Cinefórum CCLVII: «S.O.B.»
De la parodia de un éxito propio a una inspirada en un fracaso personal; de una película de culto financiada por la Cannon para explotar una marca archiconocida a una cinta que se ríe, entre otras cosas, de su creador. De La matanza de Texas 2 a S.O.B., de Blake Edwards. Dos películas que se cruzaron en el atrezado camino de Hollywood… y que, por supuesto, este supo explotar.
Antes de entrar en materia, detengámonos por un momento en el título de la obra: observamos un extraño acrónimo cuyo significado la versión original no se preocupa demasiado por aclarar. Las apuestas más sensatas son el «Son of a Bitch» que pasa por la boca de casi todos los protagonistas y el «sexually oriented business» de los clubes de striptease y, quizá, también de la propia Meca del cine. Pero ya se imaginarán ustedes que este no fue el razonamiento de los distribuidores hispanohablantes que, como de costumbre, hicieron su magia: Se acabó el mundo (Argentina y Colombia), La gran profesión (Venezuela) y, brillando con luz propia, el Sois hOnrados Bandidos de la cartelera española, con h minúscula antes de la O. Como lo leen.
Por lo demás, S.O.B. es una película interesantísima, pero difícil de reseñar, hasta el punto de que surge la tentación de resumir la gestación del propio proyecto y pasar directamente a recomendar su visionado. No obstante, antes de coger la salida fácil, digamos que en S.O.B. Blake Edwards logró unir sutilmente el tipo particular de comedia que quedó asociado a su nombre a través de La pantera rosa, La carrera del siglo o El guateque y todo lo que sabía de cine (de cómo y con quién hacerlo) alguien capaz de firmar Desayuno con diamantes o Días de vino y rosas.
El caso es que, a finales de los 60, el director de Tulsa debía estar tan cansado del inspector Clouseau como Julie Andrews, su mujer, de Mary Poppins; juntos decidieron levantar un mastodóntico proyecto musical-bélico en el que ella podría mostrarse más… mostrarse más, a secas. El radical proceso de desencasillamiento de la pareja acabó con Darling Lili muy pasada de presupuesto; con Edwards enfrentado a la Paramount por su intrusismo; y con el estudio puenteando la distribución de su propia película y lanzada a una guerra de guerrillas para convertir sus derechos de distribución en un campo de minas.
Sobre todo ello hicieron Blake Edwards y Julie Andrews su siguiente película, una comedia que pone patas arriba Hollywood y deja un reguero de escenas y secundarios para el recuerdo. S.O.B., Son of a Bitch, sexually oriented business o, incluso, Sois hOnrados Bandidos… Sea con el título que sea, véanla.
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