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Moria: puertas cerradas de Europa a los hijos de la guerra, la pobreza y la venganza – 26 de septiembre

El gobierno griego inicia estos días la evacuación de parte de los habitantes del campo de Moria, Lesbos. Es el mayor centro de internamiento de migrantes de Europa. Hay más de nueve mil personas en un espacio pensado para menos de tres mil. Llegan de Turquía en zódiac, y ahí piden asilo y papeles. Viven hacinados: son afganos, iraquíes o centroafricanos. Duermen en contenedores o en tiendas de campaña con el logo de la Unión Europea. Uno de cada tres son niños. No hay escuela y todos comparten un solo médico. Las ONGs los ayudan con comida y ropa. Algunos chavales llevan camisetas rojas con letras blancas que dicen: «somos el futuro».

Moria es un «campo de contención», en lenguaje comunitario. O un «hotspot», un punto caliente: esos lugares con los que Europa pretende cribar la llegada masiva de inmigrantes venidos de las guerras de la pobreza, el petróleo o la venganza. Como la de Afganistán, Operación Libertad Duradera se llamó la lluvia de acero y fuego que lanzó Estados Unidos después del 11S. El éxodo llega hasta hoy. Y se frena en Moria, con vistas a Turquía y en el mar más bello del mundo. En el Egeo murió el niño Aylan: le hicimos fotos y pasamos página. Pero por esas aguas siguen transitando humanos como fardos, hasta que Europa dice stop.

En el aeropuerto de Atenas hay policías en las puertas de embarque que también paran eso que hemos llamado «flujos migratorios». Un joven con auriculares de Iphone entrega su tarjeta y un carnet. La azafata lo mira y se lo enseña al policía. El agente ubica al pasajero y mira la foto del carnet. El joven juguetea con el auricular. Nadie habla. Por fin, el guardia le ordena abandonar la línea y sentarse. Esperar. Resignarse. La emigración es espera e incertidumbre, el movimiento de la patera y el frío del desierto coyote. En Madrid me pregunta un policía a la salida del finger: «¿dónde vas?». Respondo: «acabo de llegar». Yo sigo adelante. La libertad es cuestión de acento.

Moria es una mina en las novelas de Tolkien, inventor de mitos como los griegos. Tuvo una etapa de esplendor, pero los enanos que la horadaban cavaron «demasiado hondo» y despertaron «el miedo sin nombre». Eso la convirtió en un Pozo Oscuro de pesares y desdichas. La Moria real es un campo para migrantes. En ese terreno militar griego y europeo conviven los miedos y las esperanzas, las lenguas y el aburrimiento. Por la noche, la gente vaga por la carretera. Algunos se sientan en la oscuridad viendo al equipo de televisión. Cuando apagamos los focos, las formas se levantan y siguen su camino hacia ninguna parte.


Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.

Víctor García Guerrero
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