Siete meses antes de que se estrenase La soga de Alfred Hitchcock, veía la luz una de las más aclamadas películas del prolífico director John Huston, El tesoro de Sierra Madre, ganadora de tres premios Oscar: mejor actor de reparto para Walter Huston, padre de John Huston; y mejor guion y dirección, para John, que cerraba así un virtuoso círculo paterno filial que dio al padre un Oscar gracias a su interpretación del personaje escrito y dirigido por el hijo. El acaparamiento de galardones se repetiría en los Globos de Oro, en los que la famila Huston se llevaría el premio al mejor actor de reparto y al mejor director.
A pesar de estos éxitos, es muy probable que en ninguna lista de los diez mejores directores de la historia aparezca el nombre de John Huston. Muy posiblemente, tampoco aparecerá en las de los veinte; pero no podemos olvidar que John Huston nos descubrió al Humphrey Bogart que ahora lo recordamos (gabardina, sombrero y cigarro descuidado en la comisura de los labios) y que también marcó el camino a seguir del cine negro con El halcón maltés (1942).
La película fue rodada en México y es la primera en hacerlo completamente en exteriores. Podríamos incluirla dentro del género de aventuras, aunque esto no sería más que un envoltorio que recubre un estudio profundo sobre la codicia humana. Para ello, Huston nos muestra tres personajes pobres, pero honrados, bondadosos y confiados que, tras un golpe de suerte en forma de boleto de lotería premiado, deciden probar fortuna como buscadores de oro. El grupo será guiado en todo momento por el veterano Howard (Walter Huston), que continuamente advierte a sus socios sobre la codicia, envidia y avaricia que se despiertan en todo aquel que encuentra el preciado metal. Con los primeros éxitos, se desatará un infierno de dudas, desconfianza y locura que atacará sobre todo a Dobbs (Humphrey bogart), pero que afecta en mayor o menor medida a todos los personajes, llevándoles a cometer actos terribles para proteger su tesoro. Destaca la distorsión de los conceptos del bien y del mal, en un entorno sin ley y en el que el egoísmo se impone, animando al ser humano a cometer crímenes para protegerse de sus semejantes.
A pesar de que todo el metraje se sostiene con solo tres personajes protagonistas, John Huston se las arregla para realizar una obra entretenida, plagada de sucesos e interacciones que difuminan la soledad enfermiza de los protagonistas. Como guinda, la brillante actuación de Humphrey Bogart, que rompe todas las convenciones de Hollywood interpretando a un personaje totalmente opuesto al héroe que suele corresponder a la gran estrella.
Solo una advertencia: en este pedazo del cine de Huston nos acercamos a la vida real. No esperen por tanto un final feliz.