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«Upon entry (La llegada)»: equipajes e interrogatorios

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En uno de sus cuadros, Henri Rosseau retrata el puente de Sèvres. Sobre él, en el aire, una avioneta, un zepelín y un avión. Ese plano general muestra a los elementos suspendidos en la tranquilidad del ahora y del continuará. Este pintor francés es conocido como el aduanero.

De aduanas, vuelos, equipajes oníricos e inmigración habla Upon entry (Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez, 2022). Un film de unos setenta y cinco minutos con una propuesta realista y teatral. En ella Alberto Ammann y Bruna Cusí interpretan a una pareja que se muda a Estados Unidos para prosperar en el ámbito profesional.  Él, urbanista, y ella, bailarina contemporánea. Metafórica mezcla. De la planificación cuadriculada del espacio a dibujar movimientos aleatorios en él. Por el camino se encuentran con un obstáculo: son retenidos en el aeropuerto. Los agentes fronterizos les llevan a una habitación y les someten a un sádico e interminable interrogatorio. La acción se desarrolla en un mismo escenario. Otras tantas películas han abandonado el cambio continuo de localización: la recientes The Party (2017), de Sally Potter, donde todo transcurre en una casa durante una cena, y Litus (2019), de Daniel de la Orden, con su reunión de amigos; y otras menos recientes como la película coral El método de Marcelo Piñeyro, que se ciñe al espacio de una oficina.

La cinta no solo se sustenta en la actuación de sus protagonistas, sino también en el papel de uno de los agentes: la policía interpretada por Laura Gómez, actriz conocida por ser Blanca Flores en la serie The orange is the new black, cuyo personaje evolucionó temporada tras temporada hasta convertir la reivindicación de los derechos de las latinas en Estados Unidos en su leitmotiv. En La Llegada interpreta a la antagonista, a una agente fronteriza que interroga con una ferocidad aplastante a los viajeros, categorizándolos y enfrentándolos sin piedad. ¿Dónde queda la duda? Por su parte, la pareja se defiende como buenamente puede sin ser capaces de desechar la incredulidad. 

Esta reflexión puede rondar en la cabeza del espectador minuto tras minuto y acto tras acto… En abril, la escritora Irene Vallejo citaba en una publicación a Wisława Szymborska: «¿Desde cuándo la fraternidad arrastra multitudes? ¿Ha llegado alguna vez la compasión a primera meta?». Palabras que pueden llevarse al film, nadie se compadece de los protagonistas. En ocasiones de nada sirven las buenas intenciones.

El binomio de actores mantiene la tensión durante toda la cinta jugando con todos los géneros posibles, bordeando el drama y la comedia negra. Ammann está impecable con sus tics, miradas absortas y titubeos. Para algunos su gran actuación es Celda 211 (2009), para otros este papel es más que reseñable. Bruna Cusí, haga lo que haga, ya sea Verano de 1993 (2017) o comedia sui generis como La reina de los lagartos (2019), nunca defrauda. Ella en su papel, tan espontánea y tan inocente sin poder ocultar sus emociones.

Tan noqueados están los protagonistas a lo largo de la película que parecen estar inmersos en la dormiveglia italiana. Se espera que desechen la máxima de Pitágoras: no es libre quien no puede controlarse a sí mismo. El espectador implora que traspasen el límite. Se necesita el puñetazo en la mesa y el déjenme salir de aquí. En ocasiones la justicia está reñida con la educación. La manipulación, el sadismo, la falta de compasión y la verdadera realidad harán de las suyas. 

Sin querer hacer spoiler, nos despedimos de estos personajes que bien aguantan el plano-contraplano. Puede que días antes de su viaje a EE. UU. se encontraran con el sentimiento que anhelaba Lorrie Moore: el estar acercándose a una habitación, pero no haber entrado a ella… Siendo Estados Unidos la habitación. Sin embargo, durante la película lo único que querrán es salir, cuanto antes, de esas cuatro paredes.

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