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El seriéfilo: noviembre 2015

Este mes, si me lo permitís, voy a empezar directamente a hablar de series sin decir ninguna tontería previa porque, después de la lamentable huelga de hace dos meses, que pasará a la historia por ser la única convocada, respaldada, seguida y reivindicada únicamente por una sola persona (servidor), hay mucho que comentar. Además, sé que en el fondo os alegráis de que no os cuente batallitas y vaya directamente al grano porque… venga, vale, ya voy. Si es que no me pasáis una…

Para empezar por el principio y que no se nos quede nada en el tintero, vamos con las series de los lunes (las que yo veo ese día, vosotros verlas cuando os dé la gana). Empezaré por The Walking Dead (AMC), que en esta sexta temporada ha recurrido al viejo y repetido truco de estrenar el truñaco del año, Fear The Walking Dead (AMC), justo antes de empezar para destacar más. ¿Rastrero? Sí ¿Efectivo? Sin lugar a dudas. Solo los títulos de crédito ya me parecieron gloria bendita. Con un primer capítulo faraónico en el que se dejan la mitad del presupuesto de toda la temporada, sigue la tónica de años anteriores, pero esta vez, para que no nos demos cuenta de que hay capítulos totalmente prescindibles, meten alguna escena de tensión: por ejemplo, algún zombi juguetón de esos de que casi te muerdo, pero no, logrando entretenernos y disimulando que la temporada es más de lo mismo. Mucha casquería y poca chicha. Por cierto, que a lo largo de este año que llevo merodeando por aquí, creo que nunca he hecho un spoiler, pero esto tengo que decirlo (tranquilos, he escrito esto con zumo de limón. Es muy sencillo: el que quiera leerlo tiene que pasar la llama de una vela, o un cursor, por encima y podrá leer el spoiler); SPOILER: ha sido lamentable. Si algo bueno tiene la serie (más aún el cómic) es la vulnerabilidad y fragilidad que trasmiten los personajes que, por muy buenos supervivientes que demuestren ser, pueden morir en cualquier momento; en las situaciones más absurdas, bien sea por un descuido o por simple mala suerte. Con este acontecimiento se crea una especie de aura en torno a los personajes principales, que parecen indestructibles pase lo que pase. Decididamente, no mola. Mantengo mi opinión de que esta serie, con la mitad de capítulos, podría  haber alcanzado la excelencia. Por desgracia, no va a pasar de ser recordada, simplemente, como una buena serie.

Segundo plato del lunes: Homeland (Showtime). Aunque tiene un comienzo más perezoso que en la vertiginosa temporada anterior, enseguida levanta el vuelo para volver a ser una verdadera y disfrutable serie de espías. Sorprende lo bien que le ha sentado soltar el lastre del romance CarrieBrodie. A falta de tres capítulos, la pérdida de protagonismo de Quinn (el personaje más atractivo de la serie… y lo sabéis) hace que se resienta toda la serie, pues Carrie, con su bipolaridad y demás chuflas, resulta bastante cargante. Por ahora, aunque me pareció mejor la cuarta temporada, está siendo un divertimento de alta calidad.

Y como postre, The Good Wife (CBS). La siempre amada, mi odiada Alicia Florrick vuelve a la carga con su séptima temporada. ¿Decepciona? No. ¿Desaprovechada? Siempre. Sigue manteniendo un altísimo nivel de guion, con historias entretenidas y muy bien hilvanadas, pero le falta frescura. Su personaje vuelve a empezar de cero y vuelve a triunfar, porque, ya lo sabemos, ella es perfecta: la más lista, la más honrada, la mejor madre, la mejor abogada, la más íntegra, la más… Pero la mezcla de todas esas cosas hace que pierda la más importante, la empatía del espectador (o por lo menos la mía). Lo siento, pero este es un momento perfecto para meter una batallita del abuelo y no la puedo desaprovechar: yo crecí con el cine de acción de los ochenta, donde al bueno le inflaban a sopapos y sufría como un perro (si no os hacéis una idea mental de lo que estoy diciendo, solo tenéis que visualizar a Bruce Willis en La jungla de cristal… Yippee ki yay, hi** de p***. Perdón, es que me emociono solo con recordarlo). ¿Qué ha sido de aquello? No, la Florrick ni se despeina, y eso me toca… la moral; me exaspera.

