Dentro del cine mudo tres nombres brillan con luz propia: Charles Chaplin, Harold Lloyd y Buster Keaton. Tras detenernos en El moderno Sherlock Holmes del tercero, hoy profundizamos en este maravilloso género de la mano del más injustamente desconocido de ellos, Harold Clayton Lloyd. Este, cual alquimista exitoso, encontró una fórmula, un personaje y un estilo de hacer cine que funcionaba a las mil maravillas y que supo explotar a conciencia. El hombre mosca (Safety Last!, 1923) es un claro ejemplo de esta eficacia y la obra más emblemática del actor de Nebraska.
El personaje que representaba en sus films mantenía siempre una serie de características comunes en sus cintas: bisoño engafado que hacía uso de su ingenio para llevar a cabo con el mayor de los tesones el propósito hilarante que se proponía en cada situación. La inocente ingenuidad del personaje, junto con los malabarismos atléticos del actor, son dos ingredientes indispensables en este genial cóctel.
El estilo de cada película obedece a una plantilla sumamente pulida donde cada secuencia está estudiada al milímetro y en que el ritmo va siempre de menos a más, haciendo que el espectador vaya introduciéndose inconscientemente en el metraje. El conflicto indispensable en cualquier trama se irá resolviendo poco a poco saltando de chiste en chiste y de acrobacia en acrobacia, siendo cada una más loca y arriesgada que la anterior.
En El hombre mosca estos dos elementos se aúnan en el afán de un joven por demostrar a su prometida que verdaderamente ha alcanzado el éxito tras emigrar a la gran ciudad en busca de un trabajo. El joven enamorado, empleado mundano de unos almacenes textiles, encarrila una serie de hilarantes estratagemas para hacer creer a la chica que en realidad es un exitoso hombre de negocios y para ello termina, tras una serie de persecuciones y malentendidos, escalando el edificio de su lugar de trabajo para representar una campaña publicitaria ideada por él y que espera le granjee el éxito que anhela con tanto ahínco.
La película cosechó un tremendo éxito ya en su estreno, y la larga secuencia de la escalada al edificio (particularmente la parte del reloj) es uno de los hitos más famosos de la historia del cine. Sin embargo, más allá del chiste y la acrobacia, Harold Lloyd retrata y caricaturiza una sociedad de consumo efervescente en un mundo urbano plagado de novedades tecnológicas y donde el poder de los medios de comunicación y de la publicidad condiciona la opinión y las tendencias de las personas. El hombre mosca ofrece, a pesar de estar rodada en 1923, y más allá de la buenísima comedia que es, una radiografía social sorprendentemente actual.
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Keaton, Harold Lloyd y Chaplin fueron tres genios sin los que el cine hubiera sido algo muy diferente. Personalmente me gusta más Chaplin, su lista de películas es impresionante aunque es cierto que se hace algo repetitivo en sus papeles. Dejo una curiosidad para quien le interese:
http://cinelibreonline.blogspot.com.es/2017/09/peliculas-de-chaplin-en-dominio-publico.html