Historia del movimiento ultra en España (II). La edad dorada (1988-1998)
La década de los años noventa se convertiría en la edad dorada de los grupos ultras españoles. Sobre todo en su primer lustro, los fondos españoles se encontraban a rebosar de hinchas que se inmiscuían en las labores de animación al equipo, en los desplazamientos y en todas las tareas propias de los grupos de animación. Esta época del boom del movimiento ultra en España se terminaría con la progresiva introducción de los asientos en las hasta entonces gradas de pie, de cemento, de los estadios españoles, debido a la imposición de las normativas europeas para las manifestaciones deportivas.
La progresiva politización
Como indicábamos en la anterior entrega de este dossier, podemos situar el año 1988 como el año a partir del cual parte de los miembros de los grupos ultras españoles empiezan a adoptar una ideología clara y definida. Si hasta entonces la exhibición de política era escasa y siempre como una forma de rebeldía pero sin una formación ideológica fuerte detrás, a partir de este momento muchos grupos empiezan a posicionarse claramente y a basar sus relaciones con terceros según parámetros políticos. No obstante, hay que reseñar que siempre hubo grupos que desde su fundación tenían una ideología definida, como es el caso de las Brigadas Amarillas del Cádiz, C. F. (1982) y las Brigadas Blanquiazules del R. C. D. Español (1985), siendo los primeros un grupo izquierdista y los segundos, un grupo nacional patriota.
En muchos grupos ultras del fútbol español comienzan a aparecer skinheads politizados, bien de tendencia españolista o bien de tendencia independentista, haciéndose esta tribu urbana la más mayoritaria en esos años noventa, y desapareciendo poco a poco otras como los heavys o los rockers, y sobreviviendo a duras penas los mods. Grupos como Ultras Sur del R. Madrid, Frente Atlético del Atlético de Madrid, Ultra Yomus del Valencia, C. F., Supporters Gol Sur del R. Betis, etc. comenzaron a ser grupos preponderantes e influyentes para otros grupos más pequeños de «derechas» de la geografía española. Cabe destacar, también, la existencia de grupos skins de tendencia nacionalista periférica, pero de derechas, como los Skins Catalans, dentro de Boixos Nois del F. C. Barcelona o el grupo donostiarra Ipar Brigadak, cuya trayectoria sería corta.
En muchos casos la política también sirvió para escoger el modelo de animación y de actitud: debido a la influencia de Herri Norte Taldea del Athletic de Bilbao entre los grupos de izquierdas, muchos colectivos de esta ideología (Celtarras del R. C. Celta de Vigo, Indar Gorri del C. A. Osasuna, Peña Mújika de la Real Sociedad, Norte Xixón del R. Sporting de Gijón, Labaru Sur del R. Racing de Santander, etc.) empezaron a asumir el estilo hooligan británico en contraposición al estilo ultra italiano. El propio fanzine del grupo bilbaíno no dejaba lugar a dudas: Antiultra.
En algunos estadios la politización de los diferentes grupos ultras provocó que en un mismo estadio apoyaran a un mismo equipo grupos de ideologías opuestas y paradójicamente enfrentados entre sí. Un ejemplo de esto sería la rivalidad existente a principios y mediados de los noventa en Gijón entre Ultra Boys y Norte Xixón, en Valladolid entre Ultras Violetas y Fossa Garrafoni o, en Oviedo, entre Brigadas Azules y Chiribís. Debido a esto, ya en aquellos años comenzaban a surgir voces dentro de los militantes ultras resaltando la necesidad de la despolitización de los grupos ultras.
Precisamente, en contraposición a la excesiva politización de muchos colectivos ultras y el consiguiente enfrentamiento permanente, en algunas gradas de España surgen grupos que intentan dejar de lado la política y centrarse exclusivamente en animar a los colores del equipo: Orgullo Vikingo del R. Madrid en 1992, Gol Gran del Valencia, C. F. en 1994, Symmachiarii del R. Oviedo en 1994, etc. serían ejemplos de grupos ultras apolíticos. Incluso en esos años se llegó a editar una revista desde Valencia que incidía en que se siguiera una línea totalmente apolítica dentro del movimiento ultra español (El jugador N.º 12).
El boom de los fondos españoles. Las gradas a reventar
Es en la década de los años noventa, sobre todo en el primer lustro, cuando en todos los fondos de los estadios españoles existen grupos ultras totalmente asentados que llenan las viejas gradas de cemento y cada domingo aglutinan a la mayoría de los jóvenes aficionados al fútbol. Es la época en que en todas las vallas de los fondos aparecen jornada tras jornada completamente adornadas con las respectivas pancartas de los grupos, la animación al equipo propio es notable y constante, y la presión hacia los equipos y jugadores rivales aumenta. Los desplazamientos a otras ciudades son habituales a pesar de que entonces las distancias entre ciudades se hacían eternas debido a que no existían la mayoría de autovías actuales. En España, al contrario que en Italia o Inglaterra, los desplazamientos ultras se solían (y se suelen) realizar en autobús y no en tren.
También son habituales cada jornada liguera los tifos (coreografías) en todos los fondos españoles. Impresionantes mosaicos realizados a base de cartulinas, globos, banderones, banderas, bengalas o botes de humo son producidos por los diferentes grupos ultras de España. El movimiento ultra se hace mayor en esos años y los propios clubes de fútbol empiezan a colaborar con sus grupos organizados de animación de cara a aumentar el aliento al equipo, tanto en los partidos de casa como en los de fuera, bien sea regalando entradas, apoyando económicamente la producción de tifos o cediendo cuartos anteriormente inutilizados para que los grupos puedan tener una ubicación permanente en donde guardar su material de animación durante la semana.
