NELINTRE
Divulgación

Carrie A. Nation: a Dios rogando y con el hacha dando

¿Os suena de algo eso de la Ley Volstead? O el Acta de Prohibición o la famosa Ley Seca, es todo lo mismo. Sí, esa enmienda de la Constitución de Estados Unidos por la cual se prohibía el alcohol, que fue promulgada en 1919 y derogada en 1933 y que tiene el dudoso honor de ser la única enmienda constitucional en ser anulada (porque la idea era buenísima, evidentemente). Pero, obviamente, Andrew Volstead no se levantó un día de la cama y dijo: «voy a prohibir las bebidas espirituosas». No. Había toda una ideología previa contra el demonio del alcohol, personificada por grupos como el Movimiento por la Templanza. Y entre sus filas destacaba la figura de Carrie A. Nation.

Carrie A NationLo de la lucha de una parte de la sociedad estadounidense contra la bebida venía ya de antiguo. Ya a finales del siglo XVIII empezaron con la idea de que el alcohol era malísimo (no olvidemos que el país fue fundado por puritanos). Y por esto, en 1826 se fundó el anteriormente mencionado Movimiento por la Templanza. El asunto tuvo éxito: en doce años, el grupo contaba ya con un millón y medio de miembros, más de ocho mil asociaciones locales y unas cuantas publicaciones que abogaban por la templanza.

¿Y qué pasa con Carrie A. Nation? Pues que la buena señora sería el miembro más famoso de este movimiento. Nacida en Kansas en 1846 como Carrie Amelia Moore, se casaría en 1865 con un médico, Charles Gloyd, con graves problemas con el alcohol y, al parecer, de ahí le vino a Carrie la tirria a los licores. Se separaría de él pocos años después, casándose en segundas nupcias, en 1874, con el abogado, pastor y periodista David A. Nation. De este segundo matrimonio sacó el apellido para hacer el juego de palabras «Carrie La Nación», máximo exponente del conservadurismo más rancio del país. Ya solo nos falta agregar un hacha, una biblia y una pizca de exaltación para tener el personaje.

CN wth group of women CRD Carrie Nation Home and MuseumCarrie no encontró mejor manera de defender sus ideales que entrar en los bares, ya fuese sola o acompañada de otras mujeres, rezando o entonando himnos, con un hacha en una mano y una biblia en la otra y dedicándose a destrozar todo lo que encontraba a su paso. No había mueble ni botella que se librase del terrible brazo ejecutor. Y la cosa no debía de ser broma porque, aunque rondase los sesenta, la buena mujer medía 1,82 metros y pesaba unos ochenta kilos. A ver quién era el valiente que se le enfrentaba armas (hacha y biblia) en ristre.

Pero uno no se da cuenta de la verdadera actividad que llevó a cabo Carrie A. Nation hasta que no le dicen que en una década, entre 1900 y 1910, fue detenida treinta veces. Para pagar las multas que le eran impuestas, usaba las donaciones recibidas en sus conferencias y lo recaudado por la venta de souvenires en forma de hacha (madre del amor hermoso), porque no solo de destrozar bares viven los virtuosos.

Carrie A. NationLa activista llegó a publicar incluso libros y dejó algunas frases para la posteridad dignas de mención, como aquella con la que se describía a sí misma como «un bulldog corriendo a los pies de Jesús y ladrando a todo aquello que no le guste». O también la del lema «los labios que toquen el alcohol no tocarán los nuestros», tal y como aparece en la foto posterior. Por cierto, Carrie es la de la esquina inferior derecha.

La vida de Carrie A. Nation llegaría a su fin el nueve de Junio de 1911, pero su historia perduraría. La Asociación de Mujeres Cristianas Abstemias erigió en el lugar en que fue enterrada una placa en su honor con la siguiente inscripción:

«Fiel a la causa de la prohibición, hizo lo que pudo»

Realistas, hay que reconocerles que eran. También en su honor, en su Kansas natal, se encuentra su casa museo. Por si esto fuera poco para semejante personaje, en 1966 se estrenó una ópera del compositor Douglas Moore basada en su vida.

Senador VolsteadPero la cuestión más importante y que no se puede perder de vista, es que gracias a visionarios como Carrie, en enero de 1920 entró en vigor la Ley Seca en Estados Unidos. El senador Volstead, orgulloso de su aportación a la humanidad pronunciaría estas palabras:

«Esta noche, un minuto después de las doce, nacerá una nueva nación. El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno».

Después vendrían el contrabando de alcohol, la venta ilegal, Al Capone, la mafia, las reyertas y asesinatos, las guerras de bandas, la matanza del día de San Valentín… Andrew Volstead se quedaría a gusto con su discurso.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba