Chalecos Amarillos: rabia sin partido – 5 de diciembre
Emmanuel Macron ha cedido a los Chalecos Amarillos y a un Arco de Triunfo en llamas. El presidente de Francia suspende la subida de los carburantes, mechero de las protestas que el sábado terminaron con cuatrocientos detenidos y una batalla campal en los Campos Elíseos. Los Gilet Jaunes tal vez frenen su ofensiva. Quién sabe. Ahora se les han unido los estudiantes. El movimiento que empezó en las rotondas de la «douce France» no tiene líderes sino portavoces, y es aparentemente horizontal y apartidista. Las únicas banderas que se ven en sus manifestaciones son las de Francia. Chalecos amarillos; no rojos o negros. Amarillo oro, o cólera.
Los Chalecos Amarillos nacen en la Francia gobernada por la antigua derecha gala, recuerda el corresponsal de estas Notas en París. Hay bloqueos en la carretera… el alcalde deja hacer. Y a ver si cae Macron. La de Francia no parece una «derechita acomplejada», como la llaman por aquí las criaturas de Steve Bannon. La vieja política todavía manda en los pueblos, esos dejados por el capitalismo globalizante que concentra la prosperidad en las ciudades. La clase obrera lleva tres décadas pagando la fiesta del consumo y la desregulación. Ahora se suman las clases medias empobrecidas y alejadas de palacio. Tal vez entre todos quieran hacer a Francia grande otra vez.
El chaleco amarillo señala y protege a la víctima de la avería, o el accidente de tráfico. Hay multa por no usarlo. Pero no es lo primero en lo que uno piensa cuando el coche se queda tirado en el arcén, la muerte pasa de largo y queda el desamparo. La globalización deja en los márgenes a millones de personas que ahora salen en tropel a quemar y romper los símbolos de la opulencia y el éxito. Bajo los adoquines, la playa. Eso decía mayo del 68. Hoy el grafiti grita que bajo el empedrado está la rabia, y habrá golpes para gobernarla. La bilis es un actor político tan legítimo como la fe, el hambre o una sobredosis de Laclau. La razón populista no es de tiro fijo.
«Míranos ahora, algunas cosas lastiman más que los coches y las chicas», cantaban Prefab Sprout en su pop de pretensión existencial. El paro, la pobreza, o quizá eso más intangible pero igualmente real como el abandono: de eso se nutrió Trump para vender gorras y comprar votos de cuellos azules despreciados; eso mismo cultiva Salvini en la Italia periférica: promesas de grandeza en un mundo descomunal. Los Chalecos Amarillos gastan banderas de Francia porque la nación tiene un je ne sais quoi atractivo en tiempos de desprecio a partidos y sindicatos. La sociedad de la rabia puede generar algo nuevo, o quizás otro suicidio colectivo en esta jaula de hierro y coltán.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este Tumblr.
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