Incluso durante esta edad dorada del movimiento ultra español algunos medios de comunicación simpatizan y reconocen la animación y originalidad de los cánticos que salen de los fondos ultras, a la vez que lo ven como algo positivo para los equipos. El caso más notable fue la inolvidable sección «Coros y Danzas» del programa en abierto de Canal+ El Día Después, en la que cada lunes publicaban los cánticos que les parecían más innovadores o más trabajados. Cierto es también que muchos miembros de los grupos ultras por aquel entonces no veían con buenos ojos este tipo de programas porque consideraban que banalizaban el movimiento.
La mayoría de los grupos, en los noventa, comienzan a adquirir una organización notable (nombrando en algunos casos a directivas dentro del colectivo) y a la producción de pancartas, banderas y banderones le sigue la elaboración de material propio (bufandas, camisetas, pegatinas, fotomontajes, etc.), el cual sirve para financiar sus actividades, en especial los viajes a ciudades de los equipos rivales. También se empiezan a elaborar fanzines para informar quincenalmente (en los partidos de casa) a los militantes de los grupos de las actividades del propio colectivo. Muy recordados serán el fanzine En el fondo hay sitio de Ultras Sur, o el Bulldog de Boixos Nois.
El fenómeno de los ultras se hace tan notable que algunos programas de televisión deciden hacer especiales en donde invitan a miembros de los diferentes grupos. Es el caso de Queremos saber de Antena 3, con Mercedes Milá, o el programa Rifi-Rafe de la televisión pública vasca (ETB) con Antxón Urrusolo en 1993.
Por aquellos años, la estética evoluciona y empiezan a aparecer, entre otras prendas, cazadoras bombers y alphas en todos los fondos españoles. Estos últimos años ochenta y principios de los noventa traerían consigo la moda de llevar las bombers al revés, para lograr el efecto de que las cazadoras fuesen naranjas. Los grupos que más realizaban este ritual, importado de Italia y Grecia, eran Boixos Nois, Frente Atlético y Juventudes Verdiblancas.
Otro fenómeno importante para el movimiento ultra en España sería el de la producción de revistas propias de temática ultra futbolera. La revista más importante (y la más recordada) fue la revista Super Hincha, fundada en abril de 1993 en Madrid por miembros de Ultras Sur y del Frente Atlético, y que tuvo una tirada mensual de veinticinco mil unidades. La publicación se convirtió durante varios años (antes de la llegada de internet a España y su posterior asentamiento como medio de contacto entre ultras) en la revista referente del movimiento ultra español. Se podía adquirir en casi todos los kioscos de las ciudades de España, pero, no obstante, no había sido la primera revista por y para ultras: en 1985 ya se había producido en Barcelona la revista Ultras y también tuvo cierto reconocimiento en aquellos años la revista-fanzine Hinchas y supporters.
También los primeros años noventa traerían la aparición de los primeros grupúsculos o secciones de tendencia casual. Este estilo sería el predominante en los fondos españoles sobre todo a finales del siglo XX y principios del XXI, siendo todavía hoy en día es el más extendido, como veremos en próximas entregas de este dossier sobre la historia del movimiento ultra en España. Es en la temporada 91-92 cuando nace la primera sección casual de España, los Casuals F. C. B. de Boixos Nois (aunque con un estilo hooligan propio diferente en muchos aspectos al casualismo británico), aunque habría más, como por ejemplo Casuals S. F. C. de Biris, La Crew de Brigadas Blanquiazules, Solfans de Ligallo Fondo Norte o Real Oviedo Casual Firm (R. O. C. F.) en Oviedo.
Adiós a las gradas de pie. El fin de una época
El 29 de mayo de 1985, en el Estadio de Heysel de Bruselas, en Bélgica, murieron treinta y nueve aficionados (treinta y dos italianos seguidores de la Juventus, cuatro belgas, dos franceses y un británico) y seiscientos resultaron heridos a causa de una avalancha de aficionados en los prolegómenos de la final de la Copa de Europa (hoy Liga de Campeones de la UEFA) entre el Liverpool, F. C. y la Juventus de Turín. Aquellos sucesos fueron los que condicionaron todas las políticas que a partir de entonces se intentarían llevar a cabo en todos los estadios de las ligas de Europa. Desde las instituciones políticas europeas se creó el Convenio Europeo sobre medidas para prevenir y sofocar la violencia e irrupciones de espectadores con motivo de manifestaciones deportivas y especialmente de partidos de fútbol, firmado en Estrasburgo (Francia) en agosto de 1985 y ratificado por España en agosto de 1987. Aquel documento sirvió como base para la elaboración y redacción de las nuevas medidas a introducir en los años siguientes en los estadios de fútbol.
En 1988 el Senado nombró una comisión que tratara la violencia en los estadios, la cual trajo consigo la aprobación de la Ley del Deporte de 1990 y de la Comisión Antiviolencia posteriormente, en la temporada 1992-93. Es a partir de entonces cuando se decide que en los próximos años se eliminarían todas las vallas y las gradas de pie de cemento de los fondos españoles para convertir todas las localidades en gradas de asiento.
A partir de la mitad de la década de los noventa se empiezan a construir las nuevas gradas de asiento en los estadios españoles. Esta introducción de asientos en las viejas gradas de pie de cemento (además de otros factores) traería consigo el fin de la época dorada de los grupos ultras españoles: la mayoría de ellos verían cómo el número de miembros descendía y por tanto la animación se veía resentida, provocando un efecto dominó imparable, dado que con una menor animación menos jóvenes se sentían atraídos a participar e involucrarse, quedando los colectivos totalmente mermados respecto a lo que había sucedido años atrás en relación al número de personas que se involucraban en las tareas de los grupos ultras.
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