Si se viaja por Latinoamérica con los oídos receptivos, es fácil descubrir todo un excitante y rico mundo musical desconocido. En un taxi, en la radio o en una cantina perdida de la mano de dios, puede obrarse el milagro que permita desvirgar nuestro encorsetado reproductor de música haciéndonos traer de vuelta a casa un buen puñado de grupos o artistas geniales. Pero tampoco haría falta irse tan lejos: basta con buscar mínimamente en Spotify o en Youtube desde la comodidad de nuestro sofá, para hacerse una idea de lo que nos estamos perdiendo al otro lado del Atlántico.
Ya solo hablando en término pop-rockeros, bandas como Fabulosos Cadilacs, Aterciopelados, Zoé o Jaguares, y solistas como Zeca Baleiro o Charly García suponen una mínima muestra del indiscutible talento que, incomprensiblemente, se ha mantenido en un relativo anonimato en España pese a cosechar incontables seguidores en América Latina. Pero quizá el caso más paradigmático y sangrante de todos ellos sea el de los argentinos Soda Stereo, unánimemente considerados el grupo latinoamericano más grande de todos los tiempos.
¿Es posible que una banda que ha vendido la friolera de diecisiete millones de discos en toda su carrera haya llegado como poco más que un eco lejano a la península? Por supuesto, porque los caminos del éxito musical son inescrutables, y porque un país en el que es número uno Justin Bieber no es lo que se dice una tierra de gusto precisamente depurado. Utilizando analogías trasnacionales, Soda Stereo es a Argentina, y a Iberoamérica en general, lo que Héroes del Silencio fueron para España, los Eagles para Estados Unidos o los Beatles para Gran Bretaña (¡y el mundo!). La gran banda pop rock llena-estadios por antonomasia.
Y ya puestos a buscar una carta de presentación adecuada, ninguna mejor que su gran hit, De música ligera, himno bandera de una banda con un repertorio no precisamente escaso de temas memorables. Es imposible resistirse a ese riff inicial y a esa sección rítmica, sospechosamente parecidos a los que un año más tarde harían del Smell Like Teen Spirit de Nirvana una canción que cambiaría el paradigma de la industria musical mundial (nada extraño sabida la tendencia de Kurt Cobain por apropiarse de inspiraciones ajenas. Véase este ejemplo o este otro.)
Su lirismo sencillo, pero profundo, y su estribillo ganador, convierten este tema en el mejor homenaje posible a esa música ligera de la que emana su título.
El cantante y compositor de Soda Stereo, Gustavo Cerati, murió en 2014 después de pasarse en coma cuatro años tras sufrir un accidente cerebrovascular isquémico. Pocas estampas más emotivas e ilustradoras de la grandeza de su banda como la que nos dejaron las miles de personas que corearon su De música ligera en Buenos Aires, justo antes de un concierto de U2 en su gira de 2012. Como a Cerati le gustaba decir: «¡gracias totales!».
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