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El seriéfilo: agosto de 2018

Aún recuerdo cuando, siendo todavía un niño, salía a jugar al parque del barrio; aquel lugar era un oasis de bullicio juvenil rodeado por el humo grisáceo de los tubos de escape y el estrés de la gran ciudad, que se materializaba en el estridente ruido de los cláxones de la época. Era en aquel vergel de gritos inocentes donde los más viejos del lugar, sentados en los bancos del parque, miraban al infinito y repetían apesadumbrados: «Cuando yo tenía tu edad, todo lo que había aquí eran prados…». Ahora soy yo el que me encuentro diciendo algo parecido: «Hace años, cuando yo era joven, el mes de agosto era un desierto en el que no había una sola serie que ver. Ahora, en cambio…».

Y es que la globalización ha llegado a todos los rincones, incluso al calendario seriéfilo. Hoy la industria es consciente de que con todos los dispositivos que existen se puede disfrutar de un buen estreno allá donde estemos pasando nuestras vacaciones: en la piscina, en la playa o en la cima de una montaña de algún país de nombre impronunciable. Y es que, ¿puede haber algo mejor que disfrutar de tu serie preferida a ocho mil metros de altura? Todos sabemos que la respuesta a esa pregunta es «no».

Así, agosto se nos presentó como un mes zen, con pocos estrenos pero de buena calidad, espolvoreando a su alrededor nuevas temporadas de nuestras series de culto. Todo a un ritmo de cocción lento, permitiéndonos disfrutar de otros placeres vacacionales. Los más adictos, además, hemos podido recuperar series para las que no tuvimos tiempo en su momento.

Las temporadas que regresaron en verano fueron las clásicas de las vacaciones: Power (Starz), ya en su quinto año, entretiene pero empieza a dar síntomas de agotamiento. La cadena debería ir pensando en darle carpetazo en su ya confirmada sexta temporada. Las alianzas y traiciones han dado tantas vueltas en todo este tiempo, que no creo que entre los personajes principales quede alguna disputa pendiente que pueda sorprender. La calidad interpretativa de la mayoría del reparto, por cierto, tampoco ayuda.

También ha vuelto Killjoys (SyFy), para darnos nuestra ración veraniega de ciencia ficción desenfadada. En esta ocasión, el nuevo capítulo de la guerra contra los Hullen tiene que ver con el conflicto de fondo que adereza la lucha de Dutch y los hermanos Jaqobis contra el enemigo final, que, esta vez sí, parece ser la misteriosa The Lady. Aunque el guion se enmaraña ligeramente alrededor del triángulo formado por Dutch, Aneela y Khlyen, la historia principal avanza a buen ritmo con la promesa de cerrar la serie el próximo año, en su quinta y última temporada.

A la que peor le está sentando el verano es a Preacher (AMC), una serie que ha tenido que hacer equilibrios desde sus comienzos, en su intento por adaptar un cómic tan desmadrado y surrealista a la pequeña pantalla. En esta tercera temporada parece que los guionistas han perdido el control y se han dejado llevar hacia situaciones excéntricas potencialmente molonas y personajes excesivamente grotescos. Al final, cada capítulo es una sucesión de escenas visualmente muy potentes, plagadas de personajes irreverentes que fuerzan más allá de sus límites de la ficción televisiva. Lamentablemente, el resultado está vacío de contenido y de una mínima concordancia que haga avanzar la serie, dejando una confusa sensación tras cada capítulo de haber asistido a una especie de divertimento sin demasiado sentido.

Por el contrario, la segunda temporada de Snowfall (Fx) está brillando con luz propia. Las tres historias construidas a diferente nivel y que se presentaron en la primera temporada, van confluyendo de forma orgánica hacia una única trama que gira en torno a Franklin. El joven emprendedor afroamericano entra en las grandes ligas y eso le obliga a entenderse tanto con la CIA como con los cárteles mexicanos para poder seguir ascendiendo en el negocio de la droga.

De los estrenos de calidad, hay que empezar destacando Castle Rock (Hulu). Basada en el oscuro mundo de Stephen King (Castle Rock es un pueblo ficticio que King sitúa en el estado de Maine y en el que se desarrollan algunas de sus novelas), la serie nos sumerge en un ambiente insano e incómodo desde la primera escena. Y no es una forma de hablar, porque comienza con la impactante escena de un suicidio muy particular. A partir de ahí, el protagonista, un abogado especializado en casos de pena de muerte, vuelve a su pueblo natal por una misteriosa llamada realizada desde la cárcel del condado.

