Seriéfilo: verano de 2024
Lejos quedan aquellos tiempos donde el verano era sinónimo de vacaciones seriéfilas, de playas desérticas por los que no transitaba ningún estreno; días de asueto perfectos para vaciar un poco el baúl de series pendientes. Poco a poco, las cadenas se fueron dando cuenta de que en verano hay mercado y el estío fue ganando peso hasta llegar a la actualidad: hoy, entre chapuzón y chapuzón, podemos disfrutar de grandes estrenos televisivos.
Entre todos ellos, quizás el más destacado haya sido la segunda temporada de La casa del dragón (HBOMax), esperada continuación (dentro del universo de Juego de Tronos) del linaje de los Targaryen y su camino desde el trono de Los siete reinos hacia la mayor de las desgracias, vía luchas internas. Sin duda, esta temporada lleva la ficción política a sus cotas más altas y ya no esconde la lucha por el poder entre fuegos de artificio. Esta vez se pueden contar con los dedos de la mano, y todavía nos sobran, las batallas épicas y las escenas de acción. Estamos ante ocho capítulos armados alrededor de grandes diálogos y sostenidos por unas magníficas interpretaciones. Trabajo actoral tremendo que, unido a giros de guion apoyados en las diferentes estrategias de ambos bandos, magnifican las virtudes de una buena historia. Temporada de transición, pero en el mejor sentido de la palabra, sentando las bases de lo que promete ser una épica tercera temporada, cargada, esta vez sí, de acción y dragones.
Amazon, por su parte, también aprovechó las altas temperaturas para estrenar la cuarta temporada de uno de sus buques insignia, The Boys (Prime Video), que sigue explorando formas cada vez más bizarras de generar violencia. Es increíble como esta serie sigue manteniendo el tipo después de tantos años, siempre fiel a la ultraviolencia, la crítica ácida y el humor cínico. The Boys ha sido siempre excesiva, nunca repetitiva y con su peculiar fórmula ha tratado temas actuales como los que esta temporada se conectan en torno a corporación Vought.
Haciendo menos ruido, llega la tercera temporada de Mayor of Kingstown (SkyShowtime), que se ha hecho un hueco entre las imprescindibles dentro del drama policiaco carcelario. Estamos ante una de las últimas aportaciones del multifacético Taylor Sheridan, demostrando que no solo de western vive el hombre. La serie sigue escalando envuelta en el choque continuo y cada vez más visceral entre tres bandas rivales, lo cual tiene su reflejo en la cárcel, y un Mike McLusky (genial papel de Jeremy Renner) que trata de mantener la balanza equilibrada, sabiendo que cada día que pasa todo se desmorona un poco más. A pesar de una reaparición algo traída por los pelos, el tono gris y pesimista que impregna la serie es tan adictivo que, si sirve para que tengamos una nueva temporada en el horno, merecerá la pena.
Por su parte, Disney nos trajo dos estrenos por todo lo alto: la tercera temporada del éxito gastronómico y culinario de The Bear, que con sus capítulos de media hora sigue transmitiendo el estrés de la cocina y la obsesión de los chefs por lograr la perfección; y el accidentado estreno del último producto de la franquicia de Star Wars, The Acolyte, que nos llevaba a tiempos de la Alta República, un periodo poco explotado y que no plantea problemas de continuidad, en el que los jedis eran una especie de policía intergaláctica. Lo que en principio parecía una buena idea, ha terminado con la cancelación de la serie tras esta única temporada y con quejas airadas de los fans. Lo cierto es que, a pesar de presentar un buen antagonista y unas de las mejores peleas de sable laser de la historia del universo, la trama no despega en ningún momento, la serie resulta torpe al intentar mantener una cierta ambigüedad sobre los jedis y resulta poco creíble en cuanto a sus motivaciones. Si a todo esto le añadimos un final poco afortunado, el lastre para un producto que nunca acabó de convencer resulta demasiado grande. Definitivamente, el acólito se cae de la parrilla. En este caso, con razón.
