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Catar 2030, la revancha sudaca

Estamos en el año 2022. Ceremonia de premiación del Mundial de Fútbol.

Argentina ha derrotado a Francia luego de un partido extraordinario. Messi se acerca a recibir la copa de oro, está ansioso por levantarla. Pero alguien lo detiene: el emir de Catar lo toma por los hombros y (suponemos que) le dice «te honramos con nuestro atuendo» mientras lo envuelve con un manto negro que, para la mayoría de nosotros, es señal de luto. Luego nos enteraremos que ha sido un «honor de la nobleza catarí que solo se otorga a hombres destacables» (en ciertos mundos las mujeres nunca serán destacables). Messi se deja cubrir, entre resignado y sorprendido.

Los medios internacionales reaccionan. «El emir de Qatar oscurece la camiseta azul y blanca de Argentina». «¿Un honor o una manera de apropiarse de la gloria argentina?». «Messi forced to cover up in black robe lifting world cup trophy». Gary Lineker: «Ist es beschämend, dass sie Messi in seinem argentinischen Trikot verdeckt haben». Der langjährige argentinische Nationalspieler Pablo Zabaleta kommentierte: «Warum? Einfach nur warum?».  Zabaleta se pregunta el por qué, otros responden: «El emir ha sabido manipular el deporte y proyectarlo al futuro como parte de la campaña de propaganda para blanquear su régimen teocrático, misógino, homófobo y racista».

En fin, no es para tanto. Hemos disfrutado un evento estupendo, olvidándonos por un rato de las desgracias de la Humanidad. «La tragedia final no será la opresión y la crueldad de los malos, sino el silencio de los buenos». Don´t worry dearest Martin Luther King! Ya verás, la especie humana evoluciona y aprende.

Estamos en el año 2030 y la geopolítica ha cambiado soberanamente desde el por algunos llamado «Mundial de la vergüenza» en Catar. La Copa del Mundo se juega ahora en Argentina y el flamante ganador es el equipo catarí.

Ceremonia de premiación.

Millones de ojos están puestos en la escena culminante. Algunos cambios son notorios.

Representando al país anfitrión está su trío de gobernantes. Argentina, país históricamente a la vanguardia de los derechos humanos en Latinoamérica, es liderado por una presidente de sexo e identidad femenina, un presidente masculino en todos sus sentidos y une presidente de género no binario. El triplete ha sido elegido democráticamente, lidera su país con maestría y su pueblo lo apoya. De hecho, las plateas están repletas de banderas de todos los colores.

En Catar las cosas también han cambiado para su bien: ya no es uno de los países más ricos del mundo sino el más rico de la Vía Láctea. Sus clientes han abandonado su doble moral y lo apoyan abiertamente. ¡Al fin políticas claras!

Seguimos. En el escenario de la premiación. los tres líderes del país anfitrión y el monarca del equipo ganador sea alinean para el gran momento.

Un heredero de Khalfan Ibrahim, (Doha, 1988) apodado el Maradona de Catar, se acerca a recibir la copa de oro. Está ansioso por levantarla, pero alguien lo detiene: el presidente argentino lo toma por los hombros, la señora presidente le dice «te honramos con nuestro atuendo» mientras le presidente le coloca un poncho de gaucho. El Emir se adelanta con su manto negro pero es interceptado: «por favor, pruebe nuestra noble bebida», le solicitan y, acto seguido, una flamante bombilla de plata entra en su boca. «Ahora, su Majestad, chupe por favor», le indican, «es yerba con agua caliente sin azúcar, muy sanito, una honorable bebida que beben ricos y… pobres, sepa usted disculpar».

La última imagen que el mundo ve del Mundial 2030 es al campeón catarí alzando su copa vestido de gaucho.

Los medios internacionales reaccionan indignados. Argentina deshonra al pueblo catarí / Deplorable actitud, esperable de un país con presidentes tricolores / Qatar, ejemplo de humanidad, oscurecida por la barbarie gaucha / El país del sur desenfunda islamofobia tapando la camiseta catarí con una manta obscena agujereada / «¡Yo invierto en Qatar hace 20 años, pero con respeto!», responde a la prensa un empresario alemán. Otro, del estudio británico de arquitectura Pattern Design: «Puse cada ladrillito en el estadio Ahmad bin Ali con amor y nuestros obreros tomaron cada tarde un five o’clock tea. El maltrato sudamericano es imperdonable» / «McDonald’s® y Coca Cola estuvieron en Catar porque sabemos alimentar, el mate causa gastritis», advierte un médico desde Kansas City.

En fin, no es para tanto. La especie humana (un simple mono desnudo, según Desmond Morris) evoluciona y aprende.

En 2034 el Mundial se celebrará, con el aval de suculentas empresas occidentales, en Afganistán, y gozará de la cálida bienvenida de los talibanes.

Todos (no todas) serán invitados a ir. Nadie sabe cuántos podrán salir.

Y la pelota seguirá rodando.

Y este mundo, también.

Ana Valentina Benjamin
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6 comentarios

  1. estoy de acuerdo con la periodista, el futbol muestra un poco en que direccion va el mundo, hay que divertirse, seguir adelante como si nada, pisar un estadio manchado de sangre.
    no esperaba una reaccion de los futbolistas porque lo suyo son las piernas y no la conciencia social, pero y todas los periodistas que estuvieoron en Qatar?
    que tristeza me da, hermano

  2. Nadie los obligó ni obliga a vivir en Qatar. Lo hacen porque en sus países estarían peor. De hecho la mayoría, que vive en condiciones infrahumanas, le mandan dinero a sus familiares en sus países de origen.
    Hay dos universos paralelos en Qatar, que conviven sin convivir, sabiendo uno de la existencia del otro e ignorándola a la vez.
    La alegria no es solo Brasilera. No mi amor.
    Pero tampoco es Argentina.
    El Mundial 78 se jugaba sobre los cadaveres de miles. Y el mundo lo sabía.
    Los estadios Qataríes “tenidos” de sangre, al menos fueron pagados en contante y sonante.

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