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Amazon: trabajadores de sudores invisibles – 4 de diciembre

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Amazon abrirá el año que viene sus primeros hipermercados sin cajeros. El pionero será un local de tres mil metros cuadrados en el barrio pijo de Capitol Hill, Seattle. Amazon Go competirá con una propuesta sin humanos: el cliente no se cruzará con más trabajadores que los reponedores, sombras con sonrisa Amazon estampada en el uniforme. El comprador lo hará todo: meterá los productos en el carrito y su móvil registrará la compra vía aplicación. Amazon ha probado el sistema en mini supers urbanos. Ya hay youtubers entusiasmados. Comprar un almuerzo procesado, no sacar la cartera ni decir hola ni adiós es la experiencia definitiva del consumidor satisfecho. La modernidad se mide por el ahorro de clics.

Comprar sin cajeros humanos ya es una práctica extendida en el mundo rico. Porque así entiende la riqueza una parte de la civilización occidental: máquinas trendy, trabajadores de sudores invisibles. Los híper de Amazon son un paso más en ese camino que aumenta los beneficios de las empresas e infla el ego de los compradores a la moda que no se relacionan con la precariedad ajena. Los algoritmos y las aplicaciones de móvil no piden bajas, no tienen hijos, no necesitan tiempo de ocio. Esos son los lujos que tienen que pagar con su vida los petos sonrientes, repartidores prescindibles cuyos viernes son todos negros a cambio de nuestro pequeño orgasmo consumido. También nos ahorramos la propina.

Sustituir trabajadores por tecnoinventos tiene también la ventaja de evitar la organización humana. A las máquinas no se les ocurre formar un sindicato. En los híper de Amazon no pasará como en Asturias, donde los curritos de supermercados han organizado una huelga en Navidad por un nuevo convenio colectivo. Ellos que pueden. Las huelgas en Amazon (San Fernando de Henares, Leipzig) han acabado con la policía asegurando el libre tránsito de las mercancías. Amazon cumple. El cliente es lo primero. La libertad era esto. Las mercancías fluyen para asegurar la felicidad consumista y los ingresos obscenos. Bezos, fundador y director ejecutivo de Amazon, gana once millones a la hora: o tanto en nueve segundos como su medio millón de empleados en un año.

William Blake quería ver el universo en un grano de arena y la eternidad en una hora. Así buscaba la belleza en este asqueroso mundo, diría Trecet. El romántico Blake vivió los albores del ludismo, aquella utopía que destruía las máquinas ladronas del trabajo industrial. Hoy una parte de los trabajadores compra a la máquina, y otra le vende su vida, como los transportistas empeñados con una furgoneta al servicio del algoritmo. No trabajan para Amazon, trabajan con Amazon: los tiempos modernos son de los emprendedores esclavos. Los trabajos y los días son viejos como Hesíodo, el poeta que abrió la caja de Pandora, soltó a los males, y dejó dentro a la esperanza. Hoy las cajas se quedan sin cajeros, y nosotros sonreímos satisfechos al envoltorio.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

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