Sheffield, ubicada en el centro-norte de Inglaterra, es conocida desde el siglo XIV por la producción de cuchillos y cubiertos de acero, convirtiéndose hacia 1600 en el principal centro de producción del país. Tras 1740, la ciudad desarrolló el acero de crisol, que permitió la mejora de los materiales de trabajo. Casi en el mismo momento se desarrolló una técnica que permitía cubrir con una fina hoja de plata fundida los lingotes de cobre. El material resultante fue conocido como Sheffield plate. Ambas innovaciones estimularon el crecimiento de la ciudad como núcleo industrial metalúrgico, con numerosas plantas de producción de acero y diversas manufacturas. A día de hoy, la ciudad atraviesa una larga crisis producto de la reconversión industrial que se inició hace unas décadas.
Esta ciudad es la sede de dos equipos históricos del fútbol inglés, el Sheffield Wednesday, F.C. y el Sheffield United, F.C. Ambos disputan uno de los derbis con más rivalidad de Inglaterra, el gran Duelo de Sheffield, The Steel City Derby. El partido más caliente de la ciudad del acero.
El Sheffield Wednesday, F.C., también conocido como The Owls (Los búhos) fue fundado en 1867. Fue uno de los miembros fundadores de la Premier League en 1992 y, en total, ha ganado cuatro títulos de liga inglesa, tres Copas de Inglaterra y una Copa de la Liga. No obstante, su triunfo en la Copa de la liga de 1991 es su único título importante desde el año 1935.
A finales del siglo XIX, el Sheffield Wednesday jugaba sus partidos en un estadio que tuvo que ser expropiado para la ampliación de las líneas de ferrocarril. Entonces, una empresa local ofreció por cinco mil libras unos terrenos situados en el noroeste de la ciudad, donde se erigió el estadio de Hillsborough, que fue inaugurado en 1899. En la actualidad, tiene una capacidad de aproximadamente 40.000 espectadores.
Hillsborough fue uno de los estadios señeros de Reino Unido, acogiendo cinco partidos del Mundial de 1966. En este estadio, el Sheffield Wednseday ha ganado sus 4 ligas y 2 de las 3 Copas inglesas que se encuentran en sus vitrinas. A pesar de ello, si por algo es recordado este estadio es por lo que en él ocurrió el 15 de abril de 1989, en una de las peores tragedias de la historia del fútbol mundial.
Aquel día se celebraba en el estadio de Hillsborough una de las semifinales de la FA Cup, que habitualmente se disputaban en campo neutral. Los protagonistas debían ser el Liverpool, F.C. y el Nottingham Forest, F.C., pero, por desgracia, se dieron una serie de catastróficas circunstancias, algunas de ellas evitables, que propiciaron la tragedia.
Los accesos a la grada destinada a los hinchas del Liverpool eran estrechos. En el exterior del estadio se concentraron miles de aficionados del Liverpool, muchos de ellos sin entradas. Aquellos que no tenían entradas o que se habían equivocado de acceso no podían darse la vuelta e irse porque detrás tenían mucha más gente.
La policía estaba desbordada y se tomó una decisión que resultaría dramática: abrieron una de las salidas de emergencia para descongestionar los accesos. Los hinchas, unos cuatro mil, entraron en tropel y empezaron a producirse problemas, porque el fondo ya estaba lleno. Los espectadores que estaban más cerca del terreno de juego pronto se vieron aplastados contra las vallas que rodeaban el fondo, pero la policía decidió mantenerlas cerradas, preocupada como estaba por evitar una invasión del terreno de juego. Algunos hinchas escaparon hacia arriba, subiendo a la grada superior; pero, por desgracia, muchos otros quedaron atrapados.
Algunos espectadores saltaron las vallas buscando terreno abierto. Otros, en su desesperación, llegaron a intentar excavar la tierra situada bajo las rejas para intentar que sus compañeros escaparan por allí. Finalmente, una valla cedió y el partido, que llevaba siete minutos de juego, se suspendió.
