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El seriéfilo: diciembre de 2015

Me estoy pensando escribir un libro y construir sobre él una religión o como mínimo una secta, porque si existe un culto llamado los adoradores de Rambo, ¿por qué no voy a poder yo crear mi propia religión politeísta de series? Y es que, terminando el año con una analogía entre las series y la vida, nada mejor que asimilarlas a algo tan de estas fechas como los regalos navideños: están aquellos que esperamos y que sabemos que nos van a gustar (The Leftovers —HBO—, Marvel’s Jessica  Jones —Netflix—); otros que, aunque esperándolos con ansia, nos decepcionan (Into the Badlands —AMC—); y las sorpresas que acaban convirtiéndose en lo mejor de lo mejor (The Expanse —SyFy—). Desgraciadamente, también hay algunos que ni los esperábamos, ni nos entusiasman (London Spy —BBC Two—).

Vamos a empezar por los primeros. Esos que llegan tras un año de indirectas y que, cuando los desenvolvemos, nos provocan una sensación de placer que se mezcla con la satisfacción personal que siempre da saber que uno es capaz de manipular a la gente. La encarnación seriéfila de estos regalos sería, por ejemplo, The Leftovers (HBO), cuya calidad habíamos alabado en la pasada temporada, pero que, debido a su extraño argumento y a un final demasiado disperso, se había quedado un peldaño por debajo de las grandes triunfadoras del 2014. Esta vez, rescatando a los personajes más interesantes de la anterior temporada, nos plantea una historia con principio y final, donde los extraños sucesos que arrancan en el primer capítulo quedan debidamente resueltos al final del último. Esto deja una grata impresión de temporada redonda, en la que encajan perfectamente todas las piezas. Superado los puntos oscuros de la primera temporada, mantiene la solidez de los actores con un uso abundante de planos cortos muy bien resueltos; la brillantez de los diálogos, complementados por intercambios de silencios en los que las expresiones faciales y las miradas de los intérpretes dicen mucho; y el interés de las diversas situaciones que, aunque increíbles por excesivas, nunca se perciben como irreales. Nos encontramos, sin lugar a dudas, ante una de las mejores series del año.

Otra grata sorpresa, aunque también esperada,  ha sido Marvel’s Jessica Jones (Netflix). La cadena que emite íntegramente por internet vuelve a crear unos superhéroes muy reales, más aun, quizá, que en Daredevil, ya que en esta ocasión, aunque los superpoderes tienen su cuota de mercado (sobre todo en el caso de Killgrave, el atípico supervillano de la historia), da la sensación de que esta misma historia podría reescribirse sin ellos. Tengo que reconocer que a mí esta serie ya me tenía ganado desde la intro, que me recuerda poderosamente uno de mis videojuegos favoritos de la Nintendo DS, el Hotel Dusk: Room 215 (fin de la cita friki del mes). A pesar de ellos, y aun reconociendo que Marvel’s Jessica Jones es una de las mejores series de superhéroes del momento, sigo prefiriendo la adaptación de Daredevil.

The Man in the High Castle (Amazon) es una cuidada recreación de la obra homónima de Philip K. Dick. Nos sitúa en un pasado distópico (¡por fin!, siempre he querido utilizar esta palabra), concretamente en unos años sesenta, en los que EE. UU. está ocupado por Alemania y Japón, potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. Con esta premisa, se plantea una trama de espionaje en la que unas extrañas películas de cine son las protagonistas. Además, me pareció entender que la serie aprovecha para deslizar una cierta crítica al patriotismo americano. En resumen, una historia muy bien realizada, muy original y muy entretenida, y por tanto os aconsejo que no os dejéis acongojar por eso de pasado «distópico». Dadle una oportunidad.

