NELINTRE
Cine y TVEl SeriéfiloOff-Topic

El seriéfilo: marzo de 2017

Esto se desparrama amigos: tan solo mes y medio después que el año seriéfilo se pusiese serio ya se me acumulan un montón de series pendientes en la estantería digital de mi cueva. Supongo que muchos estaréis igual, por eso dicen que las penas compartidas son menos penas. Así que no nos dejemos vencer por el estrés de ese ritmo de visionado imposible de mantener y disfrutemos de cada capítulo como si fuera el último porque, por suerte, hay mucho y bueno.

Este mes no podría empezar hablando de otra cosa que no fuese el regreso del mundo de Alicia Florrick, que como se avanzaba el verano pasado se iba a centrar en Diane Lockhart. Siguiendo la política de la cadena CBS de cambiarlo todo para que no cambie nada, han querido mantener incluso parte del nombre de la serie, The Good Fight, diciéndonos que seguimos en el mundo de The Good Wife pero sin Alicia (la wife) y así se aprovechan todos y cada uno de los secundarios que en algún momento pudieron tener alguna importancia en su predecesora y se hacen referencias continuas a los que no están. Por lo demás, nada nuevo bajo el sol; todo sigue igual: guiones perfectamente ensamblados, humor fino, producción impecable… Solo veo una pequeña grieta y, aunque sea obvio, no por ello es menos importante: Diane Lockhart es peor personaje que Alicia Florrick y no puede soportar todo el peso de la serie como protagonista. Su relación con su marido Kurtz, que apunta en el mismo camino de la relación Alicia-Peter, incluso en su falta de química, y su fichaje por un bufete de abogados formado únicamente por afro-americanos, no aporta el mismo grado de superación con el que empezaba Alicia (recordemos, que empieza a trabajar después de años sin ejercer la abogacía porque su marido entraba en la cárcel y tenía que mantener a dos hijos), por lo que el grado de empatía es menor. El matrimonio King (los guionistas de la serie) lo sabe y por eso introducen el personaje de Maia (interpretada por la actriz Rose Leslie, famosa por su «no sabes nada Jon Snow»), una recién licenciada que comienza su carrera bajo el ala protector de Diane, y también mantienen el personaje de Luca Quinn (compañera de Alicia en las últimas temporadas). Para intuir lo difícil que creen que va a ser sustituir a Alicia solo hay que ver a quién proponen como sustitutas: una mujer a punto de retirarse (Diane), otra lesbiana (Maia, que además es repudiada por la opinión pública por culpa de su familia, ¿nos suena de algo también?) y otra afroamericana (Luca). Tres mujeres perfectamente identificadas en tres grupos minoritarios que trataran de llenar el vacío que dejó Julianna Margulies. No soy muy optimista al respecto porque este universo era el de Alicia y no el suyo. Más parece un tributo que una serie nueva: aparecen secundarios que ya estaban en The Good Wife como Julius Cain, que funciona muy bien como nexo entre las dos series, y Marissa, la hija de Eli Gold, que parece estar metida a calzador como secretaria de Diane. Lo que es seguro es que veremos discurrir por la serie a la mayoría de los personajes que tuvieron cierto impacto en su predecesora. De hecho, no tardan ni cuatro capítulos en echar mano de Matthew Perry, el malísimo Mike Cresteva, mentiroso compulsivo que trataba de hacer la vida imposible a Alicia. Ya en el quinto, aparece la genial Elsbeth Tascioni dando su punto de color a la serie. También Neil Gross y su buscador Chumhum hacen acto de presencia.

Demasiados puntos en común para crear algo nuevo, demasiadas referencias a la gloria pasada, demasiada similitud en los casos y la forma de afrontarlos. Se ha apostado por la continuidad cuando había cientos de posibilidades para evolucionar el universo de The Good Wife y hacerlo incluso mejor de lo que fue. Una protagonista como Elsbeth Tascioni o como Louis Canning daría un nuevo aire a la serie, abriendo nuevas posibilidades y permitiendo una renovación necesaria, pero se ha optado por la continuidad más absoluta. La seguiré viendo porque es una buena serie, pero desde otra perspectiva: hace tiempo que se acabó el amor, ahora solo será por rutina.

No sé si alguien se habrá animado a continuar con la segunda temporada de Colony (USA Network) ya que, sin ser mala, su primera temporada no pasaba de ser una serie más de ciencia ficción con invasión alienígena. Confío en que a Josh Holloway, después de tantos años de capa caída tras su éxito como el Sawyer de Perdidos (ABC), le quede aun algún fan que siga todas sus apariciones televisivas a pesar del desastroso fracaso de su anterior proyecto, Intelligence (CBS), porque en ese caso su paciencia va a ser recompensada. Esta temporada mejora: seguimos la vida de la familia Bowman durante una invasión alienígena y la trama se centra más en los distintos movimientos de resistencia frente a la ocupación invasora, que recuerdan a las películas clásicas sobre la resistencia francesa frente al ejército nazi en un París ocupado. Este aroma de lucha callejera frente al invasor fascista da un nuevo impulso a la serie que gana en acción y dramatismo, abandonando totalmente el conflicto familiar que se abordaba en la primera temporada. Sin llegar a ser una temporada notable, si que se aprecia una mejoría que podría desembocar en una renovación para una tercera temporada.

