Dresde, estado de emergencia nazi – 6 de noviembre
Dresde ha declarado el «estado de emergencia» nazi. La ciudad alemana está en nazinotstand porque una mayoría de sus concejales cree que «ideas y acciones antidemocráticas, antipluralistas, misántropas y de extrema derecha, incluyendo la violencia, se suceden cada vez más frecuentemente a plena luz del día». La CDU de Angela Merkel cree que exageran. En Dresde nació Pegida, el movimiento anti-Islam, y la ultraderechista Alternativa para Alemania saca cerca del treinta por ciento de los votos. Cuando cayó el muro de Berlín, los primeros neonazis del Este se levantaron allí para recordar «el Holocausto de los bombardeos».
Kurt Vonnegut vio Dresde desde las botas del vencedor y escribió Matadero 5, lectura obligatoria entre la tropa antibelicista que se oponía a Vietnam y el establishment. «Todo era bello y nada dolía», escribió Vonnegut sobre el paraje bombardeado y sus veinticinco mil muertos. Mil aviones británicos y estadounidenses soltaron cuatro mil toneladas de bombas convencionales e incendiarias cuando Hitler ya era carne de búnker. Dresde fue un mar de fuego junto al río Elba. La RDA reconstruyó las cenizas y levantó su industria. Luego llegaron la reunificación y el capitalismo. Ajustes. Demoliciones. El fascismo siempre florece entre ruinas.
La socialdemocracia y la derecha cristiana alemanas se desploman, y a su costa crece la ultraderecha. Frente político: Alternativa para Alemania. Frente social: Pegida y los movimientos anti-inmigración. Frente callejero: la violencia. En 2018, hubo en Alemania doscientos treinta y cinco delitos violentos ejecutados por militantes de extrema derecha. La policía encontró más de mil armas a estos grupúsculos. Son datos del Ministerio del Interior, gestionado por los socialcristianos que ven la alerta nazi «exagerada». Los hay que ya quieren pactar con los ultras. «Primero vinieron», alertó el pastor Niemöller, y no le hicieron caso.
La República de Weimar baila swing en Babylon Berlin, la serie más cara de la televisión alemana. «A las cenizas, al polvo: la ley eterna», canta una voz andrógina en el club mientras la débil democracia danza alegre hacia su destrucción. El diseño, el arte, la arquitectura, toda esa belleza indolora de Berlín iba a desaparecer entre camisas pardas. Bertolt Brecht, que no fue el autor del poema de Niemöller, dejó escrito su epitafio: «escapé de los tigres/ alimenté a las chinches / fui comido vivo/ por las mediocridades». La cuarta pared del teatro alemán la derribaron las bombas y entre los escombros merodean las bestias.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.
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