Hace unos meses, comentaba un fallido intento de serializar el éxito slasher de los noventa, Scream (Wes Craven, 1996), y tengo que reconocer que empezar a ver otra serie que trataba el mismo tema, con un nombre casi calcado, me daba una pereza terrible. Pero solo de pensar en el tiempo que os podía ahorrar a todos vosotros evitando ver otro bodrio como el de la MTV, me convenció de que lo correcto era sacrificar mi nada valioso tiempo por el bien común. Y, como siempre, me equivoqué, porque Scream Queens (FOX) aprovecha todos los tópicos de las películas americanas para adolescentes y las convierte en una divertida comedia que parodia elegantemente todos estos géneros teen. Muy divertida y con situaciones tan absurdas que es imposible evitar que se escape alguna que otra carcajada.

Otra serie muy recomendable es The Last Kingdom (BBC America), sobre todo para aquellos que vibraron con Vikings (History Channel), ya que nos devuelve a aquella época, pero centrándose en la invasión que los nórdicos llevaron a cabo en Gran Bretaña. En esta ocasión vivimos los acontecimientos desde el punto de vista de los sufridos cristianos. Volveremos a oír hablar de Wessex, Mercia, Northumbria y de algún que otro Ragnar. Una producción seria con rigurosa ambientación. Si echáis de menos los muros de escudos, esta es vuestra serie.

Cine negro en dosis semanales, era lo que nos prometía Public Morals (TNT), con un buen elenco de protagonistas en el que destacan Edward Burns o Michael Rapaport. Lamentablemente, la serie no consigue su propósito. Cae constantemente en clichés con diálogos, situaciones y personajes totalmente manidos que no tienen ninguna credibilidad. Lo mismo sucede con los decorados: todo parece impostado, de cartón piedra, y en vez de un buen aroma a café negro, destila un tufillo descafeinado. Si Nucky Thompson levantase la cabeza…

Si, en contra de todas las opiniones, ya la temporada pasada How to Get Away with Murder (ABC) me pareció un producto bastante mediocre y la interpretación de Viola Davis una castaña, con esta segunda temporada me reafirmo aún más en mis impresiones, porque es insufrible. Supongo que después de escuchar todos los parabienes que le dedicaban a la serie, se aplicaron la máxima de si algo funciona para qué cambiarlo y eso ha convertido esta temporada en una copia exacta de la anterior: mismo formato, mismas intrigas, mismas caras de mascota apaleada de Viola Davis. No me pillarán en una tercera temporada, de eso podéis estar seguros.

Y ya que estamos dando palos a segundas partes, seguimos, que esto de soltar bilis es muy terapéutico. La primera temporada de Empire (FOX) no me convenció demasiado, pero bueno, como todo aquello que tiene relación con la música me engancha, me desentendí de las estúpidas intrigas de los tres hermanos por hacerse con el control del sello familiar, y la cosa tenía un pase. Pero, esta vez, con la sobreactuación megalómana del personaje de Lucious Lyon (en ningún momento Terrence Howard es creíble), la serie pierde todo el interés.

Al final, con tantas interrupciones, no me ha dado tiempo a comentar nada de las nuevas temporadas de las mejores series del año pasado The Knick (Cinemax) y Fargo (FX)…  Si no hay impedimentos, os lo traeré como regalo de Navidad. Hala, que empieza a hacer frío. Al sofá, mantita y un buen capítulo antes de irse a la cama. O, quizá, alguno más…

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