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El hotel Chelsea, enclave de la bohemia neoyorquina

Desde que en 1884 abriera sus puertas como cooperativa privada de apartamentos, el hotel Chelsea estaba destinado a convertirse en uno de los edificios más emblemáticos de Nueva York. La construcción fue diseñada por el arquitecto Philip Hubert (de Hubert, Pirsson and Company), sobre unos terrenos en el homónimo barrio de Chelsea, Manhattan (en el actual 222 de la Calle 23). Un gran edificio residencial de ladrillos rojos y estilo gótico victoriano que, con su planta de cincuenta y cuatro por veintiséis metros cuadrados y sus doce alturas, se convirtió en el más alto de la ciudad hasta 1902. Sin embargo, lo que nadie podría haber imaginado fue que más allá de por su arquitectura, cobraría fama debido a que se convertiría en el centro cultural de la vida bohemia de Nueva York.

Pocos años después de su inauguración, la cooperativa quebró y el edificio pasó a manos de varios inversores que lo reconvirtieron en hotel. Poco después, la dirección recaería en la familia Bard (principalmente Stanley Bard, quien lo dirigió por más de cincuenta años y del cual fue mayor artífice). El hotel comenzó a ser el destino e incluso la residencia habitual de numerosos artistas. Con los años logró una importante colección de obras de arte, concebidas por los propios creadores residentes y durante sus estancias en el hotel. Stanley Bard era un amante del arte y concedía flexibilidad en ese aspecto: muchos de los artistas que frecuentaban el Chelsea, al carecer de recursos económicos, entregaban sus trabajos a cambio de saldar la cuenta del hotel.

Escritores, artistas visuales, actores, directores de cine, músicos… la lista de artistas que han pasado por sus instalaciones es larga: Henri Cartier-Bresson, Virgil Thomson, Dee Dee Ramone, Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Henri Chopin, John Cale, Édith Piaf, Bob Marley, Jon Bon Jovi, William S. Burroughs, Herbert Huncke, Mark Twain, O. Henry, Quentin Crisp, Gore Vidal, Tennessee Williams, Robert Hunter, Jack Gantos, Brendan Behan, Simone de Beauvoir, Robert Oppenheimer, Jean-Paul Sartre, Bill Landis, Michelle Clifford, Thomas Wolfe, Frida Kahlo, Diego Rivera, Matthew Richardson, Peggy Biderman, Charles Bukowski, Sebastian Carrillo

Algunos, más allá de alojarse, dejaron su huella en la historia del edificio:

Durante su estadía, Madonna aprovechó para que se tomaran algunas de las fotos que más tarde aparecieron en el controvertido Sex (1992), un libro que provocó fuertes críticas y que incluso llegó a ser prohibido en Japón.

El poeta galés Dylan Thomas, no solo se alojó en el hotel durante su gira estadounidense, sino que falleció en el mismo durante su estancia. Contaba con treinta y nueve años y sus últimas palabras, que pasarían a formar parte de su leyenda, fueron: «he tomado dieciocho whiskies seguidos, creo que esto es un nuevo récord». El poeta volvía de la White Horse Tavern y se acostó para no volver a despertar. Aunque hubo varias hipótesis sobre su fallecimiento, en el análisis post mortem se decretó que este habría sido a causa de las complicaciones de una neumonía.

La relación entre el dramaturgo Arthur Miller y la actriz Marilyn Monroe fue una de las más sonadas de la época. Su matrimonio fue de todo menos pacífico y tras la dolorosa ruptura, el autor de Muerte de un viajante se alojó en la habitación 614. Más tarde relataría su experiencia en el ensayo El afecto Chelsea.

Nancy Spungen, novia de Sid Vicious (integrante y líder de la formación Sex Pistols) falleció tras ser apuñalada en la habitación número 100. El principal sospechoso fue su novio, a quien se acusó del crimen, aunque negó haber sido el artífice hasta su fallecimiento, tan solo seis meses después del trágico suceso.

Patti Smith también se alojó en el hotel y, más tarde, aquella experiencia quedaría reflejada en sus memorias Éramos unos niños. El pintor Alphaeus Cole vivió en una de sus habitaciones casi treinta y cinco años, hasta su muerte a la longeva edad de ciento doce. Las estrellas de Andy Warhol también pulularon por allí (entre ellas Edie Sedgwick) y el propio Warhol, en 1969, grabó en el hotel un film experimental que tituló The Chelsea GirlsBob Dylan escribió una canción en la habitación 211 donde se alojaba, dedicada a Sara, su pareja por entonces. Leonard Cohen también escribiría una canción que tituló Chelsea Hotel y Arthur C. Clarke escribió 2001 una odisea en el espacio durante su estancia.

En 2011, el promotor inmobiliario Joseph Chetrit compró el edificio por unos ochenta millones de dólares, para someterlo a una importante reforma. Durante varios años permaneció cerrado al púbico mientras se realizaban las obras en su interior, las cuales sufrieron incontables demoras, debido en gran parte a que muchas de las habitaciones que lo componen estaban alquiladas a inquilinos fijos a los que se les había respetado el contrato de arrendamiento. Aunque se llevaron a cabo cambios importantes, el nuevo Hotel Chelsea mantiene muchos detalles del estilo original que lo dio a conocer y que conquistó su pequeño hueco en la historia de la Gran Manzana.

Rubén J. Triguero
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