La producción de Hulu logra transmitir una sensación de pueblo maldito sin utilizar ningún condimento sobrenatural: basta con algunas lagunas mentales, silencios culpables y comportamientos extraños. Son situaciones enfermizas que, aunque sugieren, no revelan matices sobrenaturales hasta bien entrada la temporada y que logran mantener un desasosiego que nos engancha a la pantalla. Es, sin duda alguna, un producto de mucha calidad, con un gran reparto encabezado por André Holland, uno de los protagonistas de Moonlight, de Barry Jenkins, ganadora del Oscar a la mejor película de 2016 (aunque yo siempre le recordaré por su papel en la maravillosa The Knick, de Cinemax junto a Clive Owen. Es un defecto seriéfilo). También tienen un gran papel la veterana Sissy Spacek, aquí madre del protagonista, con una demencia senil muy avanzada; y Bill Skarsgard, excelente reflejando lo enigmático de su personaje.

El segundo gran estreno ha sido Sharp Objects (HBO), que, aunque sobre el papel puede parecerse mucho a Castle Rock, en realidad no tiene nada que ver. En este caso, la protagonista es una periodista con problemas con la bebida y que vuelve a su pueblo natal para cubrir el brutal asesinato de dos adolescentes. Deberá volver por ello a la casa de su madre, con la que mantiene una relación distante desde hace muchos años, y eso hará que afloren recuerdos de su juventud con los que tendrá que lidiar. También aquí se nos presenta un ambiente enfermizo y asfixiante, en este caso en un pequeño pueblo del Estado sureño de Missouri con poco que hacer y mucho que criticar, en el que los susurros y chismorreos están a la orden del día. La miniserie se sostiene sobre el complejo personaje protagonista, Camille Preaker, interpretado de forma brillante por Amy Adams, y su tormentosa relación con su madre y cacique del pueblo, Adora Crellin, que desarrolla una personalidad más contenida y que saca adelante la gran actriz Patricia Clarkson.

 

Pero no podemos afrontar la recta final del verano con tan malas vibraciones, así que nada mejor que unas cuantas comedias de capítulos cortos y humor refrescante para sacudirnos el susto. En esta categoría sigue destacando Atlanta (Fx), la comedia con tintes dramáticos creada y protagonizada por Donald Glover y que, en esta segunda temporada, apuesta por dar mayor importancia al resto del reparto, hasta el punto de que hay capítulos en los que Earn, el protagonista, ni siquiera aparece. Esto provoca que otros personajes importantes como su primo Alfred, su exnovia Vanessa y sobre todo Darius vayan añadiendo profundidad al pequeño cosmos que Glover ha creado. Gran serie que mezcla momentos de fuerte crítica social con otros totalmente hilarantes.

Humor más convencional es el que nos ofrece la tercera temporada de Wrecked (TBS), que, fiel al humor de la cadena (recordemos que es la misma que emite Angie Tribeca), ofrece risas fáciles con un humor muy directo y un poco tonto, pero que funciona y no empalaga siempre que nos lo administremos en pequeñas dosis. Es el caso de sus capítulos de veinte minutos, ideales para desconectar de la rutina en un momento dado.

Sin llegar al refinamiento de Atlanta, pero un poco más elaborada que Wrecked, Brooklyn Nine-Nine (FOX) se destapa como una comedia veterana que encaja perfectamente en nuestro horario de vacaciones y bebe directamente del humor absurdo de la franquicia Agárralo como puedas, aunque sin caer tan a menudo en el gag visual. Añade, además, una línea argumental ligera y una elaboración de los personajes que le da un plus frente a otras sitcom del género. La serie nos lleva a la comisaría 99 de Brooklyn, donde nos encontramos un ecosistema poblado por personajes muy locos y excesivos que contrastan con la seriedad absoluta de su nuevo capitán. Los casos a los que hacen frente, en su mayoría, son igual de absurdos que sus personajes y, aunque se someten al humor básico de la producción, logran ser muy divertidos.

Por último, a caballo entre la comedia y el drama amable, Mozart in the Jungle echa el cierre ya que Amazon ha cancelado la serie. Una cancelación agridulce, porque, por un lado, poco más podía aportar la serie salvo incidir en las excentricidades del maestro Rodrigo, que ya habían perdido frescura; por otro lado, la producción quizás se hubiese merecido un cierre más digno, tras cuatro años en antena. Hay que tener en cuenta que Amazon tiene que soltar lastre en vista de que, en 2019, presuntamente comenzará el rodaje de la serie de El señor de los anillos, en la que planea invertir mil millones de dólares. Será su proyecto más ambicioso, sobrepasando incluso los ochocientos millones que le costó Juego de Tronos a HBO. Ahí es nada.

Y, por si todo esto no fuese poco, recordemos que a mitad de mes coincidieron los regresos de Better Call Saul (AMC), The Sinner (USA Network) y Mr. Mercedes (Audience Network), aunque eso me lo reservo para el próximo mes. No os perdáis, por tanto, el seriéfilo mes de septiembre que, como el regreso de las vacaciones, viene cargado. ¡Hasta entonces!

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