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Cinefórum CCCXLI: «Los cien pasos (I cento passi)»

La pasada semana, Jodie Foster protagonizaba la adaptación al cine de una novela que, originalmente, había sido concebida como una obra de teatro. La muchacha del sendero transcurría, mayormente, en el interior de su hogar. Hoy abandonamos las páginas y los escenarios, pero también un poco de la ficción, para encerrarnos en la enorme y asfixiante isla de Sicilia, en los años 70. Los cien pasos que separaban la casa de Giuseppe Peppino Impastato de la del capo local de la mafia son la medida exacta de la celda social en la que todos se vigilan. La aparición de un cuerpo, allá en el sur, el mismo día en que se encontró sin vida al expresidente Aldo Moro, fueron una condena al olvido.

Al menos hasta que Marco Tullio Giordana decidió acercarse a la vida de aquel muchacho siciliano que alteró el orden establecido, empezó a gritar lo que todos callaban y, cuando le amenazaron, fundó una radio para gritarlo un poco más lejos. Hasta que el cine nos explicó que el muchacho era comunista, algo que, rumbo al segundo cuarto del siglo XXI, molesta: se critica la impertinencia de la dimensión política en una película que narra la crónica de una muerte anunciada; se reivindica la transversalidad de una lucha que presumen apolítica. Pero no lo es, nunca lo fue y nunca lo será. Porque para abandonar la identidad propia se requiere armar otra que ocupe su lugar y porque hay muchas, demasiadas, que no confrontan la omertá de la corrupción. Qué se le va hacer: quien sí lo hizo tenía una bandera y su bandera tenía un color.

Tenía también una familia, anhelos y amores (quién sabe cuáles y de qué tipo, porque eso sí se soslaya, porque eso sí que no importa), con los que se pinta un fresco que se extiende de la Sicilia de la posguerra a la de anteayer, con sus tomates secos, motocicletas y pantalones de campana. Como único hilo conductor, los gritos de Peppino a través de un estridente (pero convincente) Luigi Lo Cascio, que logra imprimir a su interpretación el carácter de performance continua, de Quijote comunista entre hippies y mafiosos, que pareció tener la vida y muerte de Impastato.

Los cien pasos
RAI Cinema, Tele+, Titti Film

Los cien pasos acaba conformando un biopic político que, al mismo tiempo, supone un hito en el género de películas de la mafia italiana: aquí no encontraremos admirables códigos de honor ni épicas historias de superación. Esta es la historia de alguien que levantó la voz y fue derrotado; con suerte, I cento passi seguirá siendo, poco a poco, boca a boca, la reivindicación de un suceso que no es solo un suceso y merece la pena ser contado. Uno de esos que nos enseñan cosas:

«Digamos que nosotros, los sicilianos, queremos a la mafia. Y no porque nos hagan temerla, si no porque da seguridad, porque nos identifica. ¡Porque nos gusta! Nosotros somos la mafia».

Víctor Muiña Fano
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