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Frugales contra el Sur – 10 de junio

Holandeses laboriosos, europeos del sur vagos y vividores: «ni un céntimo más para el Sur de Europa», titula el semanario Elsevier, uno de los más influyentes de Holanda. Argumento: Italia o España tienen suficientes recursos para salir por su cuenta de la crisis, y si no los tienen es por su propia culpa y nadie más debe pagar su molicie. Son las mismas razones de aquel camionero que le pedía al primer ministro: «no le dé dinero a italianos y españoles». Elsevier suele hablar en nombre de los dueños del capital, pero aquí también se dirige a esa working class que imagina un Mediterráneo en eterno verano: el capitalismo respira ética protestante y estética de la fábula.
La Europa de Calvino y Lutero se alía estas semanas en una nueva Liga Hanseática. Holanda, Austria, Dinamarca… Se hacen llamar los frugales. Frugal: parco en comer y beber, dice la Academia. Como si en España o Italia se consumiese sin rigor: exceso de aceite, jamón y mozzarella, traducido en euros. Los pobres no mueren de hambre sino de empacho, en la lógica de los mercaderes del siglo XXI. Al hombre no le des pescado: enséñale a pescar; más metáforas. Como en la Biblia. Como si la riqueza no fuese también una cuestión de fuerza y poder: no hay comercio sin cañones.
La pólvora de los frugales es, por ahora, una portada y una imagen. Propaganda. Una empresa holandesa promociona estas semanas una manera de relacionarse con los viejos: en cabinas de cristal. Al principio, cuenta el empresario, los familiares reaccionan con pena, pero luego se alegran de verse. La felicidad del vis a vis es de exportación. La gerontofobia, no tanto: «no traigan a viejos y débiles al hospital», decía la jefa del departamento de geriatría de Gante, Bélgica flamenca. En Flandes culpan a la cultura latina y católica de saturar los hospitales con casos desesperados. Gasto inútil. Sin rigor. Mejor la buena muerte.
El dinero también es mito. A las ciudades hanseáticas les gustaba acuñar monedas con grifos: cabeza, alas y garras de águila; cuerpo y patas de león. Presumían de tolerancia religiosa. En Amsterdam, poco después, se refugió la familia ibérica y judía de Benito Espinosa. Pero el joven filósofo no creía en los textos sagrados y fue expulsado de la sinagoga por denunciar las mentiras reveladas y a sus doctores. Luego Espinosa talló lentes y escribió un tratado con el que escandalizó a Europa por promover la separación de Iglesia y Estado. Su mayor obra, Ética, se publicó después de muerto: Espinosa dejó un cadáver sabio y ateo, en apacible soledad holandesa.

Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.

Víctor García Guerrero
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