Bolonia es una ciudad de casi cuatrocientos mil habitantes, capital de la región de Emilia-Romagna. Emplazada en el valle del río Po, en la confluencia del valle del Rin y el Savena y al pie de los Apeninos, su origen se remonta al periodo celta y etrusco, al menos un milenio a.C. cuando con el nombre de Felsina se convirtió en uno de los núcleos urbanos más importantes de la región. Su verdadero esplendor llegó en plena Edad Media, cuando llegó a ser la quinta ciudad del continente por número de habitantes y vio nacer, en el año 1088, la primera universidad de la historia.
A comienzos del siglo XVI comienza la decadencia de Bolonia, que se extendió hasta la unificación de la moderna Italia, tres siglos más tarde. Durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad sufrió numerosos bombardeos (la mitad de sus edificios resultaron dañados o directamente destruidos) por el valor estratégico de su ubicación y la importancia del nudo ferroviario que articula el paso entre el norte y el centro de Italia.
Actualmente, la urbe sigue manteniendo su jerarquía en las comunicaciones de la península y, a la tradicional agricultura de la región, ha sabido unir una importante industria mecánica, electrónica y alimenticia. Por supuesto, todavía es sede de múltiples instituciones culturales, económicas y políticas, así como de uno de los clubes de fútbol más importantes de la Emilia-Romagna.
El Bologna Football Club nace el 3 de octubre de 1909. Emilio Arnstein, originario de la región de Bohemia (actual Chequia), dio el impulso definitivo para la fundación del club, para lo que contó con la colaboración del suizo Louis Rauch y de los italianos Leone Vicenzi y Arrigo Gradi. Para que la entidad viera la luz, resultó decisivo el patrocinio de Carlo Sandoni, del Círculo Turístico Boloñés. Uno de los fundadores y primer jugador extranjero del equipo rossoblù, fue Antonio Bernabéu, el hermano del presidente del Real Madrid. En la temporada 24-25, el club, gana su primer Scudetto, y en los años 30 vive rápidamente su gran edad de oro, consiguiendo más títulos de liga y dos Copas de la Europa Central (la extinta Copa Mitropa).
Hay que tener en cuenta que, durante mucho tiempo, el poder representado por las ciudades de Milán y Turín se había extendido hacia el sur. En esos años, el campeonato italiano se disputaba dentro del triángulo formado por Milán, Turín y Bolonia, y el llamado Escuadrón Felsineo, uno de los apelativos del Bologna, jugaba cada semana por el sueño de alcanzar un nuevo título. Por aquel entonces, el respetable del Stadio Comunale boloñés consideraba que su equipo debía luchar por el título de liga. Es de este periodo del que proviene el refinado paladar (así se refieren a ellos otros hinchas italianos) de los tifosi del Bolonia, que siguen mucho tiempo después sin adaptarse a las sombrías actuaciones de su equipo actual.
Lo cierto es que el Bologna había ganado su primer torneo del campeonato italiano en plena década de los 20, creando una leyenda conocida por todos sus seguidores: habían hecho falta cinco encuentros contra el Genoa para determinar al ganador del grupo del norte de Italia (el llamado entonces Grupo A). Finalmente los rossoblù pasaron de ronda, lo que les permitió superar, con cierta facilidad, el último obstáculo antes de alzarse con el Scudetto, el Alba de Roma.
Cuatro años después, se jugaba la última temporada que la liga italiana disputó con dos grupos previos (norte y sur) y, nuevamente el Bologna, F.C., conquistaría el Scudetto. Al siguiente año, en la 29-30, los aficionados soñaban con un nuevo título pero el equipo terminó en un decepcionante sexto puesto, lo que llevó a los administradores del club a rehacer el equipo, prescindiendo de la mitad del plantel. Nació entonces el gran Bolonia de los años 30, gracias a la formación de un grupo apoyado en una buena cantera y retocado con algunos futbolistas extranjeros que venían precedidos de una buena reputación.
