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Arte y Letras

«Reinas del abismo»: escribiendo desde el precipicio

Las editoriales independientes llevan años realizando una labor imprescindible. Más allá de descubrir nuevos talentos, se han empeñado en desenterrar del olvido obras que, por motivos incomprensibles, no han visto la luz en España o, de haberlo hecho, acabaron siendo desterradas de las librerías por las exigencias del mercado. En este contexto brilla con luz propia Impedimenta, editorial que, tras Damas asesinas (2017) y Damas oscuras (2018), acaba de completar su particular reivindicación de las pioneras del terror con Reinas del abismo. Cuentos fantasmales de las maestras de lo inquietante (2020).

El volumen, publicado originalmente en la colección Tales of the Weird de la British Library con edición de Mike Ashley, reúne dieciséis relatos de autoras anglosajonas, hoy en domino público, escritos entre 1888 y 1943 y aparecidos muchos de ellos en revistas pulp como Weird Tales, y que tienen en lo extraño y lo oscuro su punto de unión. En ese sentido, Reinas del abismo es la hermana espiritual de Damas oscuras, aunque con un mayor grado de especialización al combinar escritoras consagradas (Mry Braddon, Marie Corelli, Edith Nesbit…) con otras menos conocidas (Greye La Spina, G. G. Pendarvers, Margaret St. Clair, Mary Counselman…), así como textos nunca antes vistos en castellano.

Lo primero que llama la atención de estos relatos es la ruptura con los esquemas y arquetipos que eran referenciales hasta entonces en el género de terror. La naturaleza de ese carácter transgresor hay que buscarla en el hecho de que están escritos por mujeres, en que se encuentran a caballo entre dos siglos y en que son fruto, además, tanto de la libertad creativa que permitía la literatura y los medios populares como de las necesidades económicas de quien se quería ganar la vida en ellos. De ahí que la etiqueta de terror se quede corta para una antología que, con un tono sorprendentemente ligero, ve desfilar por sus páginas desde alegorías religiosas hasta encuentros íntimos con esposas difuntas, pasando por relaciones dendrofrílicas, episodios vampíricos, barcos fantasmales o retornos espectrales de la belle dame sans merci. Encontramos prácticamente de todo en un conjunto de historias que, lejos de dejarse arrastrar por el sensacionalismo grueso de las revistas en las que vieron la luz, aplican la máxima de Ann Radcliffe y Clara Reeve de emocionar e inquietar mediante lo sutil y creíble.

En Reinas del abismo comprobamos cómo la visión femenina (los entornos sobrenaturales domésticos, la dimensión emocional de los personajes, la reformulación de los roles masculinos) renueva la perspectiva narrativa de un fantástico oscuro que, durante más de un siglo, venía cincelándose desde visiones eminentemente varoniles. Y lo hace constatando una transición sociológica (y por extensión, literaria) hacia nuevas latitudes morales y geográficas: morales, porque estos relatos dan testimonio del paso de la emancipación intelectual de la mujer decimonónica al empoderamiento material de unas autoras que, liberadas del corsé victoriano, buscan ganarse la vida con su arte, de ahí que abracen sin disimulo la festiva comercialidad de la literatura pulp; y geográficas, porque no es casualidad que los penny dreadful victorianos encuentren a sus sucesores naturales en las revistas baratas de Estados Unidos, esa tierra que emergió en el horizonte del cambio de siglo como una promesa de libertad.

Por tanto, es en estas publicaciones, que contribuyeron de manera decisiva a la formación cultural de la sociedad de masas, donde muchas mujeres encontraron como lectoras un mundo de evasión mental y como escritoras una escuela para profesionalizarse. No obstante, y pese a su considerable número, el tiempo fue olvidándolas con la misma energía que ha ido reivindicando a los autores pulp masculinos.

Por eso, y además de por sus evidentes valores literarios, Reinas del abismo brilla como testimonio del papel esencial que las escritoras han tenido en la evolución de la literatura de género; en la de terror, pero también en la fantástica, en la de ciencia ficción o en la de misterio. En un campo tan expansivo como el de los géneros literarios populares, maltratados por la intelectualidad pero adorados por el público, muchas mujeres encontraron el medio y el idioma (a veces bajo el paraguas de un seudónimo o del anonimato) para hablarle a un mundo que nunca había dejado de ser cruel para ellas: echen un vistazo a las biografías que incluye el volumen de Impedimenta y comprobarán que son tanto o más inquietantes que sus cuentos. De ahí que su contribución a la literatura de lo extraño y lo oscuro fuera decisiva; porque dadas sus vivencias, como recuerda Mike Ashley en el prólogo, eran autoras condenadas a escribir desde el vértigo de sentirse al borde de un precipicio.

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