Si todas las grandes plataformas estrenaron platos fuertes en vacaciones, Netflix, pionera en estos menesteres con el estreno de Stranger Things allá por el verano de 2016, no podía ser menos. Para esta ocasión se han reservado dos platos bastante fuertes. De toda formas, el primero ya no se nos repite un poco: hablamos de la primera parte de la sexta y última temporada de Cobra Kai, que ya ha sido alargada hasta la extenuación y hace tiempo que pide una muerte digna. Pocos rincones de la trilogía original quedan ya por exprimir y, aunque Johnny Lawrence y sus muchachos siguen siendo divertidos, todo suena demasiado repetido. EL otro gran estreno de la cadena supuso el cierre de The Umbrella Academy, que nació aprovechando el tirón de los superhéroes, pero se perdió por el camino demasiadas veces en el multiverso. Esta entrega final, de tan solo seis capítulos, resulta menos compleja de lo habitual: con un final algo anticlimático, podemos decir (como mucho) que funciona bien como último estertor de una saga que fue perdiendo adeptos con el paso de las temporadas.
Sin dejar Netflix ni los superhéroes, pero sí la primera línea de playa de la cadena, encontramos el enésimo intento por replicar una nueva remesa de mutantes. Spoiler: falla, entre otras cosas por alargar de manera innecesaria un prólogo que se hace eterno. Y es que los seis episodios de Supacell (Netflix) intentan dar demasiado trasfondo a cada uno de los personajes que formarán el grupo de mutantes con superpoderes, cuando lo realmente divertido es ver a dicho grupo junto y en acción. Desgraciadamente, eso solo ocurre en la última mitad del último capítulo… Así, la serie, deja una sensación contradictoria: por una parte, esta temporada ha resultado aburrida y por sí misma ni funciona ni se sostiene; por otra, su final nos da indicios de que la segunda temporada, cuya producción ha sido confirmada hace escasos días, puede ser la que dé sentido a la serie en su conjunto. Esta serie podría llegar a ser terriblemente divertida. Veremos.
Mientras tanto, a esta lado del charco, las series policiacas inglesas tampoco han ido de vacaciones: The Responder (Movistar+) llegó en pleno agosto con su segunda temporada. Martin Freeman interpreta a un policía de emergencias atrapado en el turno de noche y que, con el paso de los años, ha visto cómo su moral se ha ido desgastando hasta el punto de que tiene dificultades para mantener el equilibrio entre su vida personal y profesional. Al igual que sucedía con la magnifica Blue Lights (Movistar+), esta temporada no solo es mejor que su predecesora, sino que mejora también el conjunto al profundizar tanto en los personajes secundarios como en la vida familiar del propio Chris.
También encontramos por la zona a Elsbeth (Movistar+), el spin off que siempre había esperado desde que The Good Wife (también Movistar+) bajase la persiana allá por el 2016. EL personaje de Elsbeth Tascioni era un torbellino de surrealismo y espontaneidad que aportaba un chispazo de color a la serie. Han tenido que pasar ocho años para que los King llevasen a término este proyecto, pero… el resultado ha sido bastante intrascendente. Aunque el personaje de Elsbeth está ahí y desborda simpatía y carisma, todo lo que le rodea es cartón piedra, poca inspiración y mucho piloto automático. Un procedimental policiaco del montón que desaprovecha un personaje y un universo tan rico como el de The Good Wife y The Good Fight. Una serie entretenida, pero sin alma, intrascendente; quizás el peor adjetivo que se le podría dedicar a la colorida Elsbeth Tascioni…
Y con este amargo estreno, metáfora perfecta del paso de la tumbona y el mojito a la silla de oficina, acabamos la selección de lo mejor de un verano que ya se nos va. Pero no os preocupéis, porque para llevarlo mejor vuelvo en un mes, dispuesto a comentar lo que ha dado de sí la cuesta seriéfila de septiembre. ¡Que la vuelta al cole os sea leve!