Seguimos nuestro viaje intergaláctico por coordenadas extrañas al más habitual cine norteamericano y visitamos una dimensión que pocas veces ha tenido espacio en el cinefórum de LaSoga: los dibujos animados. Los amos del tiempo (Les maîtres du temps) es una producción franco-húngara de 1982, dirigida por René Laloux y basada a su vez en la novela de 1958 L’Orphelin de Perdide de Stefan Wul (pseudónimo de Pierre Pairault). De este, por cierto, hay una reciente adaptación en cómic, titulada como el original L’Orphelin de Perdide, realizada por Régis Hautière y Adriàn con un estilo visual completamente diferente. Ni la novela ni el cómic han sido traducidos al castellano así que, para bien o para mal, la película de Laloux es el único acercamiento disponible a la obra.
Esta es la segunda película de Laloux, un director que logró dirigir tres películas y varios cortos de animación entre 1973 y 1987, con grandes problemas de presupuesto y a menudo extraños acuerdos de coproducción. En esta ocasión, por ejemplo, nos encontramos con una animación producida principalmente en Hungría, durante cinco años. El director tiene cierto prestigio como autor de culto por otros dos largometrajes: El planeta salvaje (La planète sauvage, 1973), también basada en una novela de Wul, y Gandahar (1987), esta basada también en una novela en este caso de Jean-Pierre Andrevon.
Los amos del tiempo, titulo por otra parte que se podría considerar bordea el destripe de la trama, sigue las desventuras de Piel (con la voz de Frédéric Legros), un niño que se ha quedado huérfano y solo en el extraño planeta Perdide, y un grupo de personajes que acuden al rescate del infante: el piloto Jaffar (Jean Valmont), los príncipes exiliados Belle (Monique Thierry) y su hermano Matton (Yves-Marie Maurin), a los que pronto se une el extravagante Silbad (Michel Elias), un anciano de pasado aventurero que ahora reside en un bucólico planeta sin compañía humana. Por último, se incorporan dos duendecillos telepáticos, Yula y Jad (Pierre Tourneur y Alain Cuny). Para llegar a Perdide no existe un camino sencillo: Jaffar y su grupo deben realizar un largo y complicado viaje en el que van encontrándose con diversos inconvenientes; además, deben afrontar la oposición del egoísta Matton, que llega a intentar provocar la muerte de Piel, mientras mantienen la comunicación con el niño por medio de un micrófono, que el niño rebautiza como Mike, un ser al que, inocentemente trata como una persona «con varias voces distintas».
Lo que podría parecer, por el resumen, una película que debiera tener un ritmo trepidante, con la tensión de los héroes intentando llegar antes de que algo terrible le suceda al pequeño, en realidad resulta bastante poco emocionante; las escenas de transición y los tiempos de espera parecen por momentos injustificados, como si los personajes no tuvieran en realidad verdadera prisa por salvar a Piel ni por llegar al final de la película. Alguno de los episodios que se encuentran durante su viaje son más interesantes que otros, con la típica sensibilidad alegórica de la ciencia ficción gala, pero finalmente da la sensación que, incluso con una duración de apenas setenta y nueve minutos, los autores no tenían bastante guion para llenar el tiempo prefijado y han decidido meter escenas, incluso números musicales, de puro relleno.
El tono de la película tampoco parece decidirse definitivamente por un género: si se trata de ciencia ficción reflexiva o aventurera; y tampoco queda claro si la cinta está destinada al público infantil o al adulto, quedando en un incómodo terreno intermedio que no termina de funcionar. Mientras que Gandahar o El planeta salvaje toman más decididamente el camino de intentar ofrecer una animación adulta y simbólica, aunque hermética, Los amos del tiempo se ve constreñida por un intento de accesibilidad.
A pesar de ello, el elemento más fascinante de la película no se encuentra en el argumento ni en el guion, ni en unos personajes que no llegan a impresionarnos: el punto fuerte de Los amos del tiempo son los diseños y escenarios, en los que participa el gran Jean Giroud (Moebius). Dibujante y guionista, famoso en su doble personalidad, por un lado, por el dibujo (y guion en los últimos álbumes) de la saga del oeste protagonizada por Mike Blueberry; y, por otro, por sus obras de ciencia ficción surrealista en que destaca, por citar una, el Incal (con guion de Alejandro Jodorowsky). Aunque Los amos del tiempo parece entroncar más directamente con esta segunda vertiente, con algunos de los fragmentos manteniendo hilos argumentales presentes en la obra mencionada, también podemos ver ciertos reflejos del teniente Blueberry y, en menor medida, de su amigo el borrachín MacClure en los Jaffar y Silbad de esta producción.
Lamentablemente, desde un punto de vista técnico, la animación no siempre está a la altura de los diseños: se produce el habitual contraste en la animación clásica entre fondos inmóviles y personajes móviles, especialmente en algunas escenas como la de natación en el planeta de Silbad, en que el uso del rotoscopio se hace más visible.
En definitiva, Los amos del tiempo representa una joya en el terreno visual, una interesante visión de un género que a menudo vemos solo desde la perspectiva norteamericana… pero una decepción en su resultado final.
- Cinefórum CCCXCIII: «Falling» - 7 noviembre, 2024
- El ángel en el infierno - 31 octubre, 2024
- Cinefórum CCCLXXXVIII: «La fuerza bruta (De ratones y hombres)» - 26 septiembre, 2024
decepción? sé que pts hablas. te falta leer al respecto. el concepto narrativo está a otro nivel. es una película perfecta.