Caso Khashoggi o la impunidad saudí – 17 de octubre
El periodista saudí Jamal Khashoggi empezó su carrera como plumilla en la guerra contra la Unión Soviética en Afganistán. Allí entrevistó varias veces a uno de los más destacados freedom-fighters armados y financiados por la casa de Saud y Estados Unidos. Osama bin Laden y Jamal Khashoggi compartían nacionalidad, edad y fe. «Eras hermoso y valiente en aquellos bellos días en Afganistán», escribió el periodista sobre el futuro líder de Al Qaeda cuando la yihad era un arma saludable contra el comunismo. Luego, como por arte de magia, los yihadistas abrazaron «el odio y la pasión» que derribaron las Torres Gemelas. Khashoggi desapareció del mundo creyendo en Dios y, tal vez, en sus asesinos.
Jamal Khashoggi (colaborador del Washington Post) entró el 2 de octubre en el consulado de Arabia Saudí en Turquía y desde entonces no se le ha vuelto a ver. El caso le está costando a su país de origen una grave crisis diplomática. Y a su príncipe heredero, un daño político y de imagen de inciertas consecuencias. Mohamed bin Salman (hijo del Rey y verdadero poder de la casa Saud) ve estos días cómo su palacio de elogios y negocios se agrieta por el caso Khashoggi. Ejemplo: participantes y patrocinadores de su Davos del desierto han cancelado viaje al reino de los cielos mientras no se aclare el misterio. No hay noticias de Oprah Winfrey, una de sus portavoces contratada por un puñado de petrodólares.
El dinero lo compra casi todo, se da cuenta estos días el príncipe bin Salman, a quien hace solo unos meses veíamos sonreír junto a Oprah, Bill Gates o Jeff Bezos. O al lado de la reina de Inglaterra, Trump, Macron y Felipe VI. Las multinacionales occidentales (auténticas vencedoras de la Guerra Fría) empujan al heredero a las sombras porque sus mazmorras no siempre encajan con filtro Instagram. Arabia Saudí debe pasar por el aro, al menos, de la estética: hasta el crimen de Estado debe guardar ciertas formas. Lo sabía bien Turki al-Faisal, enlace de Khashoggi y Bin Laden como discreto jefe de los servicios secretos saudíes. «Ishtakhabarat», los llaman: y les están diciendo que su impune brutalidad en tierra santa no es de exportación.
«La sabiduría edificó su casa. Labró sus siete pilares». El aventurero Lawrence se inspiró en La Biblia para escribir sus memorias de la guerra árabe contra los turcos. Lawrence quería escribir sobre siete ciudades. Siete, el número perfecto de Pitágoras, los siete días de la semana: los siete pecados capitales. Fueron siete las empresas petrolíferas que dominaron el mundo de la Guerra Fría. «Las siete hermanas», las llamó Enrico Mattei, presidente de ENI, la estatal italiana. Defendía que los recursos energéticos fuesen del pueblo y no un arma al servicio de la dominación. Mattei falleció en un percance aéreo. Su muerte siempre ha parecido un accidente perfecto, modelo de actuación para colonias y príncipes ciegos de ambición.
Notas de Extramuros es una columna informativa de Siglo 21, en Radio 3. Puedes escucharla en el siguiente audio y acceder al programa pulsando aquí. También puedes revisar todas las Notas de Extramuros en este tumblr.
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