir quién es el vencedor de la competición. En principio, podría ganar cualquiera. Ahora bien, ¿qué pasaría si un equipo pudiera endeudarse para aumentar sus posibilidades de victoria? Por ejemplo, un equipo podría pedir un millón para fichar a un gran delantero y un excelente portero extranjero que aumentarían claramente sus posibilidades de ganar la liga. Evidentemente, el problema es que hacerlo crearía un desequilibrio en el hasta entonces equilibrado presupuesto. Pero, claro está, dado que las estrellas prácticamente garantizan sobresalir por encima de los demás equipos, la deuda da muchas posibilidades de alcanzar el premio de diez millones, permitiendo al club pagar sobradamente su deuda. De hecho, tendría unos beneficios de nueve millones. Parece un buen plan.

Gastos fichajes y presupuestosAhora bien, en el mercado de invierno, uno de los equipos rivales ve esa estrategia y se da cuenta de que endeudándose por valor de dos millones, tendrá el doble de dinero extra para fichar buenos jugadores y, por tanto, el doble de posibilidades adicionales de ganar. Este equipo tampoco tiene que preocuparse de la deuda al pedir su crédito, porque seguramente gane la liga y el premio. Además, si su plan tiene éxito habrá dejado al otro club con una deuda de un millón, que no va a poder pagar. Es por ello que, a la siguiente oportunidad que tenga, al primer equipo le compensará invertir tres millones más para superar a su rival y garantizarse así el título de liga y no tener pérdidas.

Como se puede ver, todos los equipos de la liga podrían entrar en una batalla de acumulación de deuda para poder ganar la liga. A un nivel financiero e individual, la estrategia tiene sentido porque el ganador seguiría obteniendo beneficios. Ahora bien, a nivel global se pueden empezar a intuir los problemas, dado que solo puede haber un único equipo al que le salga bien la estrategia. Si todos a invierten cinco millones, habrá un equipo que consiga ganar y tener un beneficio de cinco más, pero el conjunto de la liga tendrá un déficit de 19*(-5)+1*5 = 90 millones de euros, una cifra enorme que el total de los equipos ha colaborado a construir en su intento individual por llegar a ese premio de tan solo diez millones.

Y, entonces, ¿en qué momento los equipos pararían esa escalada absurda de endeudamiento? Un punto focal en el que podríamos pensar es el instante en el que los equipos se hayan endeudado por valor de diez millones, ya que si piden más dinero no les compensaría la estrategia aunque ganasen el premio; sin embargo, el club habrá llegado tan lejos que esto deja de ser totalmente cierto. La realidad es que al club aún le interesaría endeudarse: si el equipo ya debe diez millones y no gana, tendrá un balance negativo de diez millones que tendrá que asumir. Pero si se desmarca y pide dos millones adicionales que le garanticen distanciarse del resto de equipos y efectivamente consigue ganar, solo deberá dos. Ambas situaciones son negativas, pero, puestos a elegir y teniendo en cuenta el profundo pozo en el que ya están hundidos los equipos de fútbol, la mejor alternativa individual sigue siendo endeudarse.

Sueldos España - BundesligaEsta carrera por perder lo menos posible, que puede explicar la tendencia a la deuda extrema de estos equipos imaginarios, tiene mucho que ver con una disciplina surgida de la economía laboral: los torneos. Según la economía clásica, los salarios dependen de la productividad marginal. Es decir, en un mundo perfecto y sin fricciones, lo que se paga a un empleado es justo lo que la empresa gana con la diferencia entre tener a ese empleado y no tenerlo. Gana lo que aporta a la empresa. Sin embargo, la realidad no es tan perfecta, y con limitaciones de información y mercado hay ocasiones en las que no pueden ser recompensados por su productividad. A causa de esto, es normal hacerlo por la posición que tienen en el ranking de productividad de los empleados. Es decir, la recompensa no se reparte proporcionalmente pagando a cada uno lo que aporta, sino que solo aquel que aporte un mayor valor, aunque sea ligeramente mayor, que el resto se lleva una gran parte de ella. Esto se aprecia en la realidad del ámbito empresarial, en el que el nivel salarial está asociado al del cargo.

Si las recompensas fueran casi iguales para todos los empleados, sin tener en cuenta su posición en el ranking de productividad, nadie pondría mucho esfuerzo extra en el trabajo ya que todos obtendrían prácticamente lo mismo. En cambio, a medida que aumenta la diferencia del premio entre el primero y el resto, los incentivos para tratar de ser el más productivo crecen. Eso se suele traducir en que el empleado está dispuesto a asumir más costes para lograrlo. Este puede ser el escenario, por ejemplo, de un deportista de élite: observemos la realidad del ciclismo o el atletismo. El ganador del Tour o el medallista de oro de unos juegos olímpicos obtienen un gran reconocimiento y patrocinadores. Sin embargo, el segundo clasificado no alcanza la fama a pesar de que la diferencia entre su rendimiento y el del campeón suele ser absurdamente mínima. Ambos han asumido un enorme coste en términos de sacrificio y trabajo, pero solo uno de ellos obtiene la verdadera recompensa. Por eso merece la pena invertir absolutamente todo lo que uno tenga para mejorar y tratar de ser el campeón. En cierto modo, esto explica por qué muchos deportistas intentan usar el dopaje y otras estrategias que podrían afectar a su salud con tal de no perder un torneo y quedarse en números rojos una vez se detraiga el coste de sus inversiones (dinero, tiempo, esfuerzo, salud…) de la recompensa.

Mad Max Coche InterceptorPrecisamente, una situación similar se da a la hora de invertir capital para competir por ser la ciudad que albergue unos juegos olímpicos. No tendría sentido para un país prepararse solo un poco para ello, ya que eso le daría muy pocas posibilidades o acaso ninguna. Por eso, una vez se toma la decisión de optar a ser sede olímpica, lo más eficiente es que las inversiones sean enormes. Además, es más fácil que seas seleccionado si ya has asumido gran parte de ellas antes de que te seleccionen, ya que es una señal de que la candidatura es seria y capaz. Esto hace que si el país no resulta elegido, las consecuencias sean desastrosas. Es una situación desgraciadamente conocida en España.

La explicación de estas curiosas situaciones radica en el hecho de que todas son torneos, es decir, situaciones en las que la recompensa no es proporcional al rendimiento, sino que priman enormemente al ganador. No importa que tu Boogie modificado vaya casi tan rápido como el monstruoso Cadillac doble Gigahorse del malvado Immortan Joe. Si es un poco más lento que su coche, es suficiente para que te alcance y estás muerto. No importa que casi ganes la Champions League y tu derrota solo llegue en la final por diferencia de un solo gol, el mayor premio y la gloria serán para el ganador. No importa si eres el cuarto ser humano más rápido de la tierra porque, si no superas a los tres que están por encima, nadie te recordará. Y, por tanto, más vale que gastes toda tu gasolina por mucho que escasee; más vale que te endeudes para ganar y que consumas sustancias ilegales. Da igual que el resultado global se traduzca en una mayor escasez de recursos, problemas financieros o un deporte destrozado: serás el más rápido. Habrás ganado la carrera.

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