Noir Désir: oscura contradicción
Desde nuestro españocentrismo garrulo y nuestra anglofilia aduladora, es difícil ya no solo conocer, si no tan siquiera intuir que puedan existir escenas musicales interesantes más allá del mercado internacional preestablecido. Por eso no debe extrañar a nadie que un dinosaurio de la música francesa como Noir Désir pueda llegar por primera vez a nuestros vírgenes oídos a través de los tabloides y no del hit parade.
Porque sí, para el que aún no los sitúe, Noir Désir fue la banda del franchute (Bertrand Cantat) que salió en Corazón Corazón por haber matado a su novia en una pelea doméstica. Y sí, antes de eso, Noir Désir ya era uno de los conjuntos de rock probablemente más grandes de la historia de Francia. Aunque a día de hoy tan fatídico acontecimiento eclipse cualquier juicio musical al respecto.
La historia de Noir Désir, como la de su líder y como la del país que los vio nacer, está llena de oscuras contradicciones. Iniciaron sus pasos como banda de rock alternativo en Bourdeos, a mediados de los años ochenta, momento de la confusa cohabitación política entre el progresismo de Miterrand, presidente de la República, y el conservadurismo de Jacques Chirac, primer ministro. Esta esquizofrenia política provocó una notable desazón entre la juventud del país de la que ellos sabrían hacerse portavoces, convirtiéndose rápidamente en la formación más emblemática del discurso antisistema francés del momento. Que muchas de las letras de sus primeros tiempos fuesen en inglés, el idioma «oficial» de la globalización capitalista que tanto detestaban, no deja de ser una muestra más de la confusa época que representaban. Algo semejante a la postura que mantuvieron con la proyección mediática de sus canciones, que pese a unos primeros y voluntariosos intentos de automarginalismo, acabó claudicando ya a la sombra internacional del grunge noventero, ante la inevitable fuerza de la radiofórmula y la exposición masiva del éxito.
Pero si una triste contradicción caracterizó al devenir de la banda, es sin duda el paso de su líder y cantante de héroe maldito a héroe caído y repudiado. En 2004, Bernard Cantat arremetió a golpes con la que era su pareja sentimental, la actriz Marie Trintignant, hija del también actor Jean-louis Trintignant, en una disputa conyugal regada, según testigos, de alcohol y estupefacientes. Ella moriría a causa de lo que él calificaría como un triste accidente, y de lo que la justicia tildaría de homicidio involuntario. Cantat ingresó en prisión hasta el año 2007, cuando saldría por buena conducta, momento en el que su vuelta a la actividad pública (algún tema grabado con Noir Désir y una tímida actividad en solitario) abrió el debate respecto a su derecho a reinsertarse socialmente.
Antes de que le tragedia hiciese presencia, Noir Désir se convirtió en voz de una generación que vio en su crudeza musical y su lirismo reivindicativo una bandera que enarbolar. Así lo atestiguan clásicos aún hoy populares de su repertorio como «Le vent nous emportera» o «Aux sombres héros de la mer». Sin embargo, el legado de la banda siempre tendrá que lidiar contra la infinita sombra que Cantat proyectó sobre ella. Una pena infinitamente pequeña para las consecuencias de sus oscuras contradicciones.
- Cinefórum CCCXCV: «El irlandés» - 21 noviembre, 2024
- Autopista al infierno, con parada en quioscos y gasolineras - 30 octubre, 2024
- Lo que sé de los vampiros (VI): el siglo XX y el primer vampiro pop - 14 octubre, 2024