La verdad intoxicada: DANA en Valencia y posverdad en España
«La verdad sostenida por los datos se ha devaluado», escribía William Davies en Estados nerviosos. En aquel fantástico ensayo Davies señalaba cómo en el contexto actual, la objetividad se ha devaluado frente a las narrativas de la emoción y la táctica política. Esta reflexión resulta fundamental para entender los riesgos que enfrenta nuestra democracia hoy, donde la construcción del relato es tan influyente como los hechos mismos. En democracia, la opinión pública solía depender de un flujo informativo riguroso, capaz de sustentar decisiones informadas y libres de manipulación. Sin embargo, la aceleración en los tiempos de la vida pública, la consolidación de las redes sociales como principal vehículo de transmisión informativa y la progresiva devaluación de los liderazgos políticos, han hecho de la opinión en política un producto de consumo rápido. La información, degradada y simplificada para captar la atención en pocos segundos, ha intoxicado el espacio público, transformando la conversación democrática en una competición de relatos enfrentados, en la que la verdad se convierte en una cuestión de perspectiva más que de hechos.
No iba a ser esta una columna sobre posverdad; debía ser un repaso del impacto exponencial de la DANA en Valencia y de las múltiples repercusiones que debería tener sobre nuestra forma de interactuar con el medio. Me habría gustado hablar de las reflexiones del climatólogo Juan José González Alemán, que lleva casi dos semanas trabajando intensamente en sus perfiles públicos en aras de una divulgación científica de calidad sobre fenómenos meteorológicos extremos. Como también me habría gustado profundizar en aquel ya lejano Seventh Assessment Report del IPCC donde se advertía sobre cómo el cambio climático agrava la severidad de estos eventos, volviéndolos casi inevitables en un plazo corto de tiempo. Sin embargo, no importa el volumen ni la calidad de lo publicado al respecto; vivimos en un mundo de mezquinas contradicciones, donde la verdad se ha convertido en algo prescindible.
Los sucesos de la DANA en Valencia han estado acompañados de una tóxica combinación informativa bajo cuyas repercusiones vamos a estar bastante tiempo. De un lado, algunos de los principales medios del país han mantenido un perfil dudosamente ajustado a la gravedad del desastre. Ejemplo de ello es que las portadas de los principales periódicos españoles ni siquiera abrieron con los estragos de la DANA el día 31 (solo El País y El Diario consideraron la catástrofe como tema de portada). Mientras las principales rotativas europeas encabezaban sus portadas con la noticia de la mayor catástrofe natural en España en décadas, medios como El Mundo, ABC o La Razón daban prioridad en sus primeras páginas al caso de Begoña Gómez, esposa del presidente del gobierno. A esto se suma la irrespirable atmósfera que se respira en columnas de opinión, análisis en prensa escrita y radio donde se potencia una versión de los sucedido que confronta parte de la realidad de los hechos. Buena parte de los medios de comunicación y grupos de opinión del país quieren poner al mismo nivel el hecho objetivo de que el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, no activó las alertas ni utilizó los medios a su disposición, frente al hecho de que el presidente del Gobierno debería haber asumido el mando y activado el estado de alarma. La realidad es que Mazón, con plena competencia para actuar, no utilizó sus recursos, pese a disponer de información suficiente con días de antelación. Mientras que el presidente del Gobierno optó por respetar la autonomía de la administración autonómica, tal y como establece la ley, en una decisión que tuvo mucho de tacticismo. No obstante, los más avezados del reino se habrán percatado de que poco importa la elección que tomara el presidente del Gobierno, porque su destino estaba decidido. De haber intervenido el mando de emergencias en la comunidad y haber asumido el control, las mismas rotativas que sentencian al presidente como asesino y colaborador necesario de la catástrofe, estarían hoy advirtiendo de que la gestión del gobierno es la culpable de esas mismas desgracias. Para una parte importante de los medios de comunicación y los opinadores de España sencillamente esto es un juego de suma cero.
Poco parece importar ahora que el único mecanismo para mejorar nuestra gestión de los sucesos meteorológicos extremos, que no es otro que la AEMET, esté bajo una ofensiva contra su credibilidad. Ofensiva encabezada por el sindicato de ultraderecha Manos Limpias en un ejercicio de desfachatez extrema si atendemos a la información que la propia AEMET llevaba días emitiendo sobre la DANA. La agencia fue la principal entidad cuyos mensajes no solo se emitieron a tiempo sino que eran nítidamente claros. No oírlos fue responsabilidad de las administraciones competentes, culpar a la agencia es un despropósito. Tampoco parece escandalizar a nadie el hecho de que el máximo dirigente del tercer partido más votado del país, tenga como principal argumento para cargar contra el gobierno el bulo de la voladura de azudes. Una mentira tergiversadora desmentida por las principales administraciones y asociaciones de conservación de ríos en España. La totalidad de los algo más de doscientos azudes derribados en España en el último año tenían menos de dos metros de alto. Pretender pensar que la riada del día 31 se produjo por haber levantado estas estructuras es absolutamente demencial. Como demencial fue el espectáculo que ha girado en torno a la visita oficial de SM el rey de España a la zona afectada. A poco que ustedes hayan escuchado las declaraciones de la alcaldesa de Paiporta, Maribel Albalat, sobre la presencia de colectivos ajenos al municipio durante la visita oficial, habrán comprendido que lo que ha sucedido allí tuvo algo de orquestado. Es fácil rastrear en redes las convocatorias de agitadores y grupos de extrema derecha para reventar el acto y convertirlo en un escarnio público al presidente. Esto no quiere decir que la indignación no esté presente en las zonas afectadas, lo que sí que implica es una manipulación de claro signo político.
No hay que ser un analista de medios para comprobar que asistimos a una campaña desinformativa masiva de grupos de extrema derecha y agitadores con el beneplácito de buena parte de la prensa conservadora nacional. Esa campaña tiene poco o muy poco de apoyo a las pobres familias afectadas por la DANA y bastante de maniobra política espuria. Cuanto antes comprendamos la magnitud del descalabro antes podemos anticipar sus repercusiones. Lo más triste de todo es que, como de costumbre, lo realmente importante aquí es que hay varios miles de afectados y más de doscientos muertos cuya indignación va a ser instrumentalizada sin ningún tipo de escrúpulo. Una vez más, la verdad será intoxicada.
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