Gina Haspel, nueva directora de la CIA – 14 de marzo de 2018
Una de las primeras medidas que ha tomado Donald Trump después del 8 de marzo es poner a una mujer al frente de la CIA. Se llama Gina Haspel y es la primera que ocupa el cargo en los setenta años de la agencia. También es la primera persona al frente de la CIA de la que se sabe de forma fehaciente que dirigió una cárcel secreta donde se torturaba a los prisioneros de esa guerra sin fin contra el terrorismo. Mujer y torturadora. Trump ya puede presumir de feminismo. Y de pulso firme en su política exterior. El predecesor de Haspel en la CIA es Mike Pompeo, nuevo secretario de Estado. Es la diplomacia del dron y el tormento. Ahora también son armas de mujer.
Theresa May y Angela Merkel son las mujeres más poderosas de la Tierra y tampoco desprecian la guerra. May fue ministra del Interior antes de dormir en Downing Street y ahora promete mano dura contra Rusia por matar en su isla a los exiliados de Moscú. Serán gajes del oficio: los ministros de la porra desarrollan querencia por el palo. Merkel, sin embargo, es de ciencias y quizá por eso su arma favorita son las matemáticas, o sea, el dinero. Lo saben bien los jubilados griegos. O los españoles. A los que la pensión no les sube lo que la inflación porque la aritmética alemana dice que primero cobran los bancos. A la guerra también se puede ir con calculadora.
Marine Le Pen se crió entre himnos de combate porque su padre era veterano de la guerra de Argelia. Ahora ha recriado el partido y en lugar de Frente lo llama Reagrupamiento Nacional. Frente debía sonar demasiado a trinchera. Pero Reagrupamiento Nacional fue un partido fascista y colaboracionista de aquella douce France de los años cuarenta. Entonces, Francia estaba ocupada por la Alemania nazi, un sueño imperial de raza y mística donde las mujeres debían parir niños arios para la máquina. A la derecha más patriótica le tiran sus banderas, pero también se puede arrodillar ante otra más poderosa. Juana de Arco ardió por Francia, sí, pero sobre todo por la Iglesia. Esa madre.
El siglo XXI avanza impetuoso hacia la igualdad. Pero no hacia la igualdad de derechos, los patios con danza y las lecturas obligatorias de Virgina Woolf. Tampoco camina con el rumbo puesto hacia una sociedad de trabajos bien pagados, jubilaciones honrosas y enfermedades no privadas. Trump es un visionario, más grande que la vida misma, escribe otro Wolff, Michael, su biógrafo no autorizado. Trump ha visto que en el futuro hombres y mujeres pueden disparar, torturar y explotar a sus semejantes por igual. En el imperio de armas y capital alcanzaremos la igualdad. Porque en el imperio, por fin, todos seremos súbditos.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.
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