Lo que ocurrió entonces en Hillsborough fue atroz: la policía y los servicios médicos no daban abasto para atender a heridos y a muchos se les dio por muertos cuando en realidad aún vivían. Por algún incomprensible motivo, la policía solo dejó entrar a una de las cuarenta y cuatro ambulancias que se trasladaron aquel día a Hillsborough.
En total, aquella tarde en Sheffield murieron noventa y seis personas, de las que solo catorce fueron hospitalizadas. La mayoría eran gente joven e incluso fallecieron varios niños. Hubo otros setecientos sesenta y seis heridos. Las consecuencias fueron más allá: diez años después del incidente, se sabe que al menos diez heridos en Hillsborough acabaron suicidándose más tarde. Otros supervivientes cayeron en la drogadicción y en el alcoholismo.
El más joven entre los fallecidos, Jon-Paul Gilhooley, de tan solo diez años de edad, era primo de Steven Gerrard, que por aquel entonces tenía nueve años y después se convertiría en el gran capitán del propio Liverpool. Gerrard citó a lo largo de su carrera la memoria de su primo como principal motivación de la misma. Hasta tal punto quedó aquel suceso marcado en la memoria colectiva de la hinchada del Liverpool.
En cualquier caso, la catástrofe conmocionó al mundo entero. Hubo ceremonias por los fallecidos en iglesias y en estadios de fútbol, e incluso la reina Isabel II visitó el lugar del incidente y a los heridos. Se inició una investigación cuya principal conclusión fue dictaminar la obligatoriedad de que todas las localidades de los estadios fueran de asiento y la eliminación las vallas. A raíz de esta tragedia se fraguó el Informe Taylor que provocó, primero en Reino Unido y posteriormente en toda Europa, la introducción de diferentes leyes que obligaban a la sustitución de las viejas gradas de los estadios por unas nuevas tribunas reformadas para introducir los asientos. Esto supondría un antes y un después en la atmósfera generada en todos los feudos futbolísticos europeos.
El informe también acusó a la Policía de Sheffield de negligencia y se quejó de las inadecuadas condiciones de Hillsborough para acoger un partido así. No obstante, existía también una corriente que acusaba directamente a los hinchas del Liverpool de ser los culpables. Se dijo incluso que la mayoría estaban borrachos y que intentaron entrar de forma descontrolada a última hora.
A ello contribuyó una lamentable portada del tabloide The Sun, que bajo el titular «The Truth» («La verdad», en español), acusaba a los hinchas del Liverpool de atrocidades como vaciar los bolsillos de las víctimas, o pegar a los «valientes policías» y los sanitarios mientras reanimaban a las víctimas. Se llegó a escribir que algunos hinchas orinaron sobre algunas de ellas, mientras la policía evadía toda culpa y acusaba a los aficionados.
En 2012, veintitrés años después de la catástrofe, una comisión independiente emitió un informe en el que quedaba claro que los hinchas del Liverpool no tuvieron responsabilidad alguna en los hechos, y que llevó al primer ministro británico, David Cameron, a pedir disculpas en nombre del gobierno. Al gesto se unió la policía de South Yorkshire y el propio director de The Sun, que publicó una portada titulando «The Real Truth» («La verdadera realidad») y en la que se reconocía que el medio había ofrecido falsas informaciones.
El 27 de abril de 2016 se ponía fin al juicio del caso. El jurado llegó a la conclusión de que la muerte por aplastamiento de noventa y seis personas en el estadio de Hillsborough, no fue un accidente. Los fans del Liverpool que fallecieron, con edades comprendidas entre los diez y los sesenta y siete años, fueron víctimas de un homicidio imprudente atribuible a la policía. Se hizo finalmente justicia con los familiares de las víctimas, en primer lugar, y con los hinchas del Liverpool y por extensión con todos los del mundo del fútbol en general, en segundo término. Sin duda, a la luz de los acontecimientos surgen preguntas sobre los efectos del informe Taylor en el ambiente de pasión futbolera que registraban los estadios antes de la tragedia.
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