Los problemas, de hecho, aparecen más bien en el futuro. La maldición de las series postapocalípticas vuelve a aparecer y ya van… Pocas son las series de esta temática que, en los últimos años,  se salvan de la quema. Que yo recuerde, solo Los 100 (CW). Con Into the Badlands (AMC) ocurre algo parecido. Una premisa interesante: el mundo está controlado por siete barones rivales que gobiernan como si de un estado feudal se tratara; un comienzo fuerte: un clipper (nombre que reciben los soldados de élite de cada ejército) se enfrenta a una banda de forajidos mientras cumple una misión que le han ordenado. Coreografía de artes marciales al estilo Tigre y Dragón (Ang Lee, 2000) de mucha calidad y bastante sangrienta. A partir de ahí, la historia va perdiendo en cada capítulo, hasta que las peleas se convierten en lo único destacable de un conjunto en el que la historia se hace aburrida por insustancial. Esperemos que en su segunda temporada aprenda un poco de Banshee (Cinemax), que, sin ser una obra de arte, lograba dar a la historia el ritmo suficiente para no depender únicamente de las escenas de mamporros. Resulta interesante comparar las diferentes representaciones de la violencia que emplean estas dos series. Tienen las mejores escenas de acción y, sin embargo, son totalmente diferentes.

Volviendo al tema navideño de las expectativas al desenvolver un regalo, hay que tener cuidado cuando son demasiado altas, porque puede darse  un efecto curioso: sería el caso de la serie que te gusta, pero, como te esperabas otra cosa, sencillamente no te acaba de convencer. Es lo que me ocurrió con la inglesa London Spy (BBC Two). Aplicando mis ilimitados conocimientos de inglés, deduje que la serie podría tratar sobre un espía en o de Londres y eso es lo que me disponía a ver. Craso error. Con los ingleses hemos topado… Al final, resulta que el espía desaparece en el primer capítulo y la historia gira en torno a su novio, que intenta saber lo que le ha pasado. No es una historia para todos los públicos, pues durante gran parte del metraje divagamos sin entender nada y todo se resuelve atropelladamente casi al final. Aparecen personajes y localizaciones poco comunes que le dan un toque extravagante a la serie y la alejan de la realidad, rebajando la desaparición inicial a la categoría de pretexto desde el que desarrollar psicológicamente a los personajes.

Lo contrario me ocurrió con la también inglesa Wolf Hall (BBC Two), drama histórico ambientado en el siglo XVI, durante el reinado de Enrique VIII, y centrado en el consejero real Thomas Cromwell. La historia es entretenida porque abarca ese periodo en el que el bueno de Enrique quería casarse con Ana Bolena, pero como ya estaba casado con Catalina de Aragón y la Iglesia no quería anular el matrimonio, pues se monta un follón. Y digo que me pasó al revés que con London Spy (BBC Two), porque a mí estos dramas históricos me suelen dar mucha pereza y tengo que reconocer que me puse con ella un poco a regañadientes. Al final, Wolf Hall resultó ser una serie muy entretenida y bien hecha, algo así como un House of Cards (Netflix) de época y sin tantos líos de cargos y nombres. En aquella época, no había tanta burocracia.

Para ir terminando, he de decir que no sabía que echaba tanto de menos la serie Luther (BBC One) hasta que volví a escuchar esa intro de Massive Attack que durante meses tuve como tono de llamada. Aunque solo sean dos capítulos, volver a ver a Idris Elba en plena forma es un gustazo. No defraudará a los fans y siempre es una buena recomendación para los que gusten del buen género policiaco: vean las cuatro minitemporadas de nuestro gigante y atormentado detective, porque es tiempo bien invertido.

Y con esto llegamos al fin de otro año. Como siempre, se me han quedado en el tintero series que comentar, aunque eso puede esperar hasta el mes que viene; sin embargo, antes de terminar, os tengo que pedir un favor. Son muchas las series que, debido al ingente volumen de estrenos que ha habido este año, no he podido ver. Así que podéis echarme una mano decidiendo cuáles debería ver y cuáles, en cambio, podría desechar por completo. Haciendo memoria, se me han escapado… Hand of God (Amazon),  Master of None (Netflix), Jekyll and Hyde (ITV), Deutschland 83 (Sundance TV); segundas temporadas de The Affair (Showtime), Kingdom (Audience Network), Jane the Virgin (The CW), Legends (TNT) y Catastrophe (Channel 4)… Y, seguramente, un porrón más. Espero vuestras recomendaciones. Muchas gracias y ¡¡¡feliz año nuevo!!!!

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