Lágrimas de Hong Kong – 5 de febrero
Las protestas de Hong Kong están produciendo una generación traumatizada. La antigua colonia británica en China padece una epidemia de estrés. Informa The Lancet, la revista médica: uno de cada tres adultos hongkoneses ha padecido síntomas de estrés post-traumático durante los once meses que dura el levantamiento contra el gobierno local, y Pekín por extensión. Además, uno de cada cinco ciudadanos de Hong Kong afirma que, probablemente, esté deprimido. Según The Lancet, publicada en Londres, la antigua capital imperial, estas cifras son propias de lugares donde ha habido desastres naturales, atentados o guerras. En Hong Kong se deprimen por manifestarse.
Los estudiantes se suicidan disparando contra la policía, dejaron establecido los Ilegales de Jorge Martínez. Los de Hong Kong acceden a la melancolía porque no consiguen lo que quieren, que es dejar de ser chinos. O porque están demasiado pendiente de las redes sociales: mirar Twitter o Instagram les entrestice porque les da la dimensión de la derrota. Eso dice el estudio. Los investigadores han preguntado a dieciocho mil residentes: gente con miedo, desamparada y enfadada. Traumatizada: una generación entera de hongkoneses, subraya la periodista local Karen Cheung, que publica en inglés: la tristeza también puede ser un arma en la guerra de propaganda.
La ira, la rabia y la desesperación han jugado el papel tradicional de las pasiones revolucionarias. El recurso a la tristeza es novedad, o síntoma de que en Hong Kong no practican la revolución, sino una cosa diferente. El alma triste está más lejos de la perfección, pensaba Espinosa: el individuo triste tiene más posibilidades de dejar de perseverar en el ser. O sea, de morirse. En el caso de Hong Kong: de dejar de ser China. Espinosa también decía que el odio era la «tristeza acompañada por la idea de una causa exterior». El odio empuja más que el juramento hipocrático de los médicos hongkoneses en huelga para no tratar el coronavirus chino. No hay tristeza inocente.
China es la culpable de la tristeza de Hong Kong, aunque estos días no haga falta sacar los paraguas en la colonia para hacerle la guerra en las pantallas. Basta con mostrar una mascarilla. China es la peste. Cuidado. Por eso la televisión pública china envía cada día imágenes de la construcción vertiginosa de sus hospitales en la capital de la neumonía: China, el Partido, la bandera roja todavía funciona. El rojo es el color de las cosas buenas en China, empezando por la felicidad. El negro es el de la tristeza, la destrucción. La tristeza china es dejar de existir. Como decía Espinosa, que vivió un siglo de plagas y que confiaba en despojarse de las pasiones tóxicas para ser libre.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.
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