Finalmente, he terminado los ocho capítulos de la producción de Tom Hardy, Taboo (BBCOne), y creo que va a optar a la mejor mini-serie del año sin ninguna duda. Aunque hay críticas que la tildan de aburrida y lenta, yo solo he encontrado un pequeño bajón de intensidad en algunos momentos de los capítulos cinco y seis, que se desvanecen completamente al afrontar el frenético desenlace final en sus dos últimos episodios. Por lo demás, ha sido un lujo poder pasear de la mano del misterioso James Delaney (Tom Hardy) por el Londres de principios del siglo XIX (recreación que raya la perfección), desde los muelles hasta el salón del rey, pasando por los lujosos despachos de las oficinas de la Compañía Británica de las Indias Orientales y conociendo de primera mano detalles de la guerra de 1812 (entre Estados Unidos y Reino Unido) que en el momento en que se ambienta la serie (1814) estaba llegando a su fin.

Cerrada queda también la primera temporada de This is Us (NBC), rememorando la magia que desprendía en su piloto y que se mantiene hasta el último capítulo en el que nos vuelve a engañar, dulcemente, citándonos para una segunda temporada que, visto lo visto, promete ser igual de entrañable y sentida. Pocas series de un canal en abierto pueden mantener la calidad, el interés y la sorpresa durante sus dieciocho capítulos (que se dice pronto), manteniendo la puerta abierta a nuevas emociones, sin dar la impresión a los televidentes de que la cadena se aprovecha para camuflar metraje de relleno. En This is Us, tenemos la sensación de que cada minuto es importante, que cada gesto, cada mirada y cada palabra son esenciales para enriquecer la serie.

No podía terminar este repaso mensual sin mencionar a mi actor inglés fetiche, David Tennant, que vuelve con la tercera temporada de Broadchurch (ITV), serie policíaca donde se investigaba la muerte de un niño de once años en un pequeño pueblo costero de Inglaterra: una vez resuelto el caso de Danny Latimer tanto policial (en la primera temporada) como judicialmente (en la segunda temporada), esta tercera temporada vuelve con un caso nuevo, en esta ocasión  la violación de una mujer de mediana edad. De nuevo la serie se centra, además de la resolución del caso en sí, en el impacto que este provoca en el entorno cercano de la víctima y cómo los amigos, conocidos, gente de los alrededores y prensa reaccionan ante los hechos. Aunque podría verse independientemente de las otras dos temporadas que sí presentan una unidad argumental clara (todo giraba en torno al asesinato de Danny), se incluyen personajes de las primeras temporadas que se entremezclan de forma colateral con los nuevos personajes, no solo con la intención de mostrar cierta continuidad narrativa, sino tratando de explorar las distintas formas que tiene la familia Latimer de rehacer su vida después del trágico acontecimiento de la primera temporada. Sin lugar a dudas, el punto fuerte de la serie es la pareja protagonista, Olivia Coleman (DS Ellie Miller) y David Tennant (DI Alec Hardy), que lleva todo el peso interpretativo de la serie de forma magistral mostrando una química especial, una relación que va evolucionando a lo largo de las temporadas y se convierte en el eje central de la serie más allá del caso que estén investigando. Al igual que la relación de Miller y Hardy, la serie ha ido evolucionando puliendo aspectos narrativos que le dan una mayor credibilidad, ya que es cierto que la primera temporada adolecía de una estructura muy encorsetada en la que cada episodio presentaba un posible sospechoso y al finalizar el mismo se descartaba, eliminando así todo el factor sorpresa de la mayoría de los capítulos. Esta vez el abanico de sospechosos es muy amplio desde el principio y las pruebas que se van descubriendo apuntan a uno u otro, pero en ningún caso se descarta a nadie, por lo que la intriga se mantiene a lo largo de los capítulos, un acierto tratándose de una serie policiaca.

Por culpa de The Good Fight me he quedado sin tiempo para comentar más series, pero que no cunda el pánico: el próximo mes destriparé en profundidad la nueva creación de superhéroes de Netflix, Iron Fist, tras la que la cadena online lanzará The Defenders, el super-crossover que juntará a Daredevil, Jessica Jones, Luke Cage y a Iron Fist en una misma serie, aunque para eso habrá que esperar hasta el verano. Permanezcan atentos a sus pantallas.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba