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Cinefórum CCLXIII: «Quadrophenia»

No podíamos desperdiciar la oportunidad de relacionar la delirante y épica Knightriders de la semana pasada de la forma menos sofisticada posible, aunque no por ello menos acertada, con la película de esta semana, Quadrophenia. Y es que las motos nos llevan desde las profundidades estadounidenses de los ochenta hasta el Londres de los años sesenta, donde mods y rockers se pasean a lomos de vespas y Harleys con la misma gallardía e ingenuidad con la que el personaje de Ed Harris y el resto de sus caballeros lo hacían en la película de George A. Romero.

Quadrophenia, 1979, es la ópera prima del director Franc Roddam (mucho ojo con él, que también es el creador de la franquicia Materchef). La película es una adaptación del disco homónimo de The Who del año 73, año en el que el grupo se decidió a producir esta suerte ópera rock, como se ha etiquetado comúnmente. Aunque alejada del musical por la ausencia de números musicales, la banda sonora tiene un gran peso en la película, tanto por el contexto social como por el valor descriptivo de los diferentes episodios emocionales que atraviesa el personaje protagonista.

Personaje, de hecho, tan particular como intergeneracional. Phil Daniels da vida a Jimmy, un joven mod londinense hastiado de un trabajo precario, perteneciente una familia proletaria absorta por la televisión y con una vida emocional y amorosa confusa y frágil. En esta situación, el orgullo de pertenencia a la tribu urbana de los mods, la ilusión de libertad y euforia que le proporcionan su vespa, las anfetaminas y la presencia de los rockers como enemigos naturales contra los que lanzar toda su frustración, constituyen para el desnortado Jimmy un horizonte de motivación tan lustroso como efímero.

Es este viaje el que nos propone Quadrophenia: el viaje al barro, a la confusión emocional, a la euforia juvenil, al desmoronamiento de los referentes, a la desilusión social. No es bonito el cuadro que se nos presenta, pero engancha como las patillas azules y rojas.

QuadropheniaY es que el regusto de la película mejora en el paladar, todavía días después de haberla visto. Aunque no tuvo mucho éxito en el momento de su estreno, Quadrophenia se ha ganado, con la justicia que otorga el tiempo en estos casos, la consideración de clásico, no solo por el retrato tan auténtico que hace de una parte de la sociedad inglesa de los años 60, sino por la dimensión y trascendencia que cobran las personalidades de sus personajes.

Vemos a Jimmy en la primera secuencia de la cinta, subiendo, con la puesta de sol a sus espaldas, ojeroso y fatigado, por la loma de un precipicio; todavía no somos conscientes del viaje que le ha llevado allí. La duda que se enquista en el espectador tras finalizar la cinta, es hacia donde se dirigirá finalmente tras sortear la cámara.

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