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Censura en la BBC – 4 de noviembre

Los periodistas de la BBC ya no pueden expresar sus opiniones políticas en redes sociales. Órdenes de la dirección. La prohibición incluye todas las cuentas, corporativas o personales, de los más de dos mil periodistas de la BBC. La Corporación rechaza también lo que llama «distinción virtual»: tuits, retuits, megusta a campañas online que den pistas de lo que piensan sus periodistas. Que en el mundo real tampoco podrán asistir a manifestaciones en la calle: la empresa los calla porque no quiere que la audiencia piense que pueden estar sesgados. Contra la sospecha, censura.

Y por la honra, silencio. La guadaña de la BBC quiere cambiar la imagen de la empresa entre los espectadores de derechas: se fían menos de sus noticias que los de izquierdas, según un estudio de Reuters. Los tories, los conservadores británicos, acusan a la BBC de ser un reducto de una «élite liberal» y el gobierno de Boris Johnson amenazó con quitarle la subvención cuando la tele mostró el penoso estado de la sanidad pública con imágenes de niños tirados en el suelo de un hospital en campaña electoral. A la BBC le pareció que eso era periodismo y servicio público: quizá hoy sus periodistas ni siquiera podrían tuitearlo.

El fantasma de la censura recorre el periodismo angloestadounidense. A derecha e izquierda. Assange enloquece en una prisión londinense mientras espera la extradición a Estados Unidos por desvelar los crímenes de guerra imperiales y Snowden es un apátrida por decirle al mundo que te espían. Los persiguieron Bush, Obama y Trump. Glenn Greenwald, el periodista que ayudó a Snowden, ha dimitido estos días del medio que él mismo fundó porque le han censurado un artículo crítico con Joe Biden. El periodismo va de contar historias, y sobre todo de tener dónde contarlas.

Los periodistas se sitúan en los límites de la historia, decía Robert Fisk, reportero que dio brillo al oficio hasta que murió esta semana a los setenta y cuatro años. «Somos como los vulcanólogos que se colocan en el borde de un volcán humeante, intentando ver por encima de la cresta», resumía Fisk, que entrevistó tres veces a bin Laden en sus guaridas afganas. Fisk trabajaba para El Independiente de Londres, vivía en Beirut y fue a morir a Dublín: escribía de lo que veía y escuchaba. Apenas tuiteaba y no escondía su opinión. Leer a Robert Fisk era ver a través del humo y la ceniza del volcán.

 


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

Víctor García Guerrero
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