El Cid y John Wick: ochocientos catorce años de diferencia (sírvase como material escolar)
La creación y desarrollo de un héroe depende, en gran medida, de la conciencia nacional. Es el caso de Rodrigo Díaz de Vivar, cuyas aventuras fueron narradas en el Cantar de Mío Cid, famosa epopeya, cantar de gesta y pesadilla para muchos alumnos de bachillerato. Pero… ¿tienen razón los estudiantes al protestar tanto cuando se acercan a estas páginas?
Uno de los problemas que surgen al ser profesor en secundaria o bachillerato es poder transmitir a los alumnos los textos literarios con la misma pasión que siente el docente, si es el caso, cuando él los ha leído. El objetivo es que los adolescentes aprecien esa muestra de Historia con mayúsculas que tienen en sus manos y no vean solo un compendio de páginas infumables.
El Cantar del Mío Cid era leído en voz alta, recitado de memoria por unos antepasados que practicaban una mayor capacidad memorística. El público se agrupaba en las plazas para escuchar las novedades en verso (lo que facilitaba el estudio) de su héroe nacional: el Cid. Muchos de los hechos recitados concuerdan con los de la historia del protagonista, como es el destierro, las campañas en tierra de Zaragoza o el casamiento de una de sus dos hijas con un infante de Navarra.
El Cid es un héroe-modelo que se rebela y, aunque sea buen vasallo, no tiene buen señor. Su adversario es la fatalidad marcada en su destino: el ser expulsado de su tierra natal.
El héroe en la famosa película de acción es John Wick, en parte por ser un personaje sanguinario-pero-por-un-buen-motivo y en parte por ser Keanu Reeves, ese chico de cara maja, que nunca envejece y que cede su asiento en el metro de Nueva York, como muchos usuarios de Youtube han notificado.
Si se analiza con detenimiento, la receta del cantar no dista mucho de la trama de películas taquilleras que hoy esperan rodar incluso una tercera entrega. Póngase de ejemplo el mencionado John Wick. Esta película estadounidense la filmaron en 2014 David Leitch y Chad Stahelski, y fue escrita por Derek Kolstad. El protagonista es Neo, perdón, Keanu Reeves. El papel de la mujer en la película se ve reducido a las cenizas, casi literalmente: la esposa de John Wick muere y esto causa en el corazón del antiguo asesino, cuyo oficio fue durante muchos años el despiadado arte del sicario, un dolor insoportable.
Asimismo, en el Cantar el papel de la mujer se reduce a ser un símbolo del hogar y la calma que el Cid (que significa «señor» en árabe) quiere volver a recuperar. Ximena (la equis es la antigua jota castellana, leída como tal) es su fiel esposa que aguarda cual Penélope, pero sin tanto protagonismo ni tanto pretendiente, el regreso de su marido del exilio tan injusto que ha sufrido por parte del rey Alfonso VI. El Cid sufre la ira regia, concepto que se empleará también en otras obras literarias.
En cuanto a John Wick, ocho siglos después de Rodrigo, es la víctima del inmaduro juego de un niño-de-papá: cuando va a repostar su coche, se topa con Iosef Tarasov (Alfie Allen, véase Juego de Tronos), hijo del asesino Viggo Tarasov para quien trabajó Wick durante muchos años, antes de su retiro. El chico se encapricha con el lujoso cochazo del exsicario y se le ocurre la feliz idea de llegar a su casa, armar la marimorena, pegarle una paliza y matar a la bonita perrita de Wick, único recuerdo de su esposa muerta.
A partir de aquí, toda la película ilustra la venganza de John: de su caída y humillación por parte de Iosef al ascenso social en la escalera del crimen, la búsqueda del honor perdido esa noche, al haber sido atacado de improviso por un atolondrado y su pandilla. El Cid recorrerá también una escala donde matará a todo enemigo de la religión católica y conquistará territorios para ganarse el favor del rey. Ambos personajes unidos por la venganza y la «recuperación de la honra», factor crucial en todo héroe que se precie.
El Cid tiene a Babieca y John Wick a su cochazo, elemento que desencadena la trama. El Cid se dice, se cuenta, que en realidad era un mercenario, un asesino a sueldo. Como lo definía en 1929 el miembro de la Real Academia de la Historia, Antonio Ballesteros Beretta, en La España del Cid: «El Cid era un enemigo de su patria, violador de iglesias, cruel, perjuro; un mercenario, una especie de condottiero del siglo XI, ansioso de gloria y de botín». John Wick fue todo eso en sus tiempos mozos, antes de toparse con una Ximena que lo condujera a la tranquilidad y al calor del hogar. El Cid es expulsado de su tierra por una injusticia y a Wick le incendian su pisazo de exasesino acaudalado, así que se sienta sobre las cenizas y reflexiona su plan de venganza.
Esto es, en fin, un ejemplo de que las fórmulas de una exitosa trama nunca cambian. Bien sea en una plaza medieval comiendo pan con manteca, bien en una sala de cine de Gran Vía, los espectadores disfrutaron y disfrutan del mismo patrón, los mismos personajes arquetipo (de esto sabía mucho Shakespeare) y la misma sanguinaria violencia.
Nunca sabremos qué opinaría Menéndez Pidal de John Wick.
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Y si nos fijamos en El Quijote tenemos a Arma Letal con Mel Gibson de Quijote y Danny Glover de Sancho Panza. Si es que está todo inventado. Triste es que no haya innovación, incluso ya usan los comics de Marvel para ahorrarse guionistas y hacer las pelis, por cierto, copia de dioses griegos, romanos, etc…
Buen artículo y gracias.
Muchas gracias por sus palabras, me encanta la comparativa que ha realizado. Yo creo que lo triste no es que esté todo inventado, sino que no se sabe vender lo clásico, los orígenes, nadie ve más allá del «rollazo antiguo» cuando realmente estamos rodeados de referencias literarias.
Un saludo y gracias
¡Gracias por tu articulo Alicia!, me encanta la comparación que has hecho, y gracias a tu articulo leeré el Cid de nuevo. Creo que cuando nos lo mandaron leer en el colegio no lo valoramos como debiéramos. Tal vez si la profesora de aquellas nos lo hubiese explicado como tu, sí lo hubiéramos hecho. Me encantan estás comparaciones sobre las «formulas» literaria, así que ¡¡más artículos por favor!!
Muchas gracias! Hay que entender que la literatura nos rodea y saber verlo. Ganaríamos mucho y se vencería la ignorancia, uno de los problemas de la sociedad.