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Cara lavada para la sucia guerra – 6 de junio

Las armas de Occidente buscan el fútbol y la diversidad sexual para limpiar su imagen. Rheinmetall, el mayor fabricante de armamento de Alemania, es el nuevo patrocinador del Borussia Dortmund.  Logo y nombre aparecerán en paneles durante partidos y ruedas de prensa. «Seguridad y defensa son pilares de nuestra democracia», defiende el presidente del club, «debemos aceptar esta nueva normalidad». A los seguidores no les gusta y han protestado en la final de la Champions: denuncian sportwashing, limpieza de reputación a costa del deporte. Sacaron pancartas en Wembley, pero la realización del partido no las mostró, seguramente por ser políticas. Al pacifismo lo condenan por ideológico. No como la guerra.

La industria bélica estadounidense se blanquea este mes en las marchas del orgullo gay. En San Luis, Boeing es el principal sponsor del Pride 2024 de la ciudad de Missouri, y parte de los activistas no están de acuerdo: «No hay orgullo en el genocidio», dice su campaña. Bombas GBU-39 fabricadas por Boeing fueron las que Israel lanzó sobre el campamento de refugiados de Rafah el 26 de mayo: al menos cuarenta y cinco personas fueron asesinadas con esos proyectiles made in USA. La imagen de un hombre palestino sujetando el cadáver de su hijo decapitado entre las llamas no sale tampoco en la propaganda de Boeing. Los anuncios de la guerra nunca huelen a piel quemada.

El pink washing, lavado rosa, también lo practica Lockheed Martin, otro de los grandes fabricantes de armas de Estados Unidos. La empresa recibe el diez por ciento de los multimillonarios presupuestos del Pentágono y con las migajas deducibles de esa fortuna patrocina desfiles pride por todo el país, y presume de sacar la máxima puntuación en la escala de la Fundación Campaña de Derechos Humanos. A esta organización que defiende derechos LGTBQ+ la financian bancos, tecnológicas y otras empresas de armamento como Northrop Grupman. Northrop y Lockheed son los fabricantes del F35, avión de combate insignia de Israel y uno de los ejecutores de la destrucción de Gaza. El lavado rosa tampoco incluye postal del macabro vientre de los misiles.

La venta de armas es un inmenso negocio con los mismos propietarios. Los leviatanes financieros Vanguard, BlackRock y State Street son los principales accionistas de las empresas estadounidenses, alemanas, francesas o británicas. En realidad, comparten patria: la pólvora y el dólar. Patrocinan la eternidad del eslogan «el hombre es un lobo para el hombre», de Plauto y Hobbes: garantizan beneficios mientras nos cazamos en manada. «El fútbol es la guerra por otros medios», decían en la Primera Guerra Fría. Eso lo saben los seguidores del Dortmund, que aspiran a que el único campo de batalla de sus vidas siga siendo el césped, y no una trinchera de movilización general y muerte por inercia disfrazada de unicornio.


Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.

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Víctor García Guerrero
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