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Espartaco, hijo de la ira – 12 de febrero

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Kirk Douglas se ha muerto entre los Óscar y el aniversario de la caza de brujas. Hace setenta años del discurso del senador McCarthy con el que lanzó su cacería de comunistas. Empezó por el Departamento de Estado. Luego iría a por actores, directores y guionistas. Uno de ellos fue Dalton Trumbo, amigo de Douglas, y para quien escribió el papel de Espartaco. Douglas no era comunista como Trumbo, pero se la jugó por él. Dirigió Stanley Kubrick en Alcalá de Henares. El franquismo suspendió, a cambio de unos dólares, su sangrienta cruzada.
Espartaco es la primera película de los años sesenta, políticamente hablando. Da vida al esclavo en revolución contra el imperio en una época de imperios en Guerra Fría. Eso fue gracias a Kirk Douglas. Que antes había rodado con el mismo Kubrick Senderos de Gloria para quitarle lustre a la guerra y sus señores cuando de la guerra solo se podía hablar bien. El guion era de Jim Thompson, otro hijo de la ira, como Douglas. Thompson era disolvente: había escrito El asesino dentro de mí, que es un gran reportaje novelado de la América real e infeliz que no salía en los anuncios.
«Hacer América grande otra vez» sigue repitiendo Donald Trump: sabe que la repetición vende, como los anuncios cansinos. El presidente de los Estados Unidos no ha tenido una sola palabra para Kirk Douglas después de su muerte. El actor escribió en 2016, con cien años, una reflexión en la que hablaba de Trump sin citarlo: sí citaba un discurso del presidente en Arizona que a la mujer de Douglas le recordó a Hitler. No nos escandalicemos: la hipérbole es un derecho del artista; y la mentira, del político. La muerte de Douglas llegó el mismo día que la vida salvada de impeachment de Trump.
Del Hollywood dorado ya no quedan apenas figuras. El hecho biológico se impone. Y el tecnológico: la ciudad donde se crean los sueños está dejando el trono del reino en manos de las series. Quizá hoy Netflix podría producir Espartaco. Pero no sería lo mismo: pasaría rápidamente de moda, un título más en el catálogo. O quizá ni eso. La caza de brujas no murió con el senador McCarthy, aunque ya no se pidan carnés en Hollywood. No hace falta. En estas cosas sucede como con Roma y la esclavitud rebelde: había que crucificar a Espartaco para que, cuando volviesen los esclavos, no fuesen millones.

Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

 

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