Parlamento Europeo: espejo de poder e irrelevancia – 22 de mayo
Magid Magid es el candidato del Partido Verde por Yorkshire, norte de Inglaterra, para las elecciones europeas. Posa en camiseta negra que dice: «Los inmigrantes hacen Bretaña grande». Le gusta posar en sus redes sociales. En cuclillas: sobre el coche oficial del Lord Mayor de Sheffield, o con el cetro del cargo al que accedió el año pasado. Es el primer somalí que ocupa este puesto simbólico. Magid Magid es un rey de los símblos: negro, inmigrante, antiBrexit y ecologista. Y además sonríe, una anomalía en la isla donde la ira y el odio ganan elecciones.
En el Parlamento Europeo solo hay tres diputados negros. Dos son franceses y una italiana. Louis-Joseph Manscour es de Martinica, una de esas colonias con rango de provincia de ultramar que se hizo francesa por la vía del Imperio. Maurice Ponga también es francés y de Nueva Caledonia, otra colonia de los siete mares. Cecile Kashetu Kyenge nació en el Congo y emigró a Italia a los dieciocho años. Es oftalmóloga y fue ministra. El vicepresidente del Senado, de La Liga, la comparó con un orangután. La Liga de Salvini y su racismo convencen hoy al cuarenta y un por ciento de los italianos.
Tres eurodiputados de setecientos cuarenta y siete supone el cero coma cuatro por ciento de los parlamentarios que representan a los ciudadanos del Viejo continente. Sobre todo, a los que votan. Los inmigrantes sin papeles no votan. Los que sí tienen derechos políticos y ciudadanos, a veces. Cada país envía a políticos a Europa siguiendo distintos criterios. Alemania manda a noventa y seis, y suele decir que van «los mejores». Francia, setenta y seis, a viejas glorias. Italia, España, Portugal: depende, según, servicios prestados, apuestas personales. Las listas se hacen por cuotas no raciales. La Eurocámara es un espejo del poder, o de la irrelevancia.
Magid Magid ha ocupado un cargo público irrelevante pero con él prohibió a Donald Trump visitar Sheffield, la ciudad de las navajas y Full Monty. El ejército de parados ahora se ha reducido con los contratos basura que Europa promociona de Lisboa a Varsovia: el neoliberalismo monocolor es el verdadero cemento unificador de Europa. «Mi nombre es Daniel Blake. Soy un hombre, no un perro», dice el personaje de Ken Loach. Su mejor amigo es negro y lo llama China. Todo el mundo se ha olvidado de ellos. A estas alturas ya no quieren que nadie les muestre amor.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.
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