Greta ya no es una heroína – 22 de noviembre
Greta Thunberg ha perdido el favor de Alemania por ponerse un pañuelo palestino. La activista climática apareció en un acto ecologista en Amsterdam con una kefiya y un mensaje: «tenemos que escuchar las voces de los oprimidos y de quienes luchan por la libertad y la justicia». Hablaba de los palestinos. Al semanario Der Spiegel, el más influyente de Alemania, le ha sentado tan mal que dedica su artículo más importante a desprestigiar a la joven sueca. Condescendiente, fría, distante, injustamente admirada en un país que la propulsó al estrellato. La heroína Thunberg no habría sido lo que es sin el turbo mediático que la impulsó cuando Berlín cerraba centrales nucleares y abrazaba un ecologismo sin clase ni ideología. Hoy la destrucción de Gaza sepulta el idilio.
Al Spiegel no le gusta que Greta se meta en política, especialmente desde una posición contraria al gobierno israelí y, además, con connotaciones de discurso de clase. El semanario practica una cancelación de revista, una destrucción de la reputación apuntando a un supuesto antisemitismo de la activista. Es la acusación recurrente en estas semanas de pólvora y TNT. Gracias a Twitter, sin embargo, se conoce que el yo acuso contra los supuestos antisemitas puede ser una táctica coordinada por los servicios de inteligencia de Israel. En un vídeo en la red social se puede ver a un exjefe del Mossad explicando a una audiencia cómplice cómo cancelar a las figuras molestas: llaman a sus amigos en los medios y les dicen que son antisemitas. Incordio cancelado.
El hoy dueño de la red X también ha sido acusado de antisemita y grandes corporaciones estadounidenses han anunciado que dejan de anunciarse en la antigua Twitter. Razón: una pequeña web de análisis de medios ha encontrado que la publi de esas empresas aparecía frecuentemente junto a tuits que exaltaban el nazismo. Elon Musk ha prometido acciones legales contra la publicación, acusada de hacer trampas por el periodista judío no sionista Glenn Greenwald. Es igual. A Musk le será difícil descolgarse el sambenito: escapulario que la Santa Inquisición ponía a sus condenados para distinguirlos. También: letrero que se colgaba en las iglesias con el nombre y la pena de las personas castigadas por el Santo Oficio. La Historia hace eco.
«Vemos que el planeta está sujeto a las reglas que marcan tres o cuatro líderes mundiales», reflexiona Dima Khatib, directiva de Al Jazeera, en entrevista a Olga Rodríguez. Una de esas reglas sería lo que llama el antipalestinismo, por el cual la defensa de los derechos de los palestinos puede costarle el empleo o la fama a quien la ejerce. Más Khatib: «si no estás de acuerdo al cien por cien con quienes tienen el poder y las armas, con quienes controlan el mundo, no cuentas y no debes existir». Esa es la verdadera cancelación. Tribunos, asalariados digitales y ejércitos de bots llevan años practicando y con la invasión de Ucrania se desplegaron. Hoy, los mismos soldados se ponen al servicio de otra causa. No respetan ni a Greta, niña de sus ojos hasta que decidió sacárselos como los gorriones.
Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.
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