Morir en un camión – 30 de octubre
Treinta y nueve cadáveres caben en un camión Scania. Treinta y un hombres y ocho mujeres con rasgos asiáticos. Son chinos, se apresuró a anunciar la policía de Essex, Reino Unido. Luego se desdijo. Asiáticos. Algunos son vietnamitas. La identificación va a tardar. La inmigración ilegal se basa, precisamente, en la falta de papeles. Priti Patel, ministra del Interior británica, ha dicho que es un incidente horrible. Tiene a Thatcher y Reagan de portada en Twitter y fue chica Brexit en el referéndum: quiere acabar con el libre movimiento de personas y cerrar las fronteras. Si no estuviesen muertas, las víctimas del Scania estarían presas. O escondidas. Las vidas fugitivas no son incidentes horribles; son la ley.
El conductor del vehículo se llama Mo Robinson, y está detenido y acusado de homicidio múltiple. Mo es de Portadown, Irlanda del Norte. El 22 de septiembre actualizó su foto de portada en Facebook. Es su camión, rojo cereza. Los comentarios elogian la belleza del vehículo. Gareth y John ponen emojis. Craig le recuerda que él lleva ahora el frigorífico que antes transportaba Mo. ¿Con o sin migrantes? Muchos ponen la foto de bodas como imagen de perfil. Mo sale con su chica, también vestida de cereza. Tiene un perro y una abuela, con la que posa. Su madre pone un corazón y un comment: «beautiful granny». Preciosa abuelita. No hay amor sin tiempos de cólera.
La caja del racismo institucionalizado del Brexit la abrieron abuelas entrañables y jóvenes airados de una sociedad enfadada. En ese caldo crecen figuras como Katie Hopkins, celebrity de tele y tabloides, ahora en carrera política. Hopkins culpa de las treinta y nueve muertes al Refugees Welcome y a los barcos que rescatan a gente desesperada en el mar. Falso, naturalmente, pero descubrir la mentira ya no frena la rabia. Katie Hopkins tiene un aire a la líder fascista de la serie Years and Years, aclamada porque dicen que es más verdadera que lo real. Esteban Hernández recuerda que conviene leer la realidad para analizar la ficción, y no a la inversa. Los ahogados del Mediterráneo son reales antes de Netflix.
La segunda temporada de The Wire empieza con el descubrimiento de un cadáver de mujer flotando en el puerto de Baltimore. El detective McNulty descubre que la chica viajaba en un contenedor con otras dieciocho jóvenes. Todas muertas por asfixia. Los responsables son unos narcos y los estibadores, que van a comisión por hacer la vista gorda a los containers de caballo y seres humanos. El jefe estibador se llama Sobotka, y justifica cobrar de la mafia porque (según él) es la única forma de salvar puerto y curro. «¿Ahora quieres saber qué hay en las latas?», le pregunta uno de los narcos. Sobotka no responde. Acabará en la cárcel, paraíso de los ángeles caídos de la clase obrera.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.
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