El Scudetto disputado ya a una única ronda había comenzado con la victoria de la Ambrosiana de Milán (el nombre del Inter en aquellos años) de Peppin Meazza. Poco después, llegó el dominio, que se prolongará durante cinco años, de la Juventus de Turín. El Bologna jugó muy bien durante esas campañas (terminó tercero en la temporada 30-31, segundo en la 31-32, nuevamente tercero en la 32-33, y cuarto en la 33-34). En el Comunale de Bologna, la Juve campeona siempre encontraba una resistencia feroz: en el año 31, los locales consiguen humillar a los bianconeri con un día triunfal para Reguzzoni, que anotó un hat trick decisivo en el 4-0 que los boloñeses endosaron a la vecchia signora.
En los años siguientes, se hace famosa la lucha y casta de los jugadores del Bolonia, que logran sobresalir en el plano internacional logrando conquistar la prestigiosa Copa de la Europa Central de los años 1932 y 1934. No obstante, para 1935 el Bologna debe consolarse con el sexto puesto en el campeonato de liga doméstico. Fue un punto de inflexión en el campeonato nacional: a partir de ese momento, comienza la gran época del Bologna en liga, la edad de oro del club, que se extiende a lo largo de la segunda mitad de los años 30, con el equipo inmerso en una tremenda pugna con la Ambrosiana di Milano.
Fueron tiempos de cambio a nivel corporativo con el nombramiento, primero como comisionado extraordinario y después como presidente, de Renato Dall’Ara (cuyo nombre lleva oficialmente el estadio Comunale desde 1983), un industrial de la ciudad de Reggio Emilia, definido por los que le conocieron como un personaje astuto, un tanto hedonista y poco dispuesto a gastar, pero que sin embargo obtendrá excelentes resultados durante su presidencia de treinta años de duración.
El punto de partida de la historia de su Bolona fue el gol de Schiavio, jugador de la entidad, en el Mundial de 1934 en el que Italia se proclamó campeona del mundo. Inmediatamente comienza una senda de éxitos para el club, que conquista 4 campeonatos casi consecutivos entre 1936 y 1941, así como un prestigioso torneo de la época, el Trofeo dell’Esposizione ganado en París con un fantástico 4-1 sobre el Chelsea, F.C. en la final.
En octubre del año 1938 regresó a Bolonia Ermanno Felsner, el entrenador de los dos primeros Scudettos (el de la 24-25 y la 28-29), porque las leyes raciales del periodo fascista obligan al entrenador Árpád Weisz (judío nacido en la ciudad de Solt, en Hungría), artífice de las dos últimas ligas que había conseguido el club, a abandonar Italia. El italiano Ceresoli había tomado además el lugar de Gianni en la portería y, además, ascendía la futura estrella de Amedeo Biavati, el inventor del llamado passo doppio (el paso doble, una finta en carrera para desequilibrar a los oponentes). Esta jugada, hoy tan habitual, permitía al italiano ganar espacio para enviar centros hacia la cabeza de Puricelli o Reguzzoni, los dos brillantes delanteros rossoblù de la época. El extremo Biavati llegó a ser también campeón del mundo en 1938 y, de esta forma, recogió el testigo del otro ilustre bolognesi, Schiavio, que se retiró después de haber sido el auténtico símbolo de su club durante dieciocho años, con 242 goles a sus espaldas.
El Bolonia ganaba y emocionaba a sus seguidores conjugando la capacidad competitiva de sus canteranos y la calidad de cuatro jugadores extranjeros inolvidables para todos los bolognesi, todos ellos procedentes de Uruguay: eran los eternos Francisco Piteta Fedullo, Raffaele Sansone, Michele Andreolo y Héctor Sena Puricelli.
Ellos, una inolvidable generación de futbolistas italianos y su mítico presidente, construyeron la edad de oro del Bologna, F.C., la época en la que el club consiguió 4 Scudettos de sus 7 títulos de liga. El último que adorna las vitrinas del club, se conquistó, literalmente, con el último suspiro del presidente Dall’Ara en la temporada 63-64. Desde entonces, todos los tifosi rossoblù y todos los ultras bolognesi, sueñan con volver a disputar algún día el título de liga a los grandes equipos transalpinos, pero será difícil imponerse a ellos como en la década de los 30, cuando el Bolonia reinaba en Italia y Europa:
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