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Propaganda que mata – 20 de junio

La pandemia fue un campo de batalla en la primera guerra de la globalización. Estados Unidos lanzó una campaña de descrédito contra la vacuna china para socavar la imagen de Pekín. Lo cuenta Reuters en un gran reportaje. El Pentágono usó las redes sociales para difamar a Sinovac, la vacuna china, única opción para países como Filipinas. Los manipuladores extendieron el rumor de que la vacuna tenía gelatina de cerdo para asustar a los musulmanes. La campaña en Facebook y Twitter tuvo éxito: «no confíes en China». Millones de filipinos rechazaron vacunarse. «Murió gente que no tenía que morir», dice una exministra de Sanidad del país asiático. La propaganda también mata.

«No nos interesaba la perspectiva de salud pública», explica un militar a Reuters, «queríamos arrastrar a China por el lodo». Duterte, el presidente filipino, amagaba con restringir el uso de bases militares a Estados Unidos y generaba dudas sobre su posición acerca del disputado mar del Sur de China. Además, Pekín decía que un marine estadounidense había sido el primer portador del covid. El precio del ataque fue el aumento de los antivacunas, un millón de contagios y 24.000 muertos en Filipinas, donde las vacunas made in USA tardarían en llegar. La política de EEUU fue un America First sanitario. Primero, vacunas para Estados Unidos; después, el resto del mundo, y a precio de guerra. Business First, luego la vida.

La campaña de desinformación fue del Pentágono, autorizado a pasar por encima del Departamento de Estado. Generales antes que embajadores, como en la Guerra Fría, ahora bajo presidentes de distinto signo, Trump y Biden. La guerra manda más que los partidos. El uso de la medicina como arma para el combate con daños colaterales tenía antecedentes recientes. En Pakistán, con Obama, la CIA organizó una falsa campaña de vacunación contra la hepatitis B para acercarse al escondite de Bin Laden. El descubrimiento del fraude llevó después los talibanes a lanzarse contra las vacunas de la polio. Asesinaron a setenta sanitarios. Y, sin vacuna, cientos de niños contrajeron la polio. Tampoco esos niños tenían que morir o quedar paralizados para siempre.

La vigente Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos se propone combatir la desinformación y reforzar la integridad de los medios: «uno de los pilares de las democracias prósperas», alardea el documento. La campaña contra la vacuna china refuerza el diagnóstico de Debord: la vida entera de las sociedades «se anuncia como una inmensa acumulación de espectáculos». Parte del público ha visto el escenario y la tramoya, y un tercio se ha desconectado de las noticias, señala otra investigación de Reuters. El apagón comenzó con la pandemia. «Saldremos mejores», decía el lema de los confinados. Hoy la democracia que desinforma, y sus medios convertidos en altavoces de la farsa, aceleran la huida del naufragio.


Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.

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Víctor García Guerrero
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