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Cinefórum CCXLII: «Una joven prometedora»

Una parte de lo que somos el resto de nuestra vida se define con nuestra reacción a la primera gran adversidad. Es un lugar común en la historia del arte y también de la del séptimo: el protagonista traumatizado, probablemente perseguido para siempre por su pasado. Historias muchas veces de miedo y huida, como la de Mia Farrow la semana pasada en Círculo de la muerte; pero también de venganza, como la de Carey Mulligan, Cassie en Una joven prometedora; una de las películas del año más raro de nuestras vidas. Una película sobre una mujer golpeada por la pérdida, pero hecha añicos, en realidad, por un mundo que siempre mira para otro lado.

La cinta de la debutante Emerald Fennell acumuló en 2020 una amplia colección de premios y nominaciones sobre los que planea la sombra del presente: presentada en el festival de cine independiente de Sundance, ha conocido el éxito en plena pandemia. Pero este año la alfombra roja llevó hasta una gala de los Oscars huérfana de grandes estrenos, lo que obligó a la Academia a bucear más profundo que nunca en busca de candidatos. No obstante, queda la sensación de que Promising Young Woman tenía armas para desafiar a las grandes producciones de los últimos años: es una cinta con ritmo, buenas actuaciones y una dirección ágil y efectiva; pero, sobre todo, su propuesta resulta necesaria. A su favor, por tanto, la brisa (si no todavía viento) de la historia reciente del cine; en su contra, algunas turbulencias que siempre surgen cuando se navega en la corriente: en su construcción se percibe cierto simplismo y, en su conclusión, una renuncia que resta crudeza y originalidad al mensaje. Y eso, en el caso que nos ocupa, supone una pequeña infidelidad a las mismísimas bases del proyecto.

Evitando desentrañar una historia todavía muy reciente, limitaremos el resumen a señalar que, a Cassie, la sociedad de los hombres le ha hecho mucho daño. Su reacción es la búsqueda paciente de la venganza, dentro de las coordenadas de otro tema clásico en el cine. Pero su búsqueda y posible consecución sirve, en realidad, como hilo conductor para la denuncia del conjunto de mecanismos formales e informales que perpetúan en Occidente el ataque a la mujer. La música y los decorados de colores vivos contrastan con el tema de la cinta, haciéndonos pensar en la influencia de Tarantino; en realidad, aquí se trata de hacer avanzar una historia rocambolesca hacia un desenlace espectacular. Todos los elementos de esta película están al servicio de la voladura controlada de un elemento transversal a nuestra sociedad.

Una joven prometedoraEn otros lugares ya se ha hablado más y mejor de las posibles renuncias de la directora al acometer el montaje final de su obra. Quien esto escribe mantiene que, siendo esta una película terrible (aunque divertida), su cierre no demandaba un guiño final que nos congraciase con una realidad que había quedado perfectamente explicada. Evitaremos la tentación de ahondar en la ironía que supone el plegamiento del proyecto a un desenlace acorde con las demandas del circuito comercial de distribución, pilares ambos, al fin y al cabo, de la sociedad que la película critica. Una joven prometedora nos cuenta una historia que merece que nos centremos tan solo en su incuestionable virtud: la historia de Cassie es una historia real. Y mientras lo siga siendo, todos somos (en mayor o menor medida) responsables de ella.

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