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Basura electrónica, plagas del pasado presente – 28 de noviembre

La basura electrónica empieza a ser una plaga en las regiones más pobres del mundo. El mayor vertedero está en Ghana. En la barriada de Abgogbloshie, en Accra, se acumulan televisores, móviles, ordenadores y todo tipo de cacharros de los que viven miles de personas. Ganan unos siete dólares al día destruyéndolos a martillazos para rescatar aluminio o cobre. A veces se contaminan: el ácido de las baterías les quema la piel, o se abrasan con el plástico de los cables. Hay quienes gastan más en médicos de lo que obtienen por la chatarra. Pero ahí siguen, en la que llaman Sodoma y Gomorra de Ghana, aunque aquí el azufre no venga del cielo.

Todos los países producen chatarra electrónica. Pero tienen más quienes más consumen. En el vertedero de Ghana han visto contenedores de Japón o de la India. Los países ricos no saben qué hacer con sus deshechos, así que han favorecido la aparición de un mercado negro. El mundo produjo 62 millones de toneladas de e-chatarra en 2022, según cálculos conservadores de la ONU: solo el veintidós por ciento de esa cantidad se procesó adecuadamente. Es un problema ecológico y sanitario, denuncia la Organización Mundial de la Salud: millones de niños y mujeres están expuestos a la polución tecnológica. Las innovaciones del siglo XXI producen más mortalidad infantil, una peste del pasado presente.

Los reclamos del consumo masivo tienen más éxito que las denuncias de la ONU. El Viernes Negro está produciendo, solo en España, decenas de miles de entregas diarias de productos, en su mayoría de ropa y de tecnología, según la compañía FedEX. En todo el año, se habrán hecho 115 millones de repartos, más de dos por persona. Una parte, acabará en la basura: 30 kilos de desperdicio electrónico por persona y año en Estados Unidos; 18 kilos en España. Son datos del Banco Mundial. La banca, en realidad, celebra estas cifras: más deshechos son más ventas, o sea, más capital: que no tiene límites, ni siquiera en el vertedero.

El vertedero de São Paulo donde Astrud encontraban biblias, amatistas o copias gratuitas de evaluación de Windows Vista no era una metáfora. Los basureros hablan por sí mismos de la sociedad cuyo dios es el consumo. Basura blanca, white trash: la deshumanización del lenguaje es la canibalización del ser humano por sus propias criaturas. En Estados Unidos son parte de la base electoral del trumpismo: restos de la edad analógica. En África, forman un ejército de sombras que sólo se hace visible para el jardín europeo cuando se sube al cayuco o la patera. Mientras tanto sobreviven de los deshechos del mundo chip, ni siquiera son un meme para celebrar el penúltimo comentario efímero y ya olvidado.


Extramuros es una columna informativa de Efecto Doppler, en